Una tendencia que cobra fuerza en Francia
Misa tradicional y evangelización carismática: así lo viven día a día cinco «tradismáticos»
El término "tradismático" empezó a utilizarse hace algunos años en Francia para expresar la confluencia en la calle de grupos tradicionalistas y carismáticos (ambos muy activos y nada respetuosos de la corrección política) en la lucha contra las leyes destructoras de la familia.
Pero, más allá de esa coincidencia en las trincheras, ante el enemigo común (el laicismo agresivo en el poder y la descristianización de la sociedad), de perspectivas religiosas notoriamente diferenciadas, la palabra designa también a algunas realidades eclesiales que beben de ambas fuentes.
Como ejemplos de esta porosidad, Marine Tertrais ha conversado con cinco personas que compaginan en su vida como cristianos ambas tendencias, en un reportaje que forma parte de un dossier especial sobre los "tradis" en el mensual católico francés La Nef (nº 338):
¿Ha dicho usted "tradismático"?
A partir de los años 70, numerosas comunidades católicas florecieron por toda Francia.
Algunas siguieron la corriente reformadora de la Iglesia, participando al gran movimiento de la Renovación Carismática; otras tendieron a salvaguardar y defender la forma extraordinaria del rito romano, que algunos querían abolir.
Miles de personas, en su mayoría jóvenes, por las calles de París iniciando la peregrinación a Chartres, el gran momento anual de los grupos católicos tradicionalistas en Francia.
Al principio existían grandes diferencias entre estas comunidades, aunque no eran pocos los fieles que frecuentaban tanto la abadía de Triors [tradicionalistas] como los Foyers de Charitè [carismáticos]. Actualmente, las diferencias subsisten, pero son numerosos los jóvenes, y no tan jóvenes, que no conciben un Pentecostés sin peregrinación a Chartres [tradicionalista] y que se reúnen con sus amigos en las sesiones de Paray-le-Monial [carismáticos].
Una mayor porosidad entre las comunidades
Blandine es una madre de familia de 42 años. Muy apegada a la misa en la forma extraordinaria, cada domingo participa en la misa de una parroquia en la que realiza su ministerio un sacerdote de la Fraternidad de San Pedro. Sin embargo, este apego no le impide ponerse, junto a su marido, al servicio de una Escuela de Caridad y de Misión para matrimonios de la Comunidad Emmanuel. Afirma que en la misa tradi "recibe los tesoros de la Iglesia transmitidos en su integridad" y de sus amigos carismáticos le gustan "el tiempo de adoración y su sentido de la misión".
También Benoît ama "la riqueza que le aportan estas comunidades con sensibilidades tan diferentes". Joven padre de 34 años, descubrió el universo tradi en el capítulo de niños de la peregrinación a Chartres. "Recuerdo que el abad Coiffet dijo un día: 'Nada es demasiado hermoso para Dios'. Lo creo de verdad'". Es por esta razón por la que le gusta ir con regularidad a la misa de la Fraternidad de San Pedro, cerca de su casa. Lo que más le conmueve es el profundo respeto de los fieles a la Presencia Real y la liturgia, que despliega sin complejos sus tesoros para "honrar al Rey de reyes". Durante un año formó parte con su esposa de una familia de la Comunidad de Emmanuel: "Nos gustó mucho reunirnos para alabar a Dios y expresar nuestra alegría de ser cristianos".
Vídeo promocional de los encuentros carismáticos en Paray-le-Monial, lugar de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque.
Esta alegría es la misma que busca cada semana Thérèse, una joven estudiante de 26 años, en la Escuela del Verbo Eterno y Nuevo. Este programa, que se lleva a cabo en quince parroquias parisinas, ofrece a los jóvenes un tiempo de oración y formación. "He crecido en el seno de una familia tradi y mi padre espiritual es un canónigo de la abadía de Lagrasse, pero en este recorrido de formación siento una alegría y una frescura que da impulso a mi vida espiritual".
Estar de acuerdo sobre lo fundamental
Administradora de una escuela independiente en cuya capilla presta servicio la Fraternidad de San Pedro, Pascale, madre de familia de 41 años, participa cada verano con su marido e hijos a un retiro de la Comunidad de las Bienaventuranzas: "Nos gusta que nuestros hijos vean que la Iglesia es diversa, que las diferentes comunidades se enriquecen mutuamente". Afirma que si existen puentes entre el mundo tradi y las comunidades carismática, es porque los católicos se han dado cuenta de que son minoría. "En una sociedad tan descristianizada, los jóvenes comprenden la urgencia de vivir su fe con fuerza y la necesidad de volver a centrarse en lo fundamental", constata.
Unirse para anunciar a Cristo
Stanislas, joven de 36 años, comparte esta opinión: "Actualmente, los fieles se burlan un poco de las capillitas; lo que quieren es vivir una relación intensa con Dios, encontrar un grupo que los alimente, estar con católicos felices de vivir su fe y que la transmitan". Con sus amigos ha lanzado, en el contexto de la peregrinación a Chartres, un nuevo capítulo, "Los peregrinos de Emaús", cuyos vocación es evangelizar en las carreteras durante la peregrinación. Esta misión se lleva a cabo principalmente con miembros de la comunidad Aïn Karem, una comunidad nueva de la diócesis de París. En su opinión, en estos tiempos de crisis de fe, "todos los bautizados deben unirse para anunciar a Cristo al mundo", sea cual sea su sensibilidad.
"No olvidemos que 'en la casa de mi Padre hay muchas moradas' (Jn 14, 2)", concluye Blandine. "A cada miembro del Cuerpo se le da una gracia para una misión. En el fondo, todo análisis sociológico de la Iglesia debería explicar las tendencias humanas (de las que el hombre no puede o no debe nunca abstraerse), pero también y sobre todo debería mostrar humildad ante la obra del Espíritu Santo, que sopla donde quiere".
Traducción de Elena Faccia Serrano.