Sábado, 23 de noviembre de 2024

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Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día

por Dentro, muy dentro de ti

Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día
 
4º domingo de Pascua
 
Para empezar: Retírate… Serénate… Recógete… El Señor está ahí y te espera… Quiere estar contigo… ¿Quieres tú estar con Él?... ¿Deseas estar en amistad con Él?... De verdad: “El guarda tu entradas y salidas, ahora y por siempre”… Invoca a su Espíritu para que anime y reanime tu espíritu… Y le oriente… Pídelo… ¡Fíate!
 
Leer despacio el texto del Evangelio: Juan 10,110
 
“En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas la suyas camina delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: “En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrán entrar y salir, y encontraréis pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengáis vida y la tengáis abundante”.
 
Contemplar…, y Vivir…
 
[Contemplamos esta hermosa alegoría o comparación del pastor y de la puerta. Sobre todo, el tema de la puerta, que es muy significativo y poco usado, siendo bien importante. La escena se desarrolla en uno de los grandes espacios del Templo de Jerusalén, abarrotado de gente que ha venido a la fiesta de “La Dedicación”. Era invierno y hacía frio. En el texto, Jesús emplea cuatro veces la palabra puerta, por algo será; en dos de ellas afirma directamente: Yo soy la puerta, ¡nada menos!].
En verdad, en verdad os digo… Sitúate al lado de Jesús, entre la gente: contempla el ambiente y la multitud, y sobre todo a Jesús y sus palabras; Él quiere que penetren bien en los oídos y sobre todo en el corazón de sus oyentes, tú ahora el primero. En verdad, en verdad os digo, o sea, Pues sí, os lo aseguro… Quiere Jesús que le escuchemos y que lo hagamos con la certeza de que cuanto dice “va a misa”, es así, no tiene vuelta de hoja, es importante y decisivo para quien lo escucha. ¿Cuál es tu actitud ante las palabras del Señor? ¿Son unas palabras más entre tantas? Su deseo es que te hagan una creatura nueva, te den una mentalidad nueva, y un corazón nuevo… “Mis palabras, -dijo-, son espíritu y vida”… “El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”. ¿Las escuchas de sus labios con ese convencimiento? ¡Te juegas mucho en ello! Inténtalo ahora mismo en esta contemplación… No vayas a ser tú de aquellos que oían, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. ¿Verdad que no es así para ti?
Yo soy la puerta de las ovejas…, la puerta del aprisco de las ovejas…
[La comparación de la persona de Jesús, que él mismo hace, con la puerta puede que para nosotros resulte un tanto forzada, pero no así para el público que le escuchaba aquella mañana. Todo el mundo sabía que los pastores solían hacer de auténtica puerta de salida del redil de piedra, al dormir atravesados en su hueco, de manera que para salir o entrar alguien o el mismo ganado, tenía que pasar por encima de ellos necesariamente].
Ninguna oveja salía, ni ningún ladrón entraba, sin que el pastor lo notara, permitiera y custodiara. Así es Jesús para la Iglesia, aprisco universal, y para cada comunidad cristiana, mi comunidad, rebaño más cercano, al que pertenezco. Estamos protegidos por Él: vela o duerme, cuida a la puerta para que nadie de fuera venga a hacerle daño o a quitarle su fe, su esperanza, su amor, su comunión y tantos otros dones que tenemos como comunidad, y en cuanto que vivimos en comunidad: dones de servicio, de fraternidad, de comunión, de alegría. Su ardiente deseo y cuidado es que nadie nos robe nada de eso. ¿Caigo en la cuenta de lo que supone ser miembro de la comunidad cristiana? ¿Hago yo cuanto está de mi parte?
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrán entrar y salir, y encontraréis pastos…, yo he venido para que tengáis vida y la tengáis  abundante.
Ser Jesús-puerta es decirnos con una metáfora, que solo cuando se asume su misma actitud es posible el acceso tanto a Dios como a los hermanos. Contempla despacio esa imagen y su sentido: entrar por esa puerta supone darle nuestra adhesión plena, aceptarle y quererle y asemejarse a Él en su entrega para bien de todos.
Es más, esta puerta está siempre abierta a la vida, a le lealtad y al amor. Jesús es la alternativa al orden injusto existente en el mundo, y quien entre por Él quedará a salvo de todo peligro, ahora y siempre. Y uno encontrará pastos mejores: su Palabra, su Cuerpo y Sangre, su Perdón, su misma Vida, lo que siempre sacia…, y además no nos lo da con cuenta gotas, sino en abundancia. ¿Alguien, alguna vez, te ha prometido algo semejante y mejor? Por otra parte, una puerta puede estar abierta o cerrada. Una puerta cerrada será siempre signo de hermetismo, de impedimento, de exclusivismo y de negatividad; mientras que una puerta abierta siempre indicará dar paso franco, poder entrar y salir, ofrecer una posibilidad y una invitación a la acogida, a la fraternidad solidaria, etc. ¿Crees que Jesús es una puerta cerrada? ¡Jamás! Cuando Jesús nos habla de entrar por Él como puerta abierta, nos está claramente mostrando su actitud habitual de manos tendidas, franca alegría y corazón abierto. ¿Se me puede ocurrir a mí tener miedo a Jesús y sus exigencias? ¡Me equivocaría! Y como seguidor de Jesús me pregunto: ¿mi puerta, y la del corazón, está abierta, o las más de las veces cerrada? Cuando alguien llega, ¿cómo me encuentra? Y si alguien llama, ¿cómo suelo responder?
Y todavía más: Jesús-puerta es toda una invitación a su amistad: una amistad segura, franca, verdadera, que ama siempre y el primero, y quiere dar lo mejor de sí. ¿Tengo amistad con Jesús? ¿O no sé de qué va esto? En este caso, ¡lo que me estoy perdiendo! Si soy amigo de Jesús, si paso por esta puerta, es un pasar de la esclavitud a la libertad, del miedo a la confianza, de la inseguridad de la duda a la seguridad de la paz, de la debilidad a la fortaleza, al vigor que da el saber que Dios está conmigo y me ayuda… Es siempre un paso a mejor. Es siempre una Pascua, la verdadera Pascua: paso a vivir con y de Jesús Resucitado.
Yo soy la puerta… Jesús esta afirmando que es Dios mismo en la persona del Hijo. Y Dios nunca falla. Para Él nada hay imposible. Por eso que Cristo-puerta supone conversión del corazón. ¡Alégrate, Cristo Resucitado, Puerta de vida, y vida en plenitud, es lo mejor que ha podido pasar! ¡Que te puede pasar a ti ahora en la Pascua! ¡Alégrate y goza con su Presencia, goza con su mismo gozo, Él te lo transmite y te lo quiere regalar! Calla y contempla… Calla y contempla para dejarte llevar de ese Gozo, de tanto Gozo…
 
Para terminar: Un cuento oriental nos narra que un cierto día llegó tras un viaje, el esposo a la puerta de la esposa y llamó. Ella respondió desde dentro: “¿Quién eres?”. Y él le contestó: “Soy yo”. La respuesta de ella no se hizo esperar: “Aquí no hay lugar para dos”. Él se marchó y estuvo pensando largo tiempo. Luego volvió a llamar a la puerta y cuando ella le preguntó: “¿Quién eres?”, él le contestó: “Soy tú”, y la puerta se abrió de inmediato. Cuando el amor ha identificado a los dos, es auténtico.
 
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