Miércoles, 06 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Cómo anda tu oracion

por Dentro, muy dentro de ti

1.      ¿Cómo anda tu oración?

Buena pregunta para un buen examen de vida cristiana. Para responder, claro está, con la experiencia, no con una respuesta aprendida de memoria. ¿Aprobarías?

La oración cristiana. Orar más y mejor como verdadero cristiano. ¿Qué es oración? ¿Cómo orar? Ésta y otras muchas expresiones semejantes son moneda de uso corriente en los muchos libros, cursos y talleres de oración que existen. Y esto es de alabar y para alegrarse. Y es que se siente más y más la necesidad de orar.

Y sin embargo, una pregunta queda flotando en el aire sin llegar a aterrizar, porque no encuentra respuesta en muchos: ¿Oramos mejor los cristianos? Los seguidores de Jesús, ¿sabemos orar? ¿Oramos como nos pide él? ¿Dedicamos tiempo a la oración?

Personal y eclesialmente la respuesta no admite demorar: hemos de orar, necesitamos orar, hemos de aprender a orar, hemos de dedicar tiempo a la oración. Es tan urgente como ser persona humana madura y cristiano auténtico. ¡Así de simple! Digo y afirmo, y no estoy solo al hacerlo ni soy original al expresarlo: hay que orar para ser cristianos, hay que orar  para ser buena persona humana.  Es ésta una convicción profunda nacida de la experiencia. Además, y en definitiva, porque la oración es una íntima relación de comunión amorosa. Sin ella, ni la persona vive ni el cristiano es tal.

De tal convencimiento nace este servicio de pastoral orante.  Es indispensable echar una mano, prestar una ayuda que favorezca la educación a la oración y al hecho de poder orar concretamente y de modo progresivo.

Y de ahí surge la doble propuesta que desea aportar el servicio, doble plato que quiere servir: uno, el primero, dar una sencilla y simple enseñanza o catequesis, o rasgos teológicos y espirituales fundamentales, que se han de tener claros. Aspecto éste más teórico. Y otro, el segundo, ofrecer prácticas orantes que ayuden a meterse en la oración de modo concreto; o sea, aportar pistas para ir orando. Es el aspecto práctico y pastoral de la oración.

Y todo, con la ilusión esperanzada de ayudar a orar, orando; de colmar esa laguna de falta de oración personal; de poner en mano un bastón para facilitar el camino, no siempre llano, de la oración. También la oración hace parte de la vida evangélica que ha de vivir el cristiano de a pie, el hombre, la mujer de la prisas y falta de tiempo.

¿Vives tu fe cristiana? ¿Eres evangelizador? Pues has de tener oración personal y comunitaria cristianas. Es decir, y hablando en plata, no te puede faltar el diálogo personal, íntimo, profundo con tu Padre, Dios Amor y Señor: eso es sencillamente la oración. De lo contrario, tu anemia humana y espiritual es segura.

Ahora…, ponte a orar, siguiendo estos pasos:

1/ Hazte un espacio en tu tiempo, en un lugar o rincón tranquilo y ambientado en tu casa. Coloca una Biblia gran y abierta, una imagen o icono que te ayude, un pequeño y grueso cirio encendido. Y tú, sentado: no comodón ni rígido, sin tensión.

2/ Con mirada serena gratuita, no posesiva, contempla la Palabra de Dios, o la imagen, dejándote llenar por ellas. Si tus ojos se quieren cerrar, que lo hagan… Y con el corazón o con la palabra audible y lentamente invoca al Espíritu Santo: Ven…ven…sí, ven…Lléname… Ven… Inúndame… Sí…, Ven… Transfórmame… Ven… orienta y dirige mi corazón y mi  vida… Ahora mismo… Ven… Lo quiero… Consiento en ello… (O como a ti te salga).

3/ Así te serenas y te centras sin mayor esfuerzo. Mira la Biblia o la imagen cuando lo necesites. Toma la Palabra en tus manos, y lee en el salmo 27 (26): Escúchame, Señor, que gte llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro… Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá… Lee despacio. Vuelve al leer el texto muy despacio, intentando saborear desde dentro, interiormente, cada palabra o frase. Quédate, “degustándola”, en aquella palabra o frase que te dice algo o resuena de algún modo dentro de ti. No tengas prisa.

4/ Llevado por la Palabra, deja a tu corazón que se explaye espontáneamente con el Señor: sea expresándole tus deseos; o a través de la súplica, o la gratitud, o el arrepentimiento, etc. O acogiendo como voluntad suya lo que el Señor te va sugiriendo de cambio de mentalidad, o de actitud, o de compromiso para con Él y con los demás… Pídele la capacidad de asumir y vivir cuanto te pide. Nunca pide lo imposible.

5/ Si no sientes nada o no te dice nada, quédate en paz: se te está comunicando de ese modo. Queriendo estar con Él, le manifiestas tu amor. Sin violencia ninguna, acepta, consiente, cree en su presencia en ti y ama… La obra de Dios se está construyendo muy dentro de ti, casi sin ti. Colabora con tu AMÉN CONSENTIDO.

6/ No tengas prisa. Deja la oración cuando ya te veas como “saturado·, en el buen sentido. O cuando crees que se ha cumplido el tiempo. Pero no la dejes sin antes haber rezado,-y tal vez de pie con los brazos abiertos o cruzados sobre el pecho-, un Padrenuestro, o un Avemaría, y sobre todo un Gloria al Padre…, lentamente, despacio, casi silabeando.

7/ retírate en paz a tus tareas y relaciones. A tus compromisos. Él te acompaña.

(Es bueno y conveniente que durante varios días vayas repitiendo estos pasos o algunos de ellos…, y todo se irá simplificando en ti. Y el Encuentro personal con el Señor se irá dando en ti, dentro de ti. No lo dudes).

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