Miércoles, 06 de noviembre de 2024

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Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día

por Dentro, muy dentro de ti

Es domingo:
Contemplar y Vivir el Evangelio del día
 
Leer despacio el texto (Lucas 9, 51-62)
   
“Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: - «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: - «Te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: - «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro le dijo: - «Sígueme.» Él respondió: - «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó: - «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios. » Otro le dijo: - «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: - «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.» 
 
Contemplar
--El ambiente de estas escenas es el camino que hace Jesús de Galilea hacia Jerusalén. Va con sus discípulos y otros muchos: Jesús tomó la decisión de ir allí y afrontar su final: Getsemaní, el Calvario: la muerte y la resurrección. Su fin es regresar a Dios, a la plena comunión con el Padre, habiendo salvado a sus hermanos. Le impulsa el amor decidido.
Observa bien el grupo: Jesús, los apóstoles y discípulos, los otros, el camino… Atento: mira lo que hacen y escucha lo que dicen…
En ese grupo estás tú también. ¿Acaso nos va tú, hoy, en camino, peregrino en el camino de la vida, con Jesús y con otros hacia tu meta final: Dios, su intimidad definitiva? Bautizado, creyente, ¿acaso no eres seguidor de Jesús? A esto, dale vueltas en tu corazón: con Jesús, con otros, en camino hacia el final… Lo que le impulsó a Jesús te tiene que impulsar también a ti: el proyecto de amor de Dios, afrontado con determinación generosa… ¿Es así? ¿Qué te sugiere esto?
--Envió a algunos por delante para prepararle alojamiento en un pueblo samaritano y no los recibieron, porque eran judíos galileos camino de Jerusalén. A Santiago y Juan, hermanos y especialmente amigos de Jesús, nos les gustó nada y reaccionaron con fuerza: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» ¿Normal, no?. ¡Es lo que a uno le nace dentro cuando es rechazo! Míralos a la cara y escucha bien sus palabras Éstos todavía no habían entendido nada. Mira ahora el rostro de Jesús, su gesto y sus palabras: Él se volvió y les regañó.  
--¿Cómo reaccionas tú antes los rechazos sufridos por vivir tu fe, por decir y hacer como cristiano, seguidor de Jesús? ¿También tú quieres que les parta un rayo? No nos sorprendamos: yendo con Jesús, en el camino de la vida habrá oposiciones, rechazos, nos echarán fuera de los ámbitos públicos; son las persecuciones de sangre o de guante blanco. Tú qué harías o que haces. ¿Sientes que Jesús te mira  y te regaña…, o te felicita?
El rechazo despectivo y la oposición se darán en la misión cristiana. ¡Ah!, y que conste que el juicio pertenece a Dios y seguirá su calendario, no el nuestro. Pídele la gracia y la fuerza de la fidelidad a tu fe, a su Persona, al Evangelio… Pase lo que pase… Señor, soy frágil, sé Tú mi fortaleza…
--Tres episodios que no son anecdóticos: en cada uno estamos implicados todos.
1-A lo largo del camino, uno le dice a Jesús: “Te seguiré a donde vayas”. ¿Le dirías tú algo semejante? Éste es un espontáneo con una generosidad ingenua. Y Jesús le hace poner los pies en la tierra y ser muy concreto: no tiene nada ni donde caerse muerto. Para seguir a Jesús hay que ser como Él, libre, muy libre: no estar apegado a nada ni a nadie. ¿A qué estás dispuesto para seguir de verdad a Jesús, ser su testigo? ¿Eres libre para eso?
2-A otro, Jesús le ve con condiciones y Él mismo le invita: “Sígueme”. Fue para él una sorpresa tan enorme que de inmediato le sale poner condiciones: que le deje “primero ir a enterrar a su padre”. O su padre era muy anciano o muy enfermo o quería cumplir primero con sus obligaciones filiales y luego le seguiría. ¡Bien! Pero Jesús va más allá: no admite condiciones ni escusas y le da una respuesta dura. ¿Por qué?  Porque éste tenía una libertad condicionada a sus relaciones y bienes familiares: ¡razonables y buenas en sí, claro! Se lo pensaría mejor y decidiría después… Jesús no admite condiciones en su seguimiento. Ni se ama ni se sirve con condiciones… Ni a Él ni a nadie. Sólo con total libertad y amor. ¿Pones condiciones a Jesús en tu vida? ¡Es muy sospechoso!
3-Un tercero se encuentra más o menos en las mismas situaciones que el anterior. Y Jesús añade algo más en su respuesta: ¿Estás trabajando en Reino, porque estás conmigo, me sigues…, y lo estás haciendo mirando hacia atrás? Entonces tu corazón está en lo que has dejado… Entonces aquello es tu tesoro… Yo, el Reino, la misión ¿qué valen? ¿Estás aquí porque has encontrado un puesto, un trabajo, una promoción? No vales para el Reino de Dios. Te estás engañando a ti mismo y a los demás. Esto no se puede hacer: tu corazón, tu libertad y tu amor están divididos: ¡amigo, no se puede servir a dos señores: a Dios y al diablo! ¡Como lo oyes1 ¿Cómo te encuentras tú a este respecto?...
 
Vivir
No olvidemos que las palabras de Jesús no están dichas para gente especial: misioneros, curas, monjas, místicos… ¡Qué va! O para aquel tiempo…Todos los creyentes de hoy estamos llamados a seguirle, de un modo o de otro, claro, pero llamados a seguirle y vivir con Él y como Él para extender en Reino de Dios. Jóvenes, personas mayores, matrimonios, el que trabaja y el parado. Hoy esa palabras están dichas para que las vivas tú.
No olvidemos: la insatisfacción que sentimos a veces en nuestro interior, nace de que nuestro corazón no está puesto sólo en el Señor. ¡Seguro! Esto hoy lo tienes que vivir tú.  
Ni olvidemos igualmente que la libertad de amar, la verdadera libertad, la encontramos en Jesús. ¡Ya sé, Señor, que tú lo pides todo…, pero también  lo das todo!... ¡Ya veo, Señor, sólo la caridad, el amor puede dilatar mi corazón, plenificarle, hacerle feliz! Y ese amor-felicidad tiene un nombre: Jesús. Esto, ¿no te interpela hoy personalmente a ti?  Pide a Jesús que te ayude a hacer algo ya mismo: algo de lo que Él te ha pedido o sugerido en esta contemplación para la vida. Que te ayude hoy y toda la semana la siguiente oración:

Tomad, Señor
Tomad, Señor y recibid
toda mi libertad
mi memoria, mi entendimiento
y toda mi voluntad

Todo mi haber y mi poseer
vos me lo disteis
a vos Señor lo torno
Todo es vuestro
disponed a toda vuestra voluntad

Dadme vuestro amor y gracia
que ésta me basta
               Ignacio de Loyola
                                                                  P. Gregorio
 
 
 
 
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