Jueves, 21 de noviembre de 2024

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La ciencia abre la puerta a Dios

por Benigno Blanco

La ciencia abre la puerta a Dios.

El argumento central de esta obra notable es que la ciencia no desmiente la existencia de Dios, sino que más bien la prueba”. Así describe  Elvira Roca Barea –que se confiesa no creyente- en el prólogo a la edición española, la obra de Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonmassies “Dios la ciencia, las pruebas. El albor de una revolución” (Ed. Funambulista, 2023, 573 págs.). Se trata de un libro que en Francia ha originado un intenso debate intelectual y que en España está pasando más desapercibido, cuando merecería una atención proporcional al interés objetivo de la cuestión que trata: la ciencia contemporánea nos muestra un mundo donde la hipótesis Dios resulta -más que probable- prácticamente verificada.

La revolución a que el título se refiere es la que la ciencia ha provocado en la segunda mitad del siglo XX y que ha acabado con el materialismo que la ciencia decimonónica parecía dar por supuesto, proporcionando una visión del mundo y la vida que se adecúa a la visión teista como una mano al guante  de su talla. “La intención de este libro es tan solo reunir en un mismo volumen un balance, puesto al día, de los conocimientos racionales relativos a la posible existencia de un Dios creador” (pág. 29); y aclaran los autores que “la gran mayoría de los conocimientos  que fundamentan las pruebas que vamos a presentar a continuación son posteriores al comienzo del siglo XX” (pág. 31).

El libro se divide en dos partes muy distintas y que me merecen valoraciones diferentes. En la primera (págs. 57 a 328) los autores nos muestran la imagen que proporciona hoy la ciencia de un universo que tendrá un final y por tanto ha tenido un principio, un principio absoluto de la materia, la energía, el espacio y el tiempo …; antes del cual no había nada de lo que conocemos por la ciencia, pero que exige una causa que necesariamente no es ni materia ni energía ni ocupa espacio ni tiene tiempo; es decir, algo que coincide con lo que siempre se ha llamado Dios. “Actualmente la cuestión del comienzo del universo se ha vuelto científica y puede ser decidida, hasta diríamos zanjada, especialmente desde los descubrimientos recientes de la muerte térmica del universo y de la cosmología del Big Bang” (pág. 53).

El análisis de la cosmología de la ciencia contemporánea ocupa las páginas 59 a 222 del libro que constituyen una historia de la ciencia en el siglo XX muy rigurosa (no hay dato del que no se indique la fuente) y hecha asequible incluso para los que carecemos de formación científica. Esta historia muestra que la ciencia actual aporta pruebas concluyentes de un universo que no se puede entender sin la existencia de algo (o alguien) similar a lo que la humanidad ha identificado desde antiguo como Dios creador. También dedican los autores un capítulo a la teoría de los multiversos que es la última escapatoria para quienes se niegan a admitir la necesidad de un Creador, teoría que –al menos de momento- carece de todo soporte experimental (cfr. págs. 209 y ss.).

Las pág. 223-257 del libro se dedican a estudiar lo que la biología contemporánea nos dice sobre el origen de la vida, poniendo de manifiesto que el azar no proporciona una explicación razonable de ella y que el ajuste finísimo de muchas variables que posibilitó su surgimiento es tan improbable que sugiere también la existencia de un Creador.  Este argumento no es, ni de lejos, tan concluyente como el derivado de la cosmovisión, pero ayuda a reforzar la tesis teista.

Tras varios capítulos dedicados a mostrar cómo una parte muy relevante de los mejores científicos de la época moderna creían –de una manera u otra- en un Dios creador (págs. 259 a 328), la segunda parte del libro constituye un tratado clásico de apologética cristiana en que se da cuenta de diversos hechos históricos que sugieren –o prueban quizá- la presencia de Dios. Esta parte de la obra se llama honradamente “las pruebas al margen de la ciencia” y a ella dedican los autores las págs. 329 a 500 del libro.

Las conclusiones del libro (págs. 503 a 506) son muy claras: “El materialismo no ha sido siempre más que una creencia; ahora, es una creencia irracional”; “A los creyentes este libro les permitirá comprender hasta qué punto sus convicciones tienen fundamentos racionales sólidos, si bien nuestra época no deja de repetirles lo contrario”; a los que dudan “este libro les hará tomar conciencia de hasta qué punto la hipótesis materialista no es realista y, a la inversa, hasta qué punto la tesis teista está fundada”.

Libro digno de ser leído y de ser regalado por los Reyes Magos el próximo día 6 de enero.

Benigno Blanco

 

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