Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día
Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día
27º domingo del Tiempo Ordinario
Para empezar: Retírate… Recógete… Silénciate… y ponte en la Presencia del Señor que te está esperando. Salúdale: En el nombre del Padre y del Hijo y de Espíritu santo. Oh mi Dios Trinidad que habita en mí, te adoro dentro de mí… Que tu Palabra resuene dentro de mí… Que tu Amor sea ardiente dentro de mí…
Leer despacio el texto del Evangelio: Mateo 21,33-43
Jesús dijo a los sacerdotes y a los ancianos del templo: “Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les envió a su hijo diciéndoles: ´Tendrán respeto a mi hijo´. Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ´Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia´. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Le contestaron: ´Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo´. Y Jesús les dice: ´¿No habéis leído nunca la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?´. Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos”.
Contemplar…, y Vivir…
Escuchad otra parábola…Aparece una vez más la viña en las parábolas que Jesús presenta en estos domingos. Es una de las grandes imágenes de la Biblia: la imagen de la vid; por algo será. El vino, la vid, la viña, son expresión gozosa de riqueza, de belleza, de abundancia, de alegría y de amor. En definitiva, símbolo bíblico de su pueblo Israel, que ha de continuar y continúa en su nuevo pueblo, en la comunidad cristiana de la Iglesia. A través de estas imágenes, Dios quiere hablar a su pueblo y cada uno de sus componentes: a nosotros hoy también. ¿Y qué nos dice?
>Había un propietario que plantó una viña…, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Dios hizo lo imposible para tener una hermosa viña que produjera buenos frutos: uvas, vino. Abundancia y gozo. Esa viña somos nosotros, su pueblo, su comunidad, su Iglesia. ¡Cómo piensa y actúa Dios con los hombres y a su favor, en ti y en mí, por nuestro bien! ¿Lo tengo en cuenta habitualmente? ¿Es fuente de gratitud y de entrega alegre? ¿Qué frutos produzco yo? Si soy agradecido, alegre y entregado, o lo contrario, descubro con facilidad los frutos… Los que formamos la Iglesia de Cristo somos ahora quienes hemos de producir buenos frutos de salvación. Cada uno ha de aportar un auténtico testimonio de fe y experiencia cristianas para mejorar y hacer crecer la viña del Señor. ¿Soy consciente de ello y responsable en el compromiso? En su momento, el Señor nos va a pedir cuentas. ¿Qué estoy haciendo al respecto? ¿Mejoro yo la viña, la Iglesia, con mi compromiso fiel a Jesús y al Evangelio? Sí, sí, piénsalo… ¿Y la viña de mi alma, qué y cómo?
>Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Parece que la viña produce uva buena, tanto que los labradores quieren adueñarse de ella. No quieren entregársela a su propietario. Con esa ambición y avaricia tan grande están dispuestos a apalear, matar, apedrear…: ¡lo que sea, y a quien sea! Y hacen lo mismo con el hijo y heredero del propietario. ¡Hasta donde puede llevar la avaricia! Robarle a Dios sus propiedades. Simplemente eso. Nada menos que eso. ¡Y de qué manera! Digámoslo de otro modo y con palabras autorizadas: “Los labradores no quieren tener un amo, y esos labradores constituyen un espejo también para nosotros. Los hombres usurpamos la creación que, por decirlo así, nos ha sido dada para administrarla. Queremos ser sus únicos propietarios. Queremos poseer el mundo y nuestra propia vida de modo ilimitado. Dios es un estorbo para nosotros. O se hace de él una simple frase devota o se lo niega del todo, excluyéndolo de la vida pública, de modo que pierda todo su significado… Donde el hombre se convierte en único amo del mundo y propietario de sí mismo, no puede existir la justicia. Allí solo puede reinar el arbitrio del poder y de los intereses” (Benedicto XVI). ¿Te hace pensar? Pero, ¿acaso no está sucediendo eso? Medita, contempla y… ¡sé consecuente! Es la hora de vivir el Evangelio. No hay tiempo que perder…
>Al ver al hijo se dijeron: ´Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia´. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Hasta ahí se llegó con el Hijo, nada menos que Jesucristo. Y hasta ahí se llega, hoy también, cada vez que se acaba con un cristiano… Y cada vez que un cristiano echa a Cristo de su vida. ¡Que podemos ser tú y yo en cualquier momento! “Ciertamente se puede echar al Hijo fuera de la viña y asesinarlo, para gozar de forma egoísta, solos, de los frutos de la tierra. Pero entonces la viña se transforma muy pronto en una terreno yermo, pisoteado…” (Ib). Incluso la viña que es la Iglesia. ¡Sería también un gran dolor! ¿Tratas de evitar que sea así, tratando de ser ahora, hoy, aquí, Iglesia viva que produce buenos frutos? Por el bien de la humanidad. Por mí bien.
>Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos”. Aquí la pregunta es: ¿Qué hará el Señor con nosotros si no somos buenos trabajadores de su viña. Sencillamente, la ofrecerá a otros labradores para que la sigan cultivando mejor que nosotros. ¿No te inquieta esta decisión justa del Señor? ¿Qué haces para que esto no te suceda jamás? Pues así ocurrió con el pueblo judío poco tiempo después que sus responsables religiosos, sacerdotes y ancianos del templo, acabaran con el Hijo: agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Ocurrió en el Calvario. Donde también salió victorioso de la tumba por el Poder del Padre. Y vive ahora con nosotros por el Poder del Espíritu Santo.
Para terminar: No olvidar que esta parábola nos invita a ser fieles trabajadores, discípulos misioneros, de nuestro amo Dios. Él no es un propietario que nos carga de trabajo y nos tiene esclavizados, todo lo contrario. Él es un Padre que nos ama. Aceptar a Dios en nuestra vida es aceptar el amor servicial que es fuente de libertad y felicidad. Reza lentamente el Padrenuestro…
27º domingo del Tiempo Ordinario
Para empezar: Retírate… Recógete… Silénciate… y ponte en la Presencia del Señor que te está esperando. Salúdale: En el nombre del Padre y del Hijo y de Espíritu santo. Oh mi Dios Trinidad que habita en mí, te adoro dentro de mí… Que tu Palabra resuene dentro de mí… Que tu Amor sea ardiente dentro de mí…
Leer despacio el texto del Evangelio: Mateo 21,33-43
Jesús dijo a los sacerdotes y a los ancianos del templo: “Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les envió a su hijo diciéndoles: ´Tendrán respeto a mi hijo´. Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ´Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia´. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Le contestaron: ´Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo´. Y Jesús les dice: ´¿No habéis leído nunca la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?´. Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos”.
Contemplar…, y Vivir…
Escuchad otra parábola…Aparece una vez más la viña en las parábolas que Jesús presenta en estos domingos. Es una de las grandes imágenes de la Biblia: la imagen de la vid; por algo será. El vino, la vid, la viña, son expresión gozosa de riqueza, de belleza, de abundancia, de alegría y de amor. En definitiva, símbolo bíblico de su pueblo Israel, que ha de continuar y continúa en su nuevo pueblo, en la comunidad cristiana de la Iglesia. A través de estas imágenes, Dios quiere hablar a su pueblo y cada uno de sus componentes: a nosotros hoy también. ¿Y qué nos dice?
>Había un propietario que plantó una viña…, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Dios hizo lo imposible para tener una hermosa viña que produjera buenos frutos: uvas, vino. Abundancia y gozo. Esa viña somos nosotros, su pueblo, su comunidad, su Iglesia. ¡Cómo piensa y actúa Dios con los hombres y a su favor, en ti y en mí, por nuestro bien! ¿Lo tengo en cuenta habitualmente? ¿Es fuente de gratitud y de entrega alegre? ¿Qué frutos produzco yo? Si soy agradecido, alegre y entregado, o lo contrario, descubro con facilidad los frutos… Los que formamos la Iglesia de Cristo somos ahora quienes hemos de producir buenos frutos de salvación. Cada uno ha de aportar un auténtico testimonio de fe y experiencia cristianas para mejorar y hacer crecer la viña del Señor. ¿Soy consciente de ello y responsable en el compromiso? En su momento, el Señor nos va a pedir cuentas. ¿Qué estoy haciendo al respecto? ¿Mejoro yo la viña, la Iglesia, con mi compromiso fiel a Jesús y al Evangelio? Sí, sí, piénsalo… ¿Y la viña de mi alma, qué y cómo?
>Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Parece que la viña produce uva buena, tanto que los labradores quieren adueñarse de ella. No quieren entregársela a su propietario. Con esa ambición y avaricia tan grande están dispuestos a apalear, matar, apedrear…: ¡lo que sea, y a quien sea! Y hacen lo mismo con el hijo y heredero del propietario. ¡Hasta donde puede llevar la avaricia! Robarle a Dios sus propiedades. Simplemente eso. Nada menos que eso. ¡Y de qué manera! Digámoslo de otro modo y con palabras autorizadas: “Los labradores no quieren tener un amo, y esos labradores constituyen un espejo también para nosotros. Los hombres usurpamos la creación que, por decirlo así, nos ha sido dada para administrarla. Queremos ser sus únicos propietarios. Queremos poseer el mundo y nuestra propia vida de modo ilimitado. Dios es un estorbo para nosotros. O se hace de él una simple frase devota o se lo niega del todo, excluyéndolo de la vida pública, de modo que pierda todo su significado… Donde el hombre se convierte en único amo del mundo y propietario de sí mismo, no puede existir la justicia. Allí solo puede reinar el arbitrio del poder y de los intereses” (Benedicto XVI). ¿Te hace pensar? Pero, ¿acaso no está sucediendo eso? Medita, contempla y… ¡sé consecuente! Es la hora de vivir el Evangelio. No hay tiempo que perder…
>Al ver al hijo se dijeron: ´Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia´. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Hasta ahí se llegó con el Hijo, nada menos que Jesucristo. Y hasta ahí se llega, hoy también, cada vez que se acaba con un cristiano… Y cada vez que un cristiano echa a Cristo de su vida. ¡Que podemos ser tú y yo en cualquier momento! “Ciertamente se puede echar al Hijo fuera de la viña y asesinarlo, para gozar de forma egoísta, solos, de los frutos de la tierra. Pero entonces la viña se transforma muy pronto en una terreno yermo, pisoteado…” (Ib). Incluso la viña que es la Iglesia. ¡Sería también un gran dolor! ¿Tratas de evitar que sea así, tratando de ser ahora, hoy, aquí, Iglesia viva que produce buenos frutos? Por el bien de la humanidad. Por mí bien.
>Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos”. Aquí la pregunta es: ¿Qué hará el Señor con nosotros si no somos buenos trabajadores de su viña. Sencillamente, la ofrecerá a otros labradores para que la sigan cultivando mejor que nosotros. ¿No te inquieta esta decisión justa del Señor? ¿Qué haces para que esto no te suceda jamás? Pues así ocurrió con el pueblo judío poco tiempo después que sus responsables religiosos, sacerdotes y ancianos del templo, acabaran con el Hijo: agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Ocurrió en el Calvario. Donde también salió victorioso de la tumba por el Poder del Padre. Y vive ahora con nosotros por el Poder del Espíritu Santo.
Para terminar: No olvidar que esta parábola nos invita a ser fieles trabajadores, discípulos misioneros, de nuestro amo Dios. Él no es un propietario que nos carga de trabajo y nos tiene esclavizados, todo lo contrario. Él es un Padre que nos ama. Aceptar a Dios en nuestra vida es aceptar el amor servicial que es fuente de libertad y felicidad. Reza lentamente el Padrenuestro…
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