Tangana, Tragedia y Toledo

TRAGEDIA, tal cual, es lo que podemos pensar sobre un uso reciente, con fines artísticos, de la Catedral de Toledo. Ciertamente, no se trató de un transcurso de eventos en el que hubiera episodios de violencia o derrumbes arquitectónicos que derivasen en altas cifras de personas heridas o terrenalmente fallecidas.

El diccionario de la Real Academia Española, en base a una interpretación combinada y relacional de las distintas acepciones asignadas a este término, considera que se trata de algo "luctuoso y lamentable" que "afecta a personas o sociedades humanas", pudiendo "[mover] al espanto".

Algo puede espantar en la medida en la que agita las facetas emocionales y sentimentales de cada cual o emite una señal de alarma interna dado que nuestro bagaje de conocimientos, convicciones y criterios nos permiten discernir entre creaciones maravillosas, creaciones normales y creaciones espantosas.

Con lo cual, puede coincidirse con el Arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, en considerar que el reciente vídeo filmado en el lugar de culto en cuestión con el cantante C. Tangana, titulado Ateo, por ilustrar al clero de manera chabacano-grotesca y participar de gestos de sugestiva obscenidad en el mismo, cuya culminación no es muy acorde a la moral cristiana.

Una degeneración más del arte modernista

Innovar implica dar resultado a una serie de nuevas ideas y conclusiones novedosas que permiten brindar soluciones nuevas o ya perfeccionadas (si existiesen previamente) a la sociedad, para sus necesidades y preferencias, pudiendo servir, igualmente, para la fauna animal o el medio ambiente.

Por el contrario, degenerar no es renovar dentro de lo que el sentido común puede admitir, sino una clase de fenomenología destructiva, que da lugar a la descomposición. Ahora bien, ¿por qué una mera canción no clásica va a degenerar? ¿Acaso no es distinto que sus contenidos nos disgusten sin más?

El problema es que se vulnera esa simbiosis del Bien y de la Verdad (podríamos hablar del aditivo de la Belleza) que el profesor Plinio Correa de Oliveira denominaba como pulchrum. La consideraba además como una garantía que impedía al hombre, no exento de ser testigo de desigualdades armónicas y heterogeneidades artísticas, poder elegir mal.

De hecho, cuando manifiesta su visión crítica de la modernidad, la entiende, sin dejarse llevar extremadamente por el factor del "gusto meramente personal", como algo distinto a lo moderno, a lo innovador y a lo no clásico. La música electrónica, los sofisticados trenes, la Inteligencia Artificial y los skylines financieros no tienen por qué ser un horror por dogma.

¿Acaso no se trataba de una mera historia de conversión?

Es obvio que no es nada ilegítimo, suponiendo que se trata de algo cierto y no meramente escenificado dentro de la cultura del like, como bien la definiría Horacio Giusto, escritor, divulgador y co-productor del programa radial argentino La Resistencia Radio. Pero por desgracia, sí que incurre en esos rasgos comportamentales del segundo factor.

El actor musical del que estamos hablando tiene cierta cuota en el mercado musical español y, por desgracia, como consecuencia de las complicidades activas y pasivas ante el avance de la Revolución, tendemos a demandar, no pocas veces inocentemente, aquello que vulnera el principio del pulchrum.

De hecho, hay posibilidad de expresar la fe no solo con más honestidad, sino igualmente siguiendo géneros musicales modernos. Sirva de ejemplo Grilex, un aficionado del rap, que podrá gustarnos más o menos, encargado de transmitir su fe con honestidad, pensando más en "hablar con Dios" que en el rédito de fama sin buenos trasfondos.

Ya sabemos que es el Espíritu Santo quien nos salva (otra cosa es que uno quiera no ser salvado a fuerza bruta o que incurra en cosas que nadie deja de considerar indebidas, como son los pecados capitales u otras vulneraciones de la Ley de Dios), pero eso no debe de impedirnos, bajo ningún concepto, ser respetuosos con lo sagrado y lo espiritual.

Tampoco se trataba de ninguna clase de adoración y alabanza inspirada en la cristiandad primitiva (alguno me arrojará lo de la "protestantización de las iglesias", pero yo creo que adorar viviendo en el Espíritu no tiene nada que ver per se con las degeneraciones marcadas por la Sola Scriptura luterana, que si acaso, dependerá de grupos...).

Ergo, tan preocupante me resulta la Pachamama por colar, vía degeneración, postulados de una nueva expresión del socialismo, de los propósitos de subversión del orden natural divino por medio del Estado, como estas creaciones de C. Tangana. Puedes ser un escéptico de la música clásica, pero no tienes por qué espantar humillando a los creyentes.

Libertad de expresión, ¿sí o no?

La libertad de expresión no es, de por sí, una libertad de perdición. Otra cosa es que se haga un mal uso de la misma, como puede ocurrir con un utensilio de cocina o con la libertad para formar parejas que devengan en matrimonios que procreen sujetos que corroboran la fertilidad de la sociedad.

Como la misma Summa Theologiae estipula, en Dios está la Verdad así como el fin último de nuestra libertad, porque, en verdad, fuimos concebidos por el Creador de modo que pudiéramos encontrarle libremente, siguiendo nuestro camino, sin negar los complejos patrones heterogéneos del orden espontáneo y la acción humana.

Pero ya se ha dicho que no siempre justifica el fin los medios. Con lo cual, tiene sentido que ejerzamos ese derecho a reprobar, intrínseco a la libertad de expresión (concreta y natural). Ya se trate de rosarios reparadores, concentraciones "más laicas" o materiales propagandísticos, los católicos hemos de hacer algo (eso es una ventaja del mercado libre).