Sábado, 23 de noviembre de 2024

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Es Domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día

por Dentro, muy dentro de ti

Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio
       del día
 
Inicio: Te espera el Señor… Hazte tú presente a Él… Deja ahora todo lo que no es Él… Cree en él y adora humildemente a tu Señor… Él quiere hablar y tú obedecer…, para “en todo amar y servir”… Hazte disponibilidad…
 
Leer despacio el texto del Evangelio: Lc 17,510
 
En aquel tiempo, los Apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe.”
El Señor contestó: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y os obedecería.”
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor, cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: ´¿Enseguida, ven y ponte a la mesa?’ ¿No le diréis: ´Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú?’ ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: “Somos unos pobres siervos hemos hecho lo que teníamos que hacer”.
 
Contemplar… y Vivir…
 
La enseñanza precedente de Jesús a sus discípulos en el camino hacia Jerusalén, había tratado de la gravedad del escándalo y de perdonar siempre al hermano aunque te haya ofendido siete veces al día. Los discípulos han quedado un tanto sorprendidos e incluso asustados. De ahí la inmediata y positiva reacción de los apóstoles:
<>“Auméntanos la fe”.  Súmate a esta petición de fe de los discípulos, tú eres ahora mismo uno de ellos. Mírale serenamente a los ojos…, déjate mirar por Él…Grítale fuerte desde lo más hondo de ti mismo: Auméntame la fe. Más fuerte e insistentemente todavía… ¿Acaso no tienes necesidad? Piensa un poquito. Fe tienes, sí, pero cae en la cuenta de que para seguir a Jesús como discípulo-misionero y vivir y proclamar el Evangelio, necesitas más fe, mucha más fe. Una fe capaz de decir a esa morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y te obedezca. Una fe que tenga poder para cambiar la realidad. Tenlo claro, esa fe no es talento tuyo o capacidad personal: es fe teologal, o sea, puro don del Señor dado en el bautismo, pero del que nosotros, cada uno, debemos responsabilizarnos, buscando los recursos precisos para reavivarlo y consolidarlo en un proceso constante y de toda la vida. Y la mejor manera de cuidar la fe recibida es vivirla en hondura y transmitirla con humildad desde la propia experiencia. No hace relación a lo que tú haces o no haces, sino a lo que el poder de Dios hace en ti, contigo y a través de ti. Esa fe, pues, no consiste en creer en algo (aunque sea el Credo, que es su mejor compendio de verdades), sino en Alguien, -Dios, Jesús-: crees en Él (su Persona viva), le crees a Él (su Palabra), te fías de Él (su fidelidad constante y eterna), confías en Él (rendición, entrega confidente, abandono, porque te sabes siempre en su corazón misericordioso): todo eso caminando en la noche, peregrino de la luz. Cuando es así, el poder de Dios actúa en ti, porque para Él nada hay imposible: aunque fuera como un granito de mostaza… ¿Cómo es mi fe? ¿En qué punto está? Y ahora, con mayor intensidad interior, mira a Jesús, pide e insiste: Creo, Señor, pero aumenta mi fe… Una vez…, y otra…, y otra… Intentando sacar algún provecho…
<> Suponed que…Esta segunda parte del texto es una parábola, cuyo valor y acento no es social, sino espiritual, dado el contexto en que se encuentra. El punto de interés de la parábola es el criado: la fidelidad en hacer lo que ha de hacer o su fidelidad obediente. Cuanto lleva a cabo el criado, como tal criado, no es el mero cumplimiento de su obligación, sino que se entiende a sí mismo y vive su tarea como servidor, por lo que se entrega del todo al servicio encomendado. Es ésta una gran lección enseñada por el Maestro, y estrechamente ligada a la fe. ¿Entiendes ahora? Puedes preguntarte: ¿Vivo mi fe y compromiso cristianos como siervo de Dios y de los demás? ¿O simplemente por cumplir?
<>Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.
El seguimiento a Jesús como discípulo-misionero suyo o es libre y generoso, y siempre alegre, o si no es inútil y mero cumplimiento. Ni sirve a Dios ni a nadie. Está basado en hacer lo que Dios quiere que haga o sea en ser dócilmente obediente a su Palabra, a sus deseos, que no son caprichosos, sino parte de un proyecto amoroso conmigo al servicio del amor salvador que Él tiene para cada uno. ¿No fue Jesús el Siervo obediente en todo a la voluntad del Padre hasta la muerte en cruz? ¿No es eso lo que nos enseñó? ¿Cómo resuena en mi interior: servir, servidor, hacer lo mandado, pobre siervo? ¿Me chirrían dentro o me serenan?
Poder decir al final de cada jornada: Soy un pobre siervo, he hecho lo que tenía que hacer, requiere mucha humildad y obediencia a la Palabra de Dios escuchada y meditada cada día; requiere mucha fe, mucha disponibilidad, mucha entrega, mucho amor sobre todo. El servidor de verdad es aquel que en todo ama a Dios y a los demás, como la mejor y más importante tarea de servicio. Hoy nadie quiere obedecer ni servir, sino mandar. Entre nosotros, seguidores de Jesús, no es así, no puede ser así. Mi fe es servicial o no es fe. Mi amor es servicial o no es amor. Mi seguimiento a Jesús es servicial o no es seguimiento. Mi obediencia es servicial o no es obediencia de fe, sino militar. Esa no es la que pide Jesús.  
¡Qué buen examen este para el final de mi jornada diaria! ¿Por qué no lo intento antes de irme a descansar?
Termino con una postración interior y adorante a la Presencia de Dios en mí…, dentro de mí… Y con una clara señal de la cruz hecha lentamente…
Durante la semana, repite una y otra vez: Creo, Señor, pero aumenta mi fe
 
 
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