Iglesia primitiva
Catacumbas (I)
por Arte y Fe
Los Apóstoles, siguiendo el mandato que habían recibido de Jesús de anunciar el Evangelio a todas las naciones, se convirtieron en los verdaderos propulsores de la expansión del cristianismo. Esta actividad misional dio como fruto la fundación de multitud de iglesias en muy diversos lugares. Desde Asia, dónde destacó la labor evangelizadora de San Juan (quien tuvo una gran influencia en lo que posteriormente conoceremos como la iglesia bizantina) hasta ciudades “occidentales” como es Roma, la capital del imperio, ciudad a la que llegó San Pedro para convertirse en su primer obispo, después de su labor evangélica por Palestina. Será en Roma dónde nos centraremos tanto en este post como en los dos próximos.
Un hecho de gran importancia para la universalidad del cristianismo y su rápida expansión fue la apertura de la Iglesia a los gentiles, gracias a una revelación divina a Pedro y a la bajada del Espíritu Santo sobre el centurión Cornelio y los de su casa (Hch 10, 1;11, 18).
Desde el principio, el cristianismo sufrió una dura persecución por el judaísmo que lo veía como una herejía muy peligrosa a la que intentaron erradicar sin éxito. En cuanto a la persecución por parte del poder imperial, tenemos que retrotraernos al mandato del emperador Claudio, que los expulsó de Roma por los disturbios con los judíos, pero fue sin duda Nerón el primer emperador en perseguir cruelmente a los cristianos al echarles la culpa del incendio provocado en Roma. Ahí comenzó una sangrienta persecución que produjo una enorme cantidad de mártires, entre ellos el propio San Pedro en el año 64 d.C.
He creído importante exponer al lector este contexto para poder hacernos una idea del clima tan adverso al que tenían que hacer frente los primeros cristianos y como en él podían desarrollar el culto litúrgico.Tenemos muy poca información al respecto y las hipótesis que se barajan son diferentes e incluso, a veces, contradictorias unas con otras. Algunos autores afirman que en esta época de persecuciones, los cristianos utilizaron las catacumbas como lugar de protección y escondite. Pero ¿qué son realmente las catacumbas y por qué las podrían haber utilizado? Denominamos catacumbas a los túneles excavados en el subsuelo de Roma que se utilizaban para los enterramientos de diferentes religiones durante los siglos I y II d.C.
Los cristianos se podrían haber decantado por este tipo de lugar porque era un excelente escondite, dado que algunas catacumbas formaban complejos laberintos y, además, estaban protegidos por una ley que prohibía la entrada a los perseguidores. El derecho romano tenía por sagrado e inviolable cualquier tipo de sepultura, sin importar el credo religioso del fallecido, por lo que las catacumbas estaban sujetas a una especie de derecho de asilo. Por ese motivo las catacumbas fueron utilizadas como lugar de culto y hay constancia de zonas más amplias que podían haber sido usadas como criptas o iglesias, dónde se recibían los sacramentos y se escuchaba la Palabra de Dios. Estas zonas más amplias constaban de dos estancias, una para cada sexo e incluso en algunos hallazgos de mayor tamaño se ha encontrado un altar en el centro.
La estructura típica de una catacumba es la de un espacio que consta de múltiples galerías en cuyos muros se situarían los nichos, en diferentes niveles. Dependiendo del tamaño del espacio podían llegar a tener hasta 12 niveles las de mayor altura y de tres niveles las menores. Las paredes y bóvedas estaban revestidas de estuco y los nichos podían tener dos tipos de forma: rectangulares, denominadas loculi o semicirculares, llamadas arcosolio.
Continuara.