Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio
Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio
Corpus Christi: Cuerpo y Sangre de Cristo
[El siguiente domingo a la Santísima Trinidad, la Iglesia celebra la solemnidad del santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el popular Corpus Christi, cuyo título más antiguo fue Fiesta de la Eucaristía. Ya desde el siglo XII, la fe y la devoción eucarística se inclinaron notablemente hacia la doctrina de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. La Eucaristía es entrega, es donación, es un amor “hasta el fin”.]
Si te ayuda, puedes empezar así: Su puedes ante un Sagrario, mejor. Allí está Jesús para ti, Hermano, Maestro, Amigo, Consuelo y Fuerza. Vida, en definitiva. Adórale en silencio y luego comienza la contemplación paso a paso. Si no, donde estés y como estás, pero con fe en su Presencia…
Del Evangelio de san Marcos 14,12-16.22-26 (Es mejor tener el texto a mano y leerlo ahora).
La primera parte del texto evangélico describe el mandato de Jesús a los discípulos para que vayan a la ciudad y busquen dónde han de hacer y preparar lo que será la Última Cena de Jesús con ellos. Y así aconteció: fueron, y prepararon la Cena de Pascua en “una habitación grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta”. Como se ve, ninguna sorpresa ni admiración por el hecho de que todo se daba como el Maestro había dicho: quizá porque ya estaban acostumbrados a ello o quizá también porque empezaban a vivir momentos intensos y definitivos que no entendían y los turbaba. No importa. Lo decisivo comienza después. ¿Significará esa previsión y preparación de la Cena que para la Eucaristía tiene que estar todo bien preparado, (el ambiente, el lugar, la mesa, las personas, etc.), por lo que ella es y supone para los invitados a la mesa de Señor? No es nada descabellado. Y es lo que ahora intentamos contemplar.
-Contempla despacio la escena: el lugar, los comensales, sus rostros, Jesús como centro de todo y de todos, la mesa y todos sus elementos… Y tú, uno de ellos, ¿dónde te sitúas? ¿Qué miras y admiras? ¿Qué te llama la atención? ¿Qué gestos, qué palabras y por qué? Contempla despacio y en silencio.
-Gestos y palabras: así es la acción simple y grande como ninguna del Maestro en esa Cena pascual de amigos. Sin prisas, contempla y oye: están comiendo, Jesús toma el pan, lo bendice, lo parte y se lo da, “Tomad, esto es mi cuerpo”. Es la institución de la Eucaristía: es la Nueva Presencia real de Jesús mismo en ese Pan ahora sagrado. ¿Podría pensarse semejante don? No. Pero podía hacerlo, lo quiso hacer y lo hizo. Locura de Amor: esta es la Santa Eucaristía que podemos recibir y adorar. No es una acción mágica, es un regalo inigualable para nosotros los pobres necesitados, amados por él hasta el extremo. ¿Qué es para ti ese gesto? ¿Qué te dicen esas palabras? ¿Cómo te sitúas ante la Eucaristía? ¿Cómo recibes y vives esa Presencia Real? Adora el Misterio en sí del Cuerpo y de la Sangre del Señor.
-Jesús había hecho de las comidas escenario privilegiado de sus enseñanzas. Ahora aprovecha una cena de despedida con sus amigos para impartir su última lección de vida. Para ello utiliza algunos elementos típicos de la cena pascual, el pan y el vino, pero modifica profundamente los gestos y las palabras previstos para ellos en la tradición israelita. Y eso ya es significativo de la novedad inconcebible que realiza Jesús en esa Cena que marca la Nueva Alianza de Dios con los hombres. Cae bien en la cuenta de esto y medítalo en actitud de acción de gracias: Jesús identifica el pan partido con su cuerpo: “Esto es mi cuerpo, y la copa de vino compartida con su sangre: “Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos”. Jesús resume con claridad su vida y el sentido hondo de su vida: Pan partido y Sangre compartida son Él, su Persona y su Vida y muerte entregadas y donadas sin límites de fidelidad obediente al Padre, sin límites de amor por su parte y sin límites de personas por parte de la humanidad. Más es imposible. Y eso centrado y concentrado de una vez para siempre en cada Eucaristía, en el Pan y el Vino consagrados. He aquí el simple y gran Misterio de la nuestra fe.
<>Piensa, medita, contempla y vive:
-¿Cómo me acerco y vivo yo la Eucaristía, la Comunión eucarística?
-A través de los signos sacramentales del pan y del vino Jesús se expresa a sí mismo: alimentando, partido, comido, bebido, entregado por amor y para amar, ¿qué rasgos de su persona te impactan más al contemplarle durante la última cena con sus discípulos?
-La celebración de la Eucaristía es un rito de “alianza” y los que participan de él se comprometen a estrechar su comunión con el Señor. ¿Es así para ti? ¿De qué manera te ayuda a “comulgar” con Jesús la celebración de la Eucaristía?
-Un pan que se parte y una copa de vino que se derrama o comparte. Una persona entregada, una vida para los demás. Ése es Jesús. ¿Eres tú así después de la Eucaristía? A ti, ¿cómo te interpelan estos gestos? ¿En qué sentido te sientes llamado a identificarte con ellos en el día a día?
-La Eucaristía puede convertirse para nosotros en un acto de culto que poco o nada tiene que ver con nuestra vida o, peor aún, en un simple acto devocional privado y sentimental que no nos cambia la vida. “El que me come vivirá por mí”, dijo el Señor. ¿Es así para mí? ¿Qué significa para mí llevar una vida “eucarística” que sea prolongación y expresión de lo que celebramos”.
Saca tus conclusiones y no olvides visitar a Jesús Eucaristía y “perder” (en Adoración) un poco de tiempo con Él. Te irás sintiendo mejor. Esta semana puede ser un buen comienzo de ello.
Corpus Christi: Cuerpo y Sangre de Cristo
[El siguiente domingo a la Santísima Trinidad, la Iglesia celebra la solemnidad del santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el popular Corpus Christi, cuyo título más antiguo fue Fiesta de la Eucaristía. Ya desde el siglo XII, la fe y la devoción eucarística se inclinaron notablemente hacia la doctrina de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. La Eucaristía es entrega, es donación, es un amor “hasta el fin”.]
Si te ayuda, puedes empezar así: Su puedes ante un Sagrario, mejor. Allí está Jesús para ti, Hermano, Maestro, Amigo, Consuelo y Fuerza. Vida, en definitiva. Adórale en silencio y luego comienza la contemplación paso a paso. Si no, donde estés y como estás, pero con fe en su Presencia…
Del Evangelio de san Marcos 14,12-16.22-26 (Es mejor tener el texto a mano y leerlo ahora).
La primera parte del texto evangélico describe el mandato de Jesús a los discípulos para que vayan a la ciudad y busquen dónde han de hacer y preparar lo que será la Última Cena de Jesús con ellos. Y así aconteció: fueron, y prepararon la Cena de Pascua en “una habitación grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta”. Como se ve, ninguna sorpresa ni admiración por el hecho de que todo se daba como el Maestro había dicho: quizá porque ya estaban acostumbrados a ello o quizá también porque empezaban a vivir momentos intensos y definitivos que no entendían y los turbaba. No importa. Lo decisivo comienza después. ¿Significará esa previsión y preparación de la Cena que para la Eucaristía tiene que estar todo bien preparado, (el ambiente, el lugar, la mesa, las personas, etc.), por lo que ella es y supone para los invitados a la mesa de Señor? No es nada descabellado. Y es lo que ahora intentamos contemplar.
- Mientras comía, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: “Tomad, esto es mi cuerpo”. Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: “Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios”.
-Contempla despacio la escena: el lugar, los comensales, sus rostros, Jesús como centro de todo y de todos, la mesa y todos sus elementos… Y tú, uno de ellos, ¿dónde te sitúas? ¿Qué miras y admiras? ¿Qué te llama la atención? ¿Qué gestos, qué palabras y por qué? Contempla despacio y en silencio.
-Gestos y palabras: así es la acción simple y grande como ninguna del Maestro en esa Cena pascual de amigos. Sin prisas, contempla y oye: están comiendo, Jesús toma el pan, lo bendice, lo parte y se lo da, “Tomad, esto es mi cuerpo”. Es la institución de la Eucaristía: es la Nueva Presencia real de Jesús mismo en ese Pan ahora sagrado. ¿Podría pensarse semejante don? No. Pero podía hacerlo, lo quiso hacer y lo hizo. Locura de Amor: esta es la Santa Eucaristía que podemos recibir y adorar. No es una acción mágica, es un regalo inigualable para nosotros los pobres necesitados, amados por él hasta el extremo. ¿Qué es para ti ese gesto? ¿Qué te dicen esas palabras? ¿Cómo te sitúas ante la Eucaristía? ¿Cómo recibes y vives esa Presencia Real? Adora el Misterio en sí del Cuerpo y de la Sangre del Señor.
-Jesús había hecho de las comidas escenario privilegiado de sus enseñanzas. Ahora aprovecha una cena de despedida con sus amigos para impartir su última lección de vida. Para ello utiliza algunos elementos típicos de la cena pascual, el pan y el vino, pero modifica profundamente los gestos y las palabras previstos para ellos en la tradición israelita. Y eso ya es significativo de la novedad inconcebible que realiza Jesús en esa Cena que marca la Nueva Alianza de Dios con los hombres. Cae bien en la cuenta de esto y medítalo en actitud de acción de gracias: Jesús identifica el pan partido con su cuerpo: “Esto es mi cuerpo, y la copa de vino compartida con su sangre: “Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos”. Jesús resume con claridad su vida y el sentido hondo de su vida: Pan partido y Sangre compartida son Él, su Persona y su Vida y muerte entregadas y donadas sin límites de fidelidad obediente al Padre, sin límites de amor por su parte y sin límites de personas por parte de la humanidad. Más es imposible. Y eso centrado y concentrado de una vez para siempre en cada Eucaristía, en el Pan y el Vino consagrados. He aquí el simple y gran Misterio de la nuestra fe.
<>Piensa, medita, contempla y vive:
-¿Cómo me acerco y vivo yo la Eucaristía, la Comunión eucarística?
-A través de los signos sacramentales del pan y del vino Jesús se expresa a sí mismo: alimentando, partido, comido, bebido, entregado por amor y para amar, ¿qué rasgos de su persona te impactan más al contemplarle durante la última cena con sus discípulos?
-La celebración de la Eucaristía es un rito de “alianza” y los que participan de él se comprometen a estrechar su comunión con el Señor. ¿Es así para ti? ¿De qué manera te ayuda a “comulgar” con Jesús la celebración de la Eucaristía?
-Un pan que se parte y una copa de vino que se derrama o comparte. Una persona entregada, una vida para los demás. Ése es Jesús. ¿Eres tú así después de la Eucaristía? A ti, ¿cómo te interpelan estos gestos? ¿En qué sentido te sientes llamado a identificarte con ellos en el día a día?
-La Eucaristía puede convertirse para nosotros en un acto de culto que poco o nada tiene que ver con nuestra vida o, peor aún, en un simple acto devocional privado y sentimental que no nos cambia la vida. “El que me come vivirá por mí”, dijo el Señor. ¿Es así para mí? ¿Qué significa para mí llevar una vida “eucarística” que sea prolongación y expresión de lo que celebramos”.
Saca tus conclusiones y no olvides visitar a Jesús Eucaristía y “perder” (en Adoración) un poco de tiempo con Él. Te irás sintiendo mejor. Esta semana puede ser un buen comienzo de ello.
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