Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio
Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio
1º de Adviento: Estad en vela
[Adviento. Tiempo nuevo: comenzamos un nuevo año litúrgico. Tiempo bueno, muy bueno, porque nos hace fijar la mirada y poner el corazón orientados hacia la venida del Señor: preparar con fe renovada el nacimiento de Jesús en Navidad y con alegría y viva esperanza su vuelta definitiva. Los antiguos Padres de la Iglesia solían hablar de tres venidas del Señor: la primera es la que tuvo lugar cuando se encarnó; la segunda es la que tendrá lugar al final de los tiempos, y la tercera es la venida a cada uno de nosotros. Atentos, pues: en el Adviento recordamos festivamente la primera, nos preparamos para la segunda y tratamos de hacer realidad la tercera: la de todos los días, ¿por qué no?].
Si te ayuda, puedes empezar así: -Estás, Señor… -Estoy, Señor… Que el eco de tus palabras en las que nos prometes tu venida y nos pides que estemos vigilantes, vuelva a resonar hoy con fuerza dentro de mí…
Del Evangelio de san Marcos 13,33-37
>“Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento”.
-Las palabras del Señor son imperiosas. Es verdad, no nos podemos distraer en la fe y su vivencia. ¿Quién sabe cuándo es el momento de su visita? Sin fe no lo reconoceremos y sin vida de fe, no lo aceptaremos. ¿Me viene a molestar ahora? ¿O alimento el deseo de que venga?
Señor, no permitas que mi fe sea rutinaria, y menos que mi vida de fe no diga nada a nadie, ni de ti ni de tu evangelio. Sería un pobre hombre, no un hombre pobre que confía solo en ti.
>“Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa… No sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”.
-El señor de la casa que se va de viaje es Cristo resucitado Cada uno tiene que cumplir con la tarea asignada por Él, pues somos el portero atento a que venga para abrirle la puerta. ¿A quién abro la puerta de mi corazón?
Señor, no siempre estoy alerta y atento para abrirte. Vivo distraído. Quiero, y te lo pido: vivir esperándote, amándote, deseando abrirte y colaborar para que otros también puedan abrirte cuando llegas. Sé que es decisivo: el Regalo de los regalos.
>“Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: Velad”.
-Es de admirar, para reflexionar, en la insistencia de Jesús en la vigilancia: fieles al mensaje de Jesús en el presente, a sus toques interiores, a su presencia en los demás, etc. es una forma de prepararse para el futuro que sin duda nos aguarda. No es una llamada a la angustia, sino a la acción amorosa y comprometida. ¿Es mi esperanza de brazos cruzados? Así no…
Señor, estoy y me siento implicado en tu palabra, porque es para todos. Ayúdame a ver cómo concretarla en el día a día del Adviento que me regalas. Sobre todo en esta venida que quieres llevar a cabo en mí, ahora y también en la última.
Si quieres concluir: “Creo en Jesucristo… que nació de santa María Virgen… y ha de venir a juzgar a vivos y muertos”. Creo, Señor que has venido, vienes y vendrás.
Conocemos tres venidas del Señor. En la primera, el Señor se manifestó en la tierra y vivió entre los hombres, cuando -como el mismo dice- lo vieron y lo odiaron. En la última, todos contemplarán la salvación que Dios nos envía y mirarán a quien traspasaron. La venida intermedia es oculta, solo la ven los elegidos y gracias a ella reciben la salvación. En la primera, el Señor vino revestido de la debilidad de la carne, en esta venida intermedia, viene espiritualmente, manifestando la fuerza de su gracia, en la última, vendrá en el esplendor de su gloria. Esta venida intermedia es como un camino que conduce de la primera a la última. En la primera, Cristo fue nuestra redención, en la última, se manifestará como nuestra vida, en esta venida intermedia, es nuestro descanso y consuelo.
San Bernardo
1º de Adviento: Estad en vela
[Adviento. Tiempo nuevo: comenzamos un nuevo año litúrgico. Tiempo bueno, muy bueno, porque nos hace fijar la mirada y poner el corazón orientados hacia la venida del Señor: preparar con fe renovada el nacimiento de Jesús en Navidad y con alegría y viva esperanza su vuelta definitiva. Los antiguos Padres de la Iglesia solían hablar de tres venidas del Señor: la primera es la que tuvo lugar cuando se encarnó; la segunda es la que tendrá lugar al final de los tiempos, y la tercera es la venida a cada uno de nosotros. Atentos, pues: en el Adviento recordamos festivamente la primera, nos preparamos para la segunda y tratamos de hacer realidad la tercera: la de todos los días, ¿por qué no?].
Si te ayuda, puedes empezar así: -Estás, Señor… -Estoy, Señor… Que el eco de tus palabras en las que nos prometes tu venida y nos pides que estemos vigilantes, vuelva a resonar hoy con fuerza dentro de mí…
Del Evangelio de san Marcos 13,33-37
>“Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento”.
-Las palabras del Señor son imperiosas. Es verdad, no nos podemos distraer en la fe y su vivencia. ¿Quién sabe cuándo es el momento de su visita? Sin fe no lo reconoceremos y sin vida de fe, no lo aceptaremos. ¿Me viene a molestar ahora? ¿O alimento el deseo de que venga?
Señor, no permitas que mi fe sea rutinaria, y menos que mi vida de fe no diga nada a nadie, ni de ti ni de tu evangelio. Sería un pobre hombre, no un hombre pobre que confía solo en ti.
>“Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa… No sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”.
-El señor de la casa que se va de viaje es Cristo resucitado Cada uno tiene que cumplir con la tarea asignada por Él, pues somos el portero atento a que venga para abrirle la puerta. ¿A quién abro la puerta de mi corazón?
Señor, no siempre estoy alerta y atento para abrirte. Vivo distraído. Quiero, y te lo pido: vivir esperándote, amándote, deseando abrirte y colaborar para que otros también puedan abrirte cuando llegas. Sé que es decisivo: el Regalo de los regalos.
>“Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: Velad”.
-Es de admirar, para reflexionar, en la insistencia de Jesús en la vigilancia: fieles al mensaje de Jesús en el presente, a sus toques interiores, a su presencia en los demás, etc. es una forma de prepararse para el futuro que sin duda nos aguarda. No es una llamada a la angustia, sino a la acción amorosa y comprometida. ¿Es mi esperanza de brazos cruzados? Así no…
Señor, estoy y me siento implicado en tu palabra, porque es para todos. Ayúdame a ver cómo concretarla en el día a día del Adviento que me regalas. Sobre todo en esta venida que quieres llevar a cabo en mí, ahora y también en la última.
Si quieres concluir: “Creo en Jesucristo… que nació de santa María Virgen… y ha de venir a juzgar a vivos y muertos”. Creo, Señor que has venido, vienes y vendrás.
- Lectura espiritual como para re-cordar y rumiar:
Conocemos tres venidas del Señor. En la primera, el Señor se manifestó en la tierra y vivió entre los hombres, cuando -como el mismo dice- lo vieron y lo odiaron. En la última, todos contemplarán la salvación que Dios nos envía y mirarán a quien traspasaron. La venida intermedia es oculta, solo la ven los elegidos y gracias a ella reciben la salvación. En la primera, el Señor vino revestido de la debilidad de la carne, en esta venida intermedia, viene espiritualmente, manifestando la fuerza de su gracia, en la última, vendrá en el esplendor de su gloria. Esta venida intermedia es como un camino que conduce de la primera a la última. En la primera, Cristo fue nuestra redención, en la última, se manifestará como nuestra vida, en esta venida intermedia, es nuestro descanso y consuelo.
San Bernardo
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