El País nos quiere dar la clave de la felicidad
por Paco Sanz
La familia, la pareja y los amigos son una fuente de cariño y apoyo, pero también de problemas. Así empieza un Reportaje, que es el segundo de una serie de tres (no he podido terminar este, como para indigestarme con otro). Créanme, es deprimente. La cosa empieza con un: "No poder tener hijos ha sido una lección de amor incondicional"35 años. Casada. Gestora financera. El detonante de su fortalecimiento fue el no poder ser madre. Me froto los ojos y sigo leyendo "los seres humanos interpretamos lo que nos sucede de forma egocéntrica: queremos que la realidad se adapte a nuestros sueños, necesidades y expectativas, lo que condiciona y dificulta nuestra interrelación con otras personas", añade Guix, autor de Pensar no es gratis. Creencias, comunicación y relaciones. Así, "los problemas aparecen cuando los demás no cumplen con lo que esperamos de ellos, cuando hacen o dicen cosas con las que no estamos de acuerdo o cuando se interponen en nuestro camino para conseguir lo que deseamos". Y concluye: "Por más que solamos buscarla fuera, la raíz de nuestros conflictos relacionales está en nuestro interior".
Según el documento vaticano Jesucristo, portador del agua de la vida, que publicó, en 2003, el Consejo Pontificio de la Cultura sobre la Nueva Era, ésta es, en gran parte, «una reacción frente a la cultura contemporánea» Para los protagonistas de este “trágala” que nos endiña El País, como si fuera obligatorio vivir en la oscuridad y la frustración, ni rastro de Dios, ni rastro de su consuelo, y del amor de los demás..según y cómo. Sólo si nos benefician y podemos sacar algo de ellos.
El reportaje, por el contrario, que nos ofrece Religión en libertad da en el clavo y nos muestra que tanto dar palos de ciego buscando ser feliz sin el Amor de Dios y de los hermanos es como ir a pescar sin caña.
El amor sería una energía, una vibración de alta frecuencia; y el secreto de la felicidad y de la salud consistiría en sintonizar con la gran cadena del ser. ¡Qué chungo! ¡Madre mía!
Resumiendo, El País en su faceta de consejero sentimental y de autoayuda está más perdido que el barco de Pescanova. ¡Qué triste es esta gente! Voy a acostar a mi hija pequeña para alegrarme un poco.