El País Rosa Montero y sus sospechas.
por Paco Sanz
Dice Rosa Montero: “El hecho de que el secretario general de la Conferencia Episcopal haya estado por una vez de acuerdo con el PSOE y haya defendido el uso del pañuelo islámico, ¿no les da que pensar que hay algo francamente negativo en la defensa a ultranza del hiyab?”
Para empezar, la Iglesia tiene una voz, si coincide con el PSOE, con Guti o con Hommer Simpson es pura casualidad, mejor para ellos. Por ejemplo coincide con usted doña Rosa en que no se debe pillar a las viejas en los semáforos. ¿No le da que pensar? Pues no. En segundo lugar, ¿defensa a ultranza? ¿La Iglesia hace una defensa a ultranza del hiyab? ¿Cuándo son las sospechas de que la Iglesia defiende algo francamente negativo? ¿Cuándo coincide con el PSOE, o cuando habla del Islam, o…simplemente cuando habla? Por ahí van los tiros, al final del artículo dice Rosita: “Que quede clara la diferencia entre fe privada y vida pública: es uno de los grandes retos de este siglo (claro que si, eso es uno de los grandes retos del sigloXXI. ¿Qué es la lucha contra el cáncer, la solución al hambre en el mundo y otras minucias comparado con poner un bozal a los católicos?) Y ahí le duele a la Conferencia Episcopal.” A la Iglesia no le duele cuando habla, ni siquiera cuando liberticidas como usted le quiere tapar la boca.
Pero este ataque constante influye en la gente y luego pasan cosas como lo que me sucedió a mí en la calle. Venía de dejar a mi hija pequeña en el cole y un par de chicas jovencitas y monísimas que portaban unos petos con un logo que no distinguí me soltaron a quemarropa: ¿Tienes un minuto para que te expliquemos nuestra labor? Yo les contesté ¿Tiene algo que ver con la iglesia católica? Y respondieron ¡No! por supuesto que no. Como si las hubiese mentado a la bicha, a lo que yo contesté “entonces nada”. Cuando me alejaba decían las pobres, “bueno, aquí hay libertad, cada uno puede hacer lo que quiera…”
¡Qué penita! Sospecho que son sólo víctimas de la constante matraca contra la Iglesia y de obsesas como la Montero, peor para ellas.