Cristo en chino se dice JíDú
por Palabras a lazo
Cristo en chino se dice JíDú, o algo así, ya se me disculpará la inexactitud. Se lo cuento porque este fin de semana tuve el gusto de compartir la eucaristía dominical con una comunidad católica china en Madrid. Pero católica patanegra, no "patriótica".
Gracias a la asociación Enraizados y al Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia, tuve conocimiento de una celebración especialmente ofrecida por el arzobispo de Shangai, monseñor Tadeo Ma Daqin, en el aniversario de su ordenación episcopal, renuncia a la Iglesia Patriótica China (controlada por el régimen comunista) y detención al día siguiente. Hoy se cumple un año, por tanto, de su cautiverio.
El caso del arzobispo de Shangai no es único. Otros muchos sacerdotes y obispos fueron detenidos y no se supo nada de ellos hasta pasados muchos años. Algunos han pasado décadas encerrados, sometidos a "campos de reeducación por el trabajo" o, directamente, en paradero desconocido después de caer en las manos de la Policía comunista china.
No es casual que el Evangelio del pasado domingo fuera el del envío de Cristo a 72 de sus discípulos a todos los lugares a los que él quería acudir.
Según se explicó convenientemente, 72 eran las naciones que en tiempos de los judíos, conformaban el mundo. Por tanto, 72 significa la universalidad.
He tenido la fortuna de oir misa en diferentes países y en diomas diversos. La constatación de la universalidad de la Iglesia verdadera es total, gracias a la liturgia.
China -Asia en general- será el corazón de la Iglesia Universal en este milenio. Por eso es tan necesario que seamos conscientes de la importancia del martirio que están sufriendo los católicos en esa esquina del mundo. Durante la misa, se dijo con claridad: "No importa si la persecución dura 100 o 500 años más. No pasa nada. Sangre de mártires, semilla de nuevos cristianos".
En esa confianza debemos encomendar a todo el pueblo chino a María Auxiliadora, a quien se venera con devoción en un santuario cercano a Shangai, para que se oiga con fuerza el nombre del Hijo de Dios: JiDú.
Gracias a la asociación Enraizados y al Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia, tuve conocimiento de una celebración especialmente ofrecida por el arzobispo de Shangai, monseñor Tadeo Ma Daqin, en el aniversario de su ordenación episcopal, renuncia a la Iglesia Patriótica China (controlada por el régimen comunista) y detención al día siguiente. Hoy se cumple un año, por tanto, de su cautiverio.
El caso del arzobispo de Shangai no es único. Otros muchos sacerdotes y obispos fueron detenidos y no se supo nada de ellos hasta pasados muchos años. Algunos han pasado décadas encerrados, sometidos a "campos de reeducación por el trabajo" o, directamente, en paradero desconocido después de caer en las manos de la Policía comunista china.
No es casual que el Evangelio del pasado domingo fuera el del envío de Cristo a 72 de sus discípulos a todos los lugares a los que él quería acudir.
Según se explicó convenientemente, 72 eran las naciones que en tiempos de los judíos, conformaban el mundo. Por tanto, 72 significa la universalidad.
He tenido la fortuna de oir misa en diferentes países y en diomas diversos. La constatación de la universalidad de la Iglesia verdadera es total, gracias a la liturgia.
China -Asia en general- será el corazón de la Iglesia Universal en este milenio. Por eso es tan necesario que seamos conscientes de la importancia del martirio que están sufriendo los católicos en esa esquina del mundo. Durante la misa, se dijo con claridad: "No importa si la persecución dura 100 o 500 años más. No pasa nada. Sangre de mártires, semilla de nuevos cristianos".
En esa confianza debemos encomendar a todo el pueblo chino a María Auxiliadora, a quien se venera con devoción en un santuario cercano a Shangai, para que se oiga con fuerza el nombre del Hijo de Dios: JiDú.
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