La belleza salvará al mundo

 
Los expertos en publicidad saben cuánto atrae el rostro hermoso de Gisel Bundchen, Nieves Álvarez, o Claudia Schiffer. Las top-models poseen una gran capacidad de persuasión para colocarnos lo que sea, desde un sugerente perfume hasta un coche inteligente. Sí, la belleza nos entra por los sentidos y se dirige al corazón pasando por la inteligencia, y de este modo causa ese  agrado que nos proyecta en la eternidad.
 
Nuestros hermanos ortodoxos saben bien que el arte es como un sacramento de la belleza divina que nos lleva a ser mejores  y a participar de la santidad de Dios. Porque lo que seduce y atrae de la belleza es su origen divino, y quien desprecia lo bello no puede rezar y será incapaz de amar como dijo von Balthasar. Se comprende bien el éxito sin precedentes del proyecto Las edades del hombre que viene desarrollándose desde hace décadas en España, y algunas ediciones en el extranjero. Los millones de visitantes de anteriores ediciones confirman el fino olfato de la gente corriente para buscar la belleza hermanada con la fe. Entrando en esas páginas de la historia de nuestra Iglesia hemos comprendido que la fe se hace cultura y que Dios está presente en el mundo y nos ama.
 
Por el contrario, algunas manifestaciones del arte contemporáneo dejan mucho que desear. Así el feísmo buscado intencionadamente por algunos artistas -ejecutan pinturas repulsivas, músicas satánicas, u obras de teatro pervertidas- son un síntoma de padecer la enfermedad mortal del nihilismo, una señal de estar lejos de Dios.
 
Conocer la realidad y contemplar el brillo que emana requiere mucho esfuerzo del artista y de los que contemplan: una prolonga educación de los sentidos, de la inteligencia y del corazón, es decir, aprender a contemplar. Con el esfuerzo de todos uniremos nuestras voces a las del Salmo XIX: Los cielos proclaman la gloria de Dios/ el firmamento pregona la obra de sus manos. Porque en verdad estamos hechos para la belleza, que es la llamada de otro mundo que nos rescata de la vulgaridad. Dios todo lo hizo perfecto, el hombre es su obra maestra, y Cristo recapitula en sí toda la creación. Porque Dios es toda la belleza, por eso, el mundo está salvado.