Sábado, 23 de noviembre de 2024

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Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día

por Dentro, muy dentro de ti

Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio
 
6º domingo de Pascua
 
Para empezar: Retírate… Recógete… Silénciate… Despacio, hazte la señal de la cruz… Y desea y pide y quiere e inquiere, que el Espíritu Santo pueda obrar libremente en ti. A partir de ahí…
 
Leer despacio el texto del Evangelio: Juan 14,15-21
 
Dijo Jesús a sus discípulos:”Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él”.
 
Contemplar…, y Vivir…
 
Fragmento éste, denso para contemplar con calma. Las palabras de Jesús están repletas de vida y amor, de íntima confidencia. Cinco son las personas que aparecen en el texto: el Padre, el Hijo Jesús, el Paráclito o Espíritu de la verdad, el mundo o los hombres en general, y vosotros, o sea, los discípulos seguidores de Jesús. La trama entre todos ellos son las relaciones de íntimo conocimiento que se dan o pueden darse, o no, entre ellos. Uno puede contemplar una y otra de esas personas o grupos, tomando las palabras que Jesús dice sobre ellos. Y ahí detenerse a gustar aquello internamente. No es poca cosa esa contemplación.
Si me amáis, guardaréis mis mandamientos… El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama… En este marco se encuadran las palabras de Jesús. Quiere decir el Señor que amarle y guardar sus mandamientos es la misma cosa. ¿Y cuáles son, o cuál es el mandamiento de Jesús? Ante todo, su enseñanza para la vida y así poder llegar a la Vida; pero más principalmente aún, amarse los unos a los otros tal como Jesús los ha amado. Esto significa que cumplir los mandatos de Jesús es amarle a Él, y amar a los demás es también amarle a Él. Es cierto que en mi vida cristiana cotidiana no puedo prescindir ni de la enseñanza de Jesús, ni de los demás. Ambas cosa me llevan directamente a amar a Jesús, a amarlo en concreto y de verdad. ¿Tienes en cuenta esto en tu vida? ¿O te pierdes en elucubraciones, en exigencias y en devociones? ¿A qué y a quién y cómo amas tú? Atento, porque tal vez tu amor, ese amor que pide Jesús, se diseca y hasta se diluye y va desapareciendo de tu vida. ¡Eso sería muy grave! Porque el mandato de Jesús de amar y a hacerlo como Él, tiene importantes  y decisivas consecuencias para tu vivir cristiano, seguidor de Jesús. Pide luz al Señor para ello. ¡Mira que lo necesitas, no te engañes!
“Yo pediré al Padre que os dé el Espíritu de la verdad… No os dejaré huérfanos…”. Consecuencias maravillosas: Jesús pide al Padre por nosotros… Le pide que nos dé el Espíritu de la verdadNo estaremos huérfanos, porque nos hará vivir y sentir su cercana y atenta paternidad por medio de la presencia operativa del Espíritu del Padre y del Hijo actuando en nosotros y orientándonos hacia el querer amoroso del Padre, al modo del Hijo, y hacia el querer de los demás hijos, o hermanos nuestros, que han de ser amados al estilo de Jesús. ¡Impresionante!
Para un poco y detente: trata de caer en la cuenta de lo que esto significa en sí y para ti…, del dinamismo espiritual de gracia que puede haber en ti… Todo don. Todo gracia… Es algo de lo que logra la oración de Jesús para ti… Antes que tú le pidas, Él está pidiendo e intercediendo siempre por ti personalmente. ¿Te das cuenta? Mira su Rostro, rumia sus Palabras, contempla la escena…
Mora con vosotros y está en vosotros… Vosotros lo conocéis… vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo… El mundo no puede recibirlo… Otras consecuencias: que el Espíritu Santo, don del Resucitado y persona divina, viene a nosotros para morar en nosotros, es decir, establecerse y permanecer en nosotros. Viene además para darnos Vida, su misma Vida, y de esa manera le conoceremos, que es lo mismo que decir que tendremos una mutua e íntima relación de corazón a corazón.
Otra vez aquí haz de detenerte y contemplar cada una de estas afirmaciones de Jesús que transforman tu vida y tu vivir para Dios y los demás: Él quiere y busca hacerse una cosa contigo por medio del Espíritu, quiere y busca que tú seas hoy, ahora, aquí, otro Cristo, que pasa por el mundo con sus mismos sentimientos y haciendo el bien. ¡Esto no es angelismo o espiritualidad abstracta! Es plenitud de vida y compromiso evangelizador. Acoge… Déjate llenar…  Pide e insiste…
Claro que de esto, el mundo, quienes están enfangados en la mundanidad, y los cristianos de simple nombre, ni entienden, ni buscan, ni les pasa esto por la cabeza. Por eso no pueden recibirlo, dice Jesús. Su vacío interior y negativo es grande; su humanismo y su fe, insignificantes y sin relieve alguno. Sin juzgar a nadie, pon a todos en las manos de Dios…
Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él. Es otra sublime consecuencia de tener dentro de sí el Espíritu de la verdad, el Espíritu del amor: uno está capacitado para amar a Jesús, y entonces, además, recibirá más: será amado del Padre y del Hijo; por tanto uno lleva en sí el Amor de los Tres. ¿No será eso el cielo dentro de ti? ¡Seguro!
Todavía Jesús añade algo impensable para nosotros: lo amaré y me manifestaré a él. ¿No te parece algo puramente divino? Manifestarse es mostrarse o darse a conocer de alguna determinada manera, o también aparecer y explicarse. Por amor, ¡hasta dónde quiere llegar Jesús en lo más hondo del corazón del alma: “revelarse” a ti dentro de ti, aparecerse y explicarse a ti en lo más íntimo de ti… Quiere darse a conocer del todo a ti … ¡No te extrañes ni te asustes; asómbrate, sí, y, sin entender nada, póstrate ante Él en total silencio, pues quiere ser todo tuyo y desde ti de los demás… Adora… Contempla… Y manifiéstale, si puedes, tu amén: hágase en mí según tu Palabra… Y que Nuestra Señora, Santa María, te sostenga…
 
Para terminar: El tiempo que puedas, sigue en esa actitud de acogida y  consentimiento a toda esa acción del Espíritu dentro, muy dentro de ti. Recoge alguno de los sentimientos percibidos en ti y ofrécelos a Dios. Y a lo largo de la semana, pídele que puedas vivir algo de cuanto has contemplado hoy a partir de estas Palabras de Jesús y de su intimidad. Lo ha dicho el Señor y lo sigue diciendo a quien quiera oír: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Ahora también. En ti, también. Reza despacio: Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi libertad, todo mi haber y mi poseer. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que esta me basta (san Ignacio).
 
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