Por qué ganan tanto los banqueros
por Apolinar
Cada vez que sale alguna noticia sobre lo que ganan los banqueros el debate está servido. Siempre parecen cifras escandalosas. El periódico inglés, Financial Times, ya indicó que pese a la crisis, el sueldo de los principales ejecutivos bancarios del mundo subió un 36% el último año. Solo un síntoma de lo que puede haber detrás de sus sueldos.
Sin embargo, los sueldos de los banqueros son sueldos pagados en régimen de libre mercado, ¿o no? Entonces, ¿por qué escandaliza que ganen tanto? ¿No ganan también millonadas los cracks del deporte? ¿No son los bancos empresas privadas y, por tanto, los propietarios tienen el derecho y la libertad de fijar los sueldos que deseen a su alta dirección? Este escándalo por los sueldos de los banqueros, ¿no será solo envidia?
Empezando por lo fácil, el ejemplo de las figuras del deporte no es un buen símil. Alonso, Messi, Nadal y compañía no son gestores por cuenta ajena de unos negocios deportivos, -- ellos son el negocio--. Si desaparecen, desaparece con ellos el negocio que crean. En la banca, los consejeros y altos cargos no son el negocio en sí. El negocio de la banca es el resultado de los miles de empleados que poco a poco van consiguiendo beneficios en sus millones de operaciones. Los administradores bancarios tienen una función de gestión y orientación del negocio. Sin duda muy importante, ya que una mala gestión, como hemos visto en esta crisis, puede llevar a cualquier banco a la ruina, con todo lo que eso implica para tantos y tanto. Pero ellos no son el negocio bancario en sí. …y si lo fueran…, es que el nivel de corrupción al que hemos llegado en la Administración Pública es mucho mayor del que nos imaginábamos (pero eso es tema para otro día)
De acuerdo, no podemos comparar a la alta dirección de los bancos con los cracks del deporte. Pero, aún así, ¿por qué nos resulta escandaloso que los propietarios de los bancos, como empresas privadas que son, remuneren a sus consejeros y altos cargos como les dé la gana? Si su gestión vale una auténtica fortuna, ¿por qué no se la iban a pagar?
El problema no es tanto lo que vale su gestión, que a juzgar por la gestión bancaria que nos ha llevado a esta crisis no debía ser mucho. El problema es uno común a la mayoría de las grandes empresas. La propiedad (el accionariado) de los grandes bancos está tan diluida que no existe un verdadero propietario que mande y controle a la alta dirección. A los grandes fondos de inversión que compran cantidades considerables de acciones de las grandes empresas no les compensa ejercer un control efectivo, y se desentienden. Al accionista pequeño le compensa aún menos y se desentiende más. Al final, el control efectivo que deberían realizar los propietarios pasa a los administradores que se acaban fijando sus propias retribuciones, y las retribuciones de las segundas y terceras líneas de mando, inflándolas también para crear un clima colectivo de complicidad, captura intelectual y silencio. Así, del dicho: “si quieres robar un banco, cómpratelo”, el muevo capitalismo de gestión ha pasado a: “si quieres robar un banco, entra en su alta dirección”.
Las auténticas fortunas que ganan los altos cargos de las grandes empresas y los grandes bancos no son “salarios de mercado”, en contra de lo que alguien pueda pensar. Son retribuciones multimillonarias reservadas solo para una nueva aristocracia financiera y política muy cerrada y en la que es muy difícil entrar, pero que una vez dentro, y si no te echan de ahí, tu [nivel de] vida nunca volverá a ser igual. No son salarios de libre mercado. No hay un proceso de negociación entre "la propiedad" y "el asalariado", porque no hay propiedad. Los puestos circulan y se reparten entre los muy selectos miembros de unas élites según los contactos que puedan tener.
En el caso de la banca, el problema de la gran empresa con la propiedad diluida, donde no manda el verdadero propietario, se ve agravado ya que la banca es un negocio disparatadamente rentable cuando las cosas van bien (y disparatadamente ruinoso cuando la economía se para) gracias a los privilegios y las ayudas que recibe del Estado y que la crisis ha demostrado (al que aún no se lo acababa de creer) que son incondicionales. Esto les da pie a sus altos cargos no solo a que se fijen unos sueldos de vértigo, sino unas retribuciones variables (bonus), que tal y como funcionan hoy en la banca son una fuente de corrupción moral.
¡Reducir significativamente el variable! Todo un reto. La cultura del variable, del bonus, es la que ha reorientado el negocio bancario del servicio al cliente y la prudencia en la gestión, a la búsqueda alocada de beneficios a corto plazo para conseguir el mayor bonus posible, olvidándose del cliente y del futuro del banco. Los bonus millonarios han excitado a los altos ejecutivos bancarios como a machos en celo y les ha hecho perder la noción de cualquier otra consideración.
A poco que la sociedad se pare a pensarlo, no solo resultará escandaloso, sino socialmente explosivo que un grupo de consejeros y directivos bancarios se forren a unos niveles salvajes a costa de unos negocios que son más estatales que privados, tal y como están concebidos hoy. De seguir así, quizás se esté sembrando una semilla de indignación popular de desenlace incierto.
Pero pese al escándalo de sus retribuciones, siempre altísimas, no importa que el banco esté quebrado y se mantenga vivo con el dinero de los contribuyentes, no se les puede reprochar a los altos cargos de los bancos que acepten y persigan tales salarios. Son víctimas de un sistema de corrupción colectiva e intelectual que les empuja a saquear las instituciones para las que trabajan.
No se juzgue moralmente superior a ellos porque Ud. cobre la centésima parte, o menos, de lo que cobra su alto directivo bancario favorito. Los banqueros no son perversos o especialmente codiciosos (no más que Ud. o que yo), simplemente son víctimas de un sistema corrompido intelectualmente, donde la Iglesia está llamada a observar la realidad, denunciar las bases inmorales ahí donde estén y educar las conciencias. Si Ud. fuese un alto ejecutivo bancario haría exactamente lo mismo. Como madre, se sentiría orgullosa de tener un hijo alto ejecutivo de una entidad financiera, capaz de ganar en un par de años lo que ingenieros, médicos, no digamos buenos catedráticos, y otra gente con trabajos altamente especializados, dedicados, exigentes y útiles para la sociedad puedan ganar en toda su vida laboral. Ud. haría exactamente lo mismo. De lo contrario sería un bicho raro. Tan raro que probablemente perdería su puesto de puro inadaptado social, y a nadie le extrañaría.
La solución, por tanto, no pasa por esperar a que las élites políticas (en comunión con las élites financieras de las que esperan algún día formar parte) estudien el modo de regular y restringir la paga de los banqueros, en beneficio del "interés general". La solución pasa por despertar las conciencias y eliminar de raíz las dos fuentes de corrupción colectiva e intelectual.
Por un lado, resolver la nada fácil asignatura pendiente de cómo introducir unos verdaderos derechos de propiedad en las grandes empresas donde la propiedad está extremadamente diluida. ¿Introducir algún tipo de compromiso de permanencia a los accionistas con derecho a voto? No lo sé, pero desde luego es un reto intelectual y legal de primer orden.
Y, por otro, eliminar del todo el apoyo que la banca disfruta del Estado, hasta conseguir un negocio bancario disciplinado, como el resto de sectores de la economía, por las leyes del libre mercado, las que Dios inscribió en el corazón del hombre para coordinar sociedades por grandes y complejas que sean. Un reto no menor, en el que está en juego nada más y nada menos que nuestra paz y nuestra libertad.
Por un lado, resolver la nada fácil asignatura pendiente de cómo introducir unos verdaderos derechos de propiedad en las grandes empresas donde la propiedad está extremadamente diluida. ¿Introducir algún tipo de compromiso de permanencia a los accionistas con derecho a voto? No lo sé, pero desde luego es un reto intelectual y legal de primer orden.
Y, por otro, eliminar del todo el apoyo que la banca disfruta del Estado, hasta conseguir un negocio bancario disciplinado, como el resto de sectores de la economía, por las leyes del libre mercado, las que Dios inscribió en el corazón del hombre para coordinar sociedades por grandes y complejas que sean. Un reto no menor, en el que está en juego nada más y nada menos que nuestra paz y nuestra libertad.
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