Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día
Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día
12 domingo del Tiempo Ordinario
Para empezar: Retírate… Recógete… Silénciate… Dios está aquí… Dios está en ti… Te esperaba y deseaba este encuentro íntimo y personal. Alégrate… Y búscale… El encuentro es cuestión de fe y de amor… Créele…, y ámale…
Leer despacio el texto del Evangelio: Mateo 10,26-33
Jesús dijo a sus discípulos: “No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; Ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehena”. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos”.
Contemplar…, y Vivir…
[Aunque el Tiempo Ordinario litúrgico se retomó el día siguiente de Pentecostés, las solemnidades de la Santísima Trinidad y del Corpus hacen que hoy volvamos al Tiempo Ordinario y por tanto a la lectura continuada del Evangelio de san Mateo. Proseguimos con unos versículos del Sermón de la Misión: cuando Jesús convoca y envía a los doce a evangelizar].
Mira despacio y contempla al grupo de los doce apóstoles, tú eres uno de ellos ahora: mira los rostros de ilusión y de sorpresa, y también el de Jesús, llenos sus ojos de brillo y esperanza… Y no pierdas palabra; ante todo, abre tu corazón a esas palabras: son espíritu y vida… Te quieren enviar…
1/ No tengáis miedo. Tres veces en este texto, Jesús repite, insiste, en que no tengamos miedo. ¿Miedo de qué? A muchos les pasa: tienen miedo de ser fieles a Él y al Evangelio, de anunciarlo y, claro, temen las consecuencias que esto puede tener cuando ello no es aceptado e incluso rechazado. Como cristiano, como discípulo misionero de Jesús: ¿Tengo miedo? ¿Cuáles son mis miedos? ¿Cuál es la causa de mis miedos? Es muy bueno clarificar todo esto en relación íntima con Jesús. Pregúntate y pregúntale… Antes de nada hay que alcanzar la paz interior… Él te la quiere dar… Si Él nos llama y nos envía, tenemos todas las garantías de su fortaleza y de su asistencia: “Yo estoy con vosotros todos los días”. “No os dejaré huérfanos”… Se ha comprometido con sus mismas palabras. ¡Y no falla!
2/ No tengáis miedo, a hablar de Jesús y de la Buena Nueva del Reino que ha venido a instaurar por el bien de todos y de cada uno, por la humanidad entera. Todo cuanto Él es y trae ha de estar disponible para todos. Es de bien público por excelencia. No es para hablarlo y vivirlo en las sacristías. Él es la transparencia total del Padre. Su rostro amoroso y misericordioso. No viene a engañar a nadie ni a aprovecharse de nadie, viene a servir a todos el perdón, la paz, la salvación; viene a ser camino, verdad y vida para todos: es Dios salvador para todos; y también el hombre por excelencia que nos enseña a serlo nosotros de verdad, y cómo ser hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Todo ha de ser trasparente, pero no impertinente ni carente de prudencia y justeza. ¿Tengo miedo a hablar de Dios, del bien, de la verdad, de la fe…? Señalar lo que está bien y está mal conforme a la enseñanza de Jesús. ¿No será que no lo tengo asimilado y que mi fe es más una etiqueta que una decisión personal y un compromiso? ¡He de pensármelo bien!
3/ No tengáis miedo, a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Cuánto miedo nos dan hoy quienes matan, y lo hacen a discreción y a gusto, desde la vida inocente a los ancianos ya machacados por la vida. Pasando por todo tipo de terrorismo. ¡Nos debe preocupar y doler, claro que sí! Pero tienes que preguntarte: ¿Y por qué no nos da miedo tanta muerte del alma, de la fe, de la gracia, del amor de Dios y los hermanos? ¿Simplemente porque no se ve? ¿Que no se ve? Mira a los ojos y verás tantas almas lánguidas, tristes, frías, egoístas, muertas… Cadáveres ambulantes. ¿Rezas por ellos? ¿Ofreces algo por ellos? ¿Te haces cercano y tienes una palabra de paz, de consuelo, de solidaridad fraterna, de compasión? En todo esto, ¿qué es lo que intento o debo intentar hacer yo?
4/ No tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. ¡Qué consolador! En definitiva, valemos tanto a los ojos de Dios, que nunca y en nada escapamos de su proyecto amoroso. Dios me quiere tanto, que está conmigo, me defiende siempre, es mi escudo y fortaleza…, soy su tesoro precioso, no lo quiere perder ni nos quiere perder jamás, nunca jamás… No lo dudes: eres siempre un valor en alza para Dios. ¡Eres su pequeño y amado querido hijo/a! Te lleva siempre en el corazón. ¿Le llevas tú a Él en el tuyo?
En definitiva, ¿me decanto por Dios mi Padre, y afirmo que lo es o no me inclino por nada ni nadie? ¿Tan cobarde soy? ¿Tan poco humano? ¿Tan poco cristiano? Tan poco… nada de nada… ¿Quién eres entonces y por qué? Confía en Dios… Nunca te fallará, nunca… Esto es lo que en definitiva te enseña Jesús, hoy.
Para terminar: Acto de confianza y de gratitud… Renueva tu gratitud y tu confianza total en el Señor, tu Dios y Padre, para el que vales mucho, mucho, eres precioso a sus ojos, te lleva gravado en el corazón… Quiere estar siempre contigo y desea que tú seas su imagen viva: así le das gloria y le haces presente entre sus hijos… Goza y no tengas miedo de ser y vivir como hijo de Dios. Inténtalo durante la semana, día a día.
12 domingo del Tiempo Ordinario
Para empezar: Retírate… Recógete… Silénciate… Dios está aquí… Dios está en ti… Te esperaba y deseaba este encuentro íntimo y personal. Alégrate… Y búscale… El encuentro es cuestión de fe y de amor… Créele…, y ámale…
Leer despacio el texto del Evangelio: Mateo 10,26-33
Jesús dijo a sus discípulos: “No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; Ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehena”. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos”.
Contemplar…, y Vivir…
[Aunque el Tiempo Ordinario litúrgico se retomó el día siguiente de Pentecostés, las solemnidades de la Santísima Trinidad y del Corpus hacen que hoy volvamos al Tiempo Ordinario y por tanto a la lectura continuada del Evangelio de san Mateo. Proseguimos con unos versículos del Sermón de la Misión: cuando Jesús convoca y envía a los doce a evangelizar].
Mira despacio y contempla al grupo de los doce apóstoles, tú eres uno de ellos ahora: mira los rostros de ilusión y de sorpresa, y también el de Jesús, llenos sus ojos de brillo y esperanza… Y no pierdas palabra; ante todo, abre tu corazón a esas palabras: son espíritu y vida… Te quieren enviar…
1/ No tengáis miedo. Tres veces en este texto, Jesús repite, insiste, en que no tengamos miedo. ¿Miedo de qué? A muchos les pasa: tienen miedo de ser fieles a Él y al Evangelio, de anunciarlo y, claro, temen las consecuencias que esto puede tener cuando ello no es aceptado e incluso rechazado. Como cristiano, como discípulo misionero de Jesús: ¿Tengo miedo? ¿Cuáles son mis miedos? ¿Cuál es la causa de mis miedos? Es muy bueno clarificar todo esto en relación íntima con Jesús. Pregúntate y pregúntale… Antes de nada hay que alcanzar la paz interior… Él te la quiere dar… Si Él nos llama y nos envía, tenemos todas las garantías de su fortaleza y de su asistencia: “Yo estoy con vosotros todos los días”. “No os dejaré huérfanos”… Se ha comprometido con sus mismas palabras. ¡Y no falla!
2/ No tengáis miedo, a hablar de Jesús y de la Buena Nueva del Reino que ha venido a instaurar por el bien de todos y de cada uno, por la humanidad entera. Todo cuanto Él es y trae ha de estar disponible para todos. Es de bien público por excelencia. No es para hablarlo y vivirlo en las sacristías. Él es la transparencia total del Padre. Su rostro amoroso y misericordioso. No viene a engañar a nadie ni a aprovecharse de nadie, viene a servir a todos el perdón, la paz, la salvación; viene a ser camino, verdad y vida para todos: es Dios salvador para todos; y también el hombre por excelencia que nos enseña a serlo nosotros de verdad, y cómo ser hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Todo ha de ser trasparente, pero no impertinente ni carente de prudencia y justeza. ¿Tengo miedo a hablar de Dios, del bien, de la verdad, de la fe…? Señalar lo que está bien y está mal conforme a la enseñanza de Jesús. ¿No será que no lo tengo asimilado y que mi fe es más una etiqueta que una decisión personal y un compromiso? ¡He de pensármelo bien!
3/ No tengáis miedo, a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Cuánto miedo nos dan hoy quienes matan, y lo hacen a discreción y a gusto, desde la vida inocente a los ancianos ya machacados por la vida. Pasando por todo tipo de terrorismo. ¡Nos debe preocupar y doler, claro que sí! Pero tienes que preguntarte: ¿Y por qué no nos da miedo tanta muerte del alma, de la fe, de la gracia, del amor de Dios y los hermanos? ¿Simplemente porque no se ve? ¿Que no se ve? Mira a los ojos y verás tantas almas lánguidas, tristes, frías, egoístas, muertas… Cadáveres ambulantes. ¿Rezas por ellos? ¿Ofreces algo por ellos? ¿Te haces cercano y tienes una palabra de paz, de consuelo, de solidaridad fraterna, de compasión? En todo esto, ¿qué es lo que intento o debo intentar hacer yo?
4/ No tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. ¡Qué consolador! En definitiva, valemos tanto a los ojos de Dios, que nunca y en nada escapamos de su proyecto amoroso. Dios me quiere tanto, que está conmigo, me defiende siempre, es mi escudo y fortaleza…, soy su tesoro precioso, no lo quiere perder ni nos quiere perder jamás, nunca jamás… No lo dudes: eres siempre un valor en alza para Dios. ¡Eres su pequeño y amado querido hijo/a! Te lleva siempre en el corazón. ¿Le llevas tú a Él en el tuyo?
En definitiva, ¿me decanto por Dios mi Padre, y afirmo que lo es o no me inclino por nada ni nadie? ¿Tan cobarde soy? ¿Tan poco humano? ¿Tan poco cristiano? Tan poco… nada de nada… ¿Quién eres entonces y por qué? Confía en Dios… Nunca te fallará, nunca… Esto es lo que en definitiva te enseña Jesús, hoy.
Para terminar: Acto de confianza y de gratitud… Renueva tu gratitud y tu confianza total en el Señor, tu Dios y Padre, para el que vales mucho, mucho, eres precioso a sus ojos, te lleva gravado en el corazón… Quiere estar siempre contigo y desea que tú seas su imagen viva: así le das gloria y le haces presente entre sus hijos… Goza y no tengas miedo de ser y vivir como hijo de Dios. Inténtalo durante la semana, día a día.
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