Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Orar es posible

Un camino a seguir

por Dentro, muy dentro de ti

Un camino a seguir

 

Hasta aquí, paso a paso, sin prisas pero de manera precisa y concreta, hemos emprendido un camino orante. Su objetivo era uno solo: introducirnos en la oración, es decir, enseñarnos, llevados de la mano, a conocer y recorrer un camino, cómo alcanzar la meta de una experiencia de oración personal, muy personal, simple, que hace posible el Encuentro íntimo y real con el Señor. Eso es la oración.

En ese Encuentro se nos da el Señor, que es siempre don amoroso para quien le busca, y al mismo tiempo nosotros nos damos a Él, pues nos ha hecho  por amor y para amar, es decir, para darnos y así realizarnos. En una oración así, cambiamos, nos renovamos. Se dinamiza el corazón y la vida para en todo amar y servir a Dios y a los demás. Es la felicidad.  

Que hayamos empezado a recorrer ese camino de oración no quiere decir que hayamos aprendido a andar solos y con holgura: sabemos sí el itinerario, pero aún no conocemos toda su trayectoria, sus altos y bajos, el ritmo y el tiempo necesarios. Y sobre todo, ¿se ha producido el Encuentro, íntimo y real, muy entrañable y personal con el Señor? Porque eso es lo que buscamos. A eso aspiramos.

Se requiere tiempo, y sobre todo, experiencia viva de fe que día tras día lanza y relanza, esperanza que sostiene y amor que alcanza al Amor y une a Él: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo esto es siempre un don. Lo nuestro es acogerlo y seguir avivando el deseo.

Quiero decir con esto, que no basta leer cada uno de los temas ya tratados y quizá entenderlos y pasar a practicar algo esa oración conforme lo hemos ido señalando. No es cuestión de lectura, sino de sabiduría: hay que leer y releer gustando interiormente eso, repasarlo por el corazón, degustarlo, etc. Y pasar a la práctica orante siguiendo cada paso con detenimiento. Y allí donde “percibo”, como fuere, la Presencia, allí quedarme con atención amorosa sencilla, sin mayor esfuerzo que la fe amorosa que espera “algo” del Señor.

Esto requiere tiempo, libertad interior, no pasar adelante, no leer para aprender, quizá repetir lo mismo. Abandonarse confiado. Claro que todo esto nos es hoy muy costoso, dado el ritmo frenético e hiperactivo que llevamos y el ambiente ruidoso en que vivimos, la constante efectividad que buscamos, sin lo cual todo nos parece inútil y de muy escasos o nulos resultados. Así nos parece. Llegamos a creérnoslo y abandonamos todo lo que sea oración o cultivo de la interioridad. Nos perdemos lo mejor de la vida, que es la Vida misma, el Amor trascendente: Dios Presente en mí.

Por eso que, llegado a este punto y esto aclarado, lo mejor que puedo aconsejar es volver una y otra vez al material ya antes entregado y rumiarlo, para que vaya siendo parte de mí mismo, sustancia de mi vida interior, hasta que el Encuentro con Dios me salga solo, o sea, se me regale y no pueda vivir sin Él.

Seguiré danto otros elementos que iluminen el camino de la oración y favorezcan el Encuentro. Siempre como iluminación y apoyo para buscarle, encontrarle y vivirle con la gracia y el poder del Espíritu Santo. El artífice verdadero de nuestra oración. El que hace que Dios se convierta para mí en una persona viva, con quien puedo entrar en comunión, Padre misericordioso, amor, perdón. Que me envuelve y me llena, que me repite que me ama y por quien me siento amado. Daremos unos pasos más y de mayor calado.

Digámoslo una vez más. Esto en absoluto lo logramos nosotros con nuestro buen hacer y buen deseo, no. Lo hace Él en nosotros. Es don. Regalo. Gracia. ¿Quieres más?

***

 ¿Quiere ahora orar? ¿Puedes? Inténtalo.

1/ Vuelve al lugar que sabes bien que te ayuda. Y ponte en condiciones personales y ambientales que favorecen la calma y la interiorización. Desea desearLe… Estar con Él, Dios mismo en ti y para ti. Créelo. Quiérelo. Búscalo. Ahí, dentro de ti te espera… Escucha. Déjate amar…

2/ Tal vez te ayude ahora volver a practicar alguno de los puntos ya vividos en temas anteriores. No lo dudes. Busca y ora con aquello y como allí se te indica. Te lo aconsejo. Vuelve a dar esos pasos del camino andado, vuelve una y otra vez; lo necesitas. No es un volver atrás, es afianzar, dar seguridad al camino que estás haciendo.

3/ ¿Estás recogido/a, estás en ti? Búscame en ti, dice el Señor…  ¿Para qué buscarle fuera, si está sobre todo dentro, muy dentro de ti?... Entra, interiorízate, no es complicado: tu yo hondo, profundo, aspira su Presencia y su Amor. No te busques a ti, sino a Él… ¿Le deseas? ¿Le encuentras?...

Búscate en Mi, añade el Señor. Está contigo y para ti: tu yo no tiene otra misión, otro obrar más noble, alto y bello que Él. No resistas ni tengas temor: en Él, dentro de ti, te encuentras, te realizas, te comprendes y de verdad amas. Repite, sí, repite: Búscame en tiBúscate en Mi

4/ Sin prisas: el Encuentro sigue… La relación continúa… el Amor ha de ser amado y tu amor renovado, fecundado, movilizado a amar más y mejor…, a servir a quien te espera. Sigue el Encuentro… La relación… El Amor… ¿Quieres? ¿Qué quieres? ¿A quién quieres?

5/ Un Amén consentido a Quien está contigo en ti es el consentimiento más tuyo y más libre que puedes hacer… Como resultado, y sin que lo sientas ni entiendas, serás fecundo/a para en todo amar y servir… A Dios y a los demás.

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