Lunes, 23 de diciembre de 2024

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Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día

por Dentro, muy dentro de ti

Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día
 
Domingo de Ramos
 
Para empezar: Retírate… Recógete… Silénciate…  Santíguate despacio, consciente…Te espera el Señor, quiere que participes con Él en este misterio del Domingo de Ramos. Es la hora del encuentro. Deja atrás las tareas y preocupaciones… Invoca al Espíritu Santo, deseando que te conduzca, te oriente y te guíe… Y fíate…
 
Leer despacio el texto del Evangelio: Mateo  21,111
 
Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, en el monte de los olivos, envió a dos discípulos diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con su pollino, los desatáis y me los traéis. Si alguno os dice algo contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto”. Esto ocurrió para que se cumpliese lo dicho por el profeta: “Decid a la hija de Sión: ´Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en una borrica, en un pollino, hijo de acémila´”.
Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud alfombró el camino con sus mantos; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada.
Y la gente que iba delante y detrás gritaba: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”.
Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad se sobresaltó preguntando:¿Quién es este?”. La multitud contestaba: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”.
 
Contemplar…, y Vivir…
 
[Tomamos aquí el texto evangélico de la Bendición de los Ramos. El de la misa será ya el Evangelio de la Pasión según san Mateo. El día de hoy, que es un día tradicional de fiesta y alegría, nos introduce en los distintos sentimientos y realidades que vamos a vivir en los próximos días de pasión, muerte y resurrección del Señor].
No seamos meros espectadores de algo interesante que se desarrolla ante nuestros ojos. Metámonos dentro y contemplemos: a Jesús, sus palabras y sus gestos; a sus discípulos asombrados y contentos, y a la multitud exultante y aclamando… Veo, oigo, admiro, contemplo e intervengo yo también, ¿por qué no? No puedo olvidar que en la contemplación cristiana de los misterios de Jesús, estos se actualizan: se dan en mí y para mí, con su gracia propia y provecho para mí… Contempla ya:
Envió a dos discípulos diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente, encontraréis una borrica atada con su pollino, los desatáis y me los traéis. Si alguno os dice algo contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto”… Esto que pide Jesús a sus discípulos es sorprendente, pero ellos lo hacen sin dudar y seguramente sin entender demasiado o nada. Jesús da una razón que oscurece aún más el hecho: que el Señor los necesita y los devolverá pronto. ¡Cuántas veces nos parece que Jesús obra así con nosotros! Nos pide cosas que no entendemos. ¿Y qué hacemos? Nos quejamos o, en el mejor de los casos, lo olvidamos: “No entiendo nada”, nos decimos, en vez de decírselo a Él y preguntarle. ¿Te ocurre a ti? ¿Y qué haces? ¿Qué harías ahora mismo?
2º Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús… Lo importante siempre será obedecer a Jesús, que tiene palabras de vida para nosotros, nunca, de muerte. Frente a esto, ¿qué haces tú? Los discípulos nos dan un buen ejemplo de obediencia humilde y silenciosa. ¿No es éste un primer rasgo propio del verdadero discípulo? Solo después de la Pascua entenderán, y así lo transcribe el evangelista, esto ocurrió para que se cumpliese lo dicho por el profeta… O  sea, estaba en los planes de Dios, ¡y eso es lo importante! Aunque en parte se nos escapen a nosotros por el momento. Y esto puede ocurrirnos en las mil y una que vivimos día tras día. ¡Ahí anda el Señor! Jesús, por su parte, sí sabía dónde iba: a Jerusalén, al Templo, lugar de la presencia de Dios, donde libraría un gran conflicto con otros personajes judíos; va todavía más allá: va al Calvario, a la cruz, que por ella pasa la presencia de Dios y sobre todo “el amor hasta el extremo”, que es el verdadero monte de Dios, el lugar definitivo del contacto entre Dios y el hombre. ¡Esto también es para ti un ejemplo estimulante!
Trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud alfombró el camino con sus mantos; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Contempla despacio cada uno de estos detalles: borrica, mantos, Jesús monta: imagen sencilla, popular, alegre, que refleja la imagen sencilla y humilde, muy humilde de Jesús Rey-Salvador… A nosotros nos daría vergüenza, a Él no. ¡Se identifica tanto con nosotros y con lo nuestro! ¿Te identificas tú con Él y con lo Suyo? Buena oportunidad ésta, y ahora, para conocerle y aprender a imitarle en lo humilde. ¿No llevas sobre ti algún manto que te estorbe o que no sea necesario? ¡Ponlo a sus pies…, y alégrate como toda aquella gente! ¡Vamos, no te dé vergüenza!
La multitud alfombró el camino con sus mantos; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Ignoraban, más que los discípulos, lo que allí acontecía. Pero intuían algo, y forman un cortejo que acompaña a Jesús, con expresiones de júbilo y ornamentación, con el ánimo de una fiesta que empieza. Y por eso, la gente que iba delante y detrás gritaba: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”. La gente rinde homenaje a Jesús como Hijo de David con las palabras del salmo 118 de los peregrinos. Tú ahora vas en esa comitiva, rinde homenaje a Jesús: desde lo hondo de tu corazón, manifiesta tu entusiasmo por Él, alábale, dile lo que piensas espontáneamente de Él. Expláyate en tu relación de amor íntimo con Él. Muchos en la multitud han intuido al menos, que Jesús no viene en son de guerra, sino de paz, de bendiciones, que Él es la bendición de Dios para su pueblo. Así viene siempre a nosotros, a nuestra vida. A tu vida. No viene para destruir; no viene con la espada de la violencia. Viene como don de Dios. Para ellos está claro: Jesús muestra a Dios como el que ama, y su poder como el poder del amor restaurador: redentor y salvador. ¿Está claro también para ti? Respóndele… ¿A qué estas llevado?
Por eso ocurrió lo que ocurrió en toda la ciudad: Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad se sobresaltó preguntando: ¿Quién es este?”. La multitud contestaba: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Unos preguntan y otros responden, siempre es así. ¿Entre quienes me encuentro yo en este mismo momento? Si con Jesús y de su lado, o calla como los discípulos que no entienden, pero gozan y se alegran. Y Jesús acepta que sea así. Gózate con Él y con ellos, como preámbulo a los misterios que habrás de vivir con Él y con ellos en estos días santos que se avecinan: la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesús. Es la hora de recobrar fuerzas de paz y de gozo; de vigor espiritual. Lo vas a necesitar. Cada cosa en su tiempo.
 
Para terminar: Ante todo y con mucha gratitud, nos dejes de alabar al Señor con el corazón y con los labios: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en la alturas”… O bien con otras palabras tuyas y muy personales… Y cántalo si estás solo… O cántalo con el corazón… Recoge lo bueno que has podido vivir en  este momento, da gracias y ofrécelo… Prepárate ya para vivir grandes Misterios en estos ya muy próximos días de la Semana Santa.
 
 
 
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