Sábado, 23 de noviembre de 2024

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Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día

por Dentro, muy dentro de ti

Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio
       del día
 
Inicio: Recógete, es la hora del Encuentro contemplativo con el Señor y su enseñanza… Silénciate para que la Palabra de Dios pueda entrar suavemente en ti e iluminar tu vida… Alégrate, aunque no te sea fácil, el Señor quiere estar contigo… Y tú con Él…
 
Leer despacio el texto: Lc 15,1-32
 
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los letrados murmuraban diciendo: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos.” Jesús les dijo esta parábola: “Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos y les dice: ‘¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido.’ Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice: ‘¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido.’ Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.”
 
Contemplar
 
El Evangelio hoy es bien conocido: dos parábolas muy sencillas de gran hondura, belleza y alegría. ¡Que estos convencimientos y sentimientos puedan ser los tuyos en la lectura y contemplación de las mismas!
<> Jesús sigue el camino hacia Jerusalén, y a esta altura, mucha gente y grupos se le unen y siguen. ¡Veían y oían tales cosas y tan maravillosas con Jesús, que continuaban el camino con el Él y con los demás. Así lo señala el texto: solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los letrados murmuraban diciendo: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos”. Unos, todos los publicanos y pecadores, los más desprotegidos y carenciados, se acercan para escuchar a Jesús. Otros, los fariseos y letrados, -la gente más sabia, cumplidora y perfecta, según ellos-, lo hacen para murmurar de Él porque acoge a los pecadores, ese desecho humano, y crear tensiones y mal espíritu. ¿Cómo te acercas tú a Jesús? En la Misa…, en el Sagrario…, cuando visitas a un enfermo o a un necesitado…, ahora mismo, para orar y contemplar… ¿Con qué intenciones y actitudes te acercas tú a Jesús? ¿Qué buscas en Él? ¿Para qué? Es bueno, es necesario que lo valores con sinceridad… ¡Con mucha sinceridad!...
Jesús responde a la crítica y murmuración de los sabiondos con tres parábolas: estas dos y la de hijo pródigo, que hoy dejamos. Tres historias que retratan claramente cómo es el Corazón de Dios Padre con todos sus hijos. Y Jesús obra del mismo modo que su Padre y nuestro Padre, para revelarnos, para darnos a conocer y eliminar todo duda acerca de la cercanía compasiva y misericordiosa, entrañable, de Dios con todos nosotros. ¡Buena lección! ¿La has aprendido tú ya? ¿De verdad? ¡Hoy tienes una buena oportunidad!
<>La parábola de la oveja perdida y la de la moneda perdida son dos historias memorables de misericordia, y también sobre la alegría de Dios cuando lo que se le había perdido lo ha recuperado. Las figuras del pastor y la mujer son sencillas y simplemente maravillosas y comprensibles. ¿No crees? Contémplalas despacio… Mira lo que hacen, escucha lo que dicen y advierte en los detalles de su búsqueda interesada…
El pastor que busca la oveja perdida y la mujer que busca la moneda extraviada están mostrando con elocuencia la preocupación compasiva de un Dios, Padre bueno, que busca, que te busca a poco que te hayas “perdido” o alejado más o menos de Él: nos quiere con Él, nos quiere a su lado por nuestro bien y felicidad y porque nos ha creado para Él y sabe muy bien que nuestro corazón está inquieto, no es feliz ni alegre, mientras no descanse en Él (san Agustín). No nos busca para esclavizarnos, sino para hacernos hijos libres por el Amor. ¿Te lo crees?... ¿Lo vives así?... ¿En qué medida? ¡Empieza ahora mismo a dejarte buscar por Él! Es la búsqueda del Amor, por Amor, para Amar.
<>Los detalles de esas dos parábolas son significativos también, dignos de tener en cuenta: no escatiman ni tiempo ni esfuerzos para buscar lo perdido. ¿Tanto vale lo perdido? ¿Tanto valgo yo? ¡Sin duda! El pastor deja las otras noventa y nueve ovejas solas… Una locura, ¿no? Es injustificable, ¿verdad? La mujer, ilumina, barre…, busca y rebusca: una monedilla, al fin. ¿Se justifica tal afán? Hay que decirlo claro y alto: ni el pastor ni la mujer tienen ninguna duda sobre lo que hay que hacer, y no abandonan la búsqueda hasta haber recuperado la oveja y la moneda: Dios es Aquel que busca sin desfallecer a sus hijos siempre amados, aunque estén confundidos extraviados, despistados o rebeldes, ¡todo lo que quieras! Estén éstos en la situación que estén, aunque sea negativa, desastrosa e inaceptable (pecado, sufrimiento, dolor, etc., ¡añade aquí todo lo que tú quieras!…). Esta búsqueda significa, destaca y pone de relieve y muy alto, cuánto y cuál es el Amor de Dios por cada uno de nosotros…, cuánto y cuál es el valor de cada uno de nosotros los buscados: para Dios nadie es dado por perdido, ¡nunca! Al contrario somos el “objeto” más precioso suyo, la niña de sus ojos, el hijo de sus entrañas de Padre y Madre, la preocupación más gran y preciosa que tiene Dios. ¡Y con todo su inagotable Amor! ¿No ensancha esto tu corazón y se alegra con su Dios-Padre-Amor? ¡Déjalo dar vueltas, una y otra vez, sin prisas, en tu interior!...
<>¡Alegraos conmigo! Es éste otro elemento significativo. El pastor y la mujer invitan a su amigos y vecinos, -¡parece que no es para tanto!, ¿verdad?-. La fiesta seguramente cuesta mucho más que lo recuperado. Pues sí. Pero el gozo de Dios al encontrar lo que estaba perdido, tú, yo…,   ¡es indecible! ¿Cómo no va serlo si eres de verdad su hijo amado. No ha recuperado algo, ha encontrado al hijo de sus entrañas por el que se ha desvivido y se desvivirá siempre…, siempre… ¡Y quiere compartirlo con los demás! ¡No se lo guarda para sí! Es la alegría del cielo, siempre que uno solo se convierte o vuelve más y mejor a Dios. Piénsalo bien: eres amado personalmente por Dios-Padre-Amor… ¡Déjate abrazar por Él… En este mismo momento déjate amar y abrazar por Él! Terminarás la contemplación reconfortado y cambiado. Llevado sobre sus espaldas, o mejor, metido en su Corazón.
¡Ah! Y cae en la cuenta que la imagen de Dios que resulta de todo esto es simplemente sorprendente: no es la de un juez severo ni un contable minucioso y detallista, sino Alguien que, por encima de todo, es Amor y ama con un amor entrañablemente misericordioso y jubiloso, siempre y con cada uno de sus hijos perdidos, sea como sea…
¿No reabre esto tu corazón a la alegría y la confianza en este tu Dios, y al abandono en sus manos? Cae en la cuenta: puede estar sucediéndote ahora mismo. Escucha, mira, obsérvale en esas parábolas y en sus detalles… Es una imagen de Dios que está por encima de cualquier otra imagen.
 
Vivir
 
--A lo largo de la semana, podrás ante todo repasar los interrogantes presentados a lo largo de esta contemplación y detenerte en ellos… ¿Los estoy poniendo en práctica, de qué modo, doy algún pasito que manifiesta que la Palabra de Dios va siendo Palabra de vida, de mi vida? No te desanimes, cada paso adelante es un avance en tu proceso espiritual…
--¿Que te ha llamado más la atención? ¿Por qué? ¿Te ha sugerido algo el Señor? Convérsalo con Él… ¿Que es lo que más paz te ha dado o quitado? ¿Por qué en cada caso? Analízalo y háblalo con el Señor…
--Algo que como creyente no deberías olvidar jamás: “por muy perdidos que nos encontremos, por muy fracasados que nos sintamos, por muy culpables que nos veamos, siempre hay salida. Cuando nos encontramos perdidos, una cosa es segura: Dios nos está buscando. Ésta es la buena noticia de Jesús”. Lo que hoy nos ha contado Jesús nos habla elocuentemente del empeño que Dios tiene por el hombre. Dios se preocupa y busca el bien de cada uno de nosotros.
--Por favor, ponte a vivir la vida con alegría cogido de la mano de Dios, prendido al amor misericordioso de su corazón.
Es importante “pensar y reconsiderar esta alegría de Dios, porque es necesario preguntarse cuál es el sentido de esta alegría y por qué este sentimiento ha de ser una de las características personales de la vida cristiana y también de las comunidades. Para que sea posible, quizá hemos de reconocer que muchos nos habíamos perdido y hemos sido reencontrados por la gracia de Dios. En el sacramento de la penitencia se pide que expresemos con una plegaria o con un gesto, la alegría de sentirnos reconciliados… En la celebración de la Eucaristía, todos los presentes deberíamos expresar el sentimiento espiritual y humano de haber sentido el abrazo del Padre. ¿Por qué no proponer que cada uno mire en su corazón cuál es el sentimiento que está viviendo en los momentos de la celebración? Al final de cada parábola. -recuérdalo-,  hay una misma idea: en el cielo habrá más alegría por un solo pecador convertido. Dios es el fundamento de la alegría” (Misa Dominical).
--Sin esta vivencia de un Dios convertido a nosotros y a nosotros volcado, hecho uno de los nuestros, en una revelación de amor, es imposible la respuesta del hombre. Pero sin la respuesta libre y amorosa del hombre, queda bloqueada la iniciativa transformadora y salvadora de Dios. 
 
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