Llega el delito de opinión
Ojito señores con la ley de delitos de opinión que viene. Porque ese y no otro, es el objetivo de la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación que está cocinando en el Averno doña Leire.
Ahora resulta que no se va a poder decir que un feo es feo, porque eso es discriminar. En la discusión sobre la belleza y sus cánones, podríamos pasar de la proporción aúrea que nos legaron los griegos al chascarrillo demoledor que sentencia que el ideal de belleza para un sapo es una "sapa".
Dejando aparte que la burla o el desprecio al diferente es moralmente inaceptable, lo que esta nueva ley pretende es ir mucho más allá. Negar a quienes disientan del discurso oficial del progrerío la posibilidad de expresar su diferencia con los postulados impuestos de la neolengua.
De tal forma y manera que si yo digo que un matrimonio no lo pueden formar dos señoras ni dos señores; o que la homosexualidad supone un padecimiento a quien la vive que puede ser curado con técnicas apropiadas; o que abortar es matar, entonces uno es considerado como un delincuente por homófobno o misógino.
Es uso habitual del progresío patrio y mundial, la creación de palabros vacíos que con posterioridad son dotados de perverso contenido.
Así, homofobia. Que por sus raíces semánticas vendría a significar "aversión a los hombres", pero que, por arte de los muñidores de la dictadura de lo políticamente correcto, resulta ser "odio al homosexual". Supuesto odio por el que, si no lo impedimos, algunos acabaremos por ser multados o encarcelados.
Como decía una pasiega: la verdad, que cada día está más cara.
Ahora resulta que no se va a poder decir que un feo es feo, porque eso es discriminar. En la discusión sobre la belleza y sus cánones, podríamos pasar de la proporción aúrea que nos legaron los griegos al chascarrillo demoledor que sentencia que el ideal de belleza para un sapo es una "sapa".
Dejando aparte que la burla o el desprecio al diferente es moralmente inaceptable, lo que esta nueva ley pretende es ir mucho más allá. Negar a quienes disientan del discurso oficial del progrerío la posibilidad de expresar su diferencia con los postulados impuestos de la neolengua.
De tal forma y manera que si yo digo que un matrimonio no lo pueden formar dos señoras ni dos señores; o que la homosexualidad supone un padecimiento a quien la vive que puede ser curado con técnicas apropiadas; o que abortar es matar, entonces uno es considerado como un delincuente por homófobno o misógino.
Es uso habitual del progresío patrio y mundial, la creación de palabros vacíos que con posterioridad son dotados de perverso contenido.
Así, homofobia. Que por sus raíces semánticas vendría a significar "aversión a los hombres", pero que, por arte de los muñidores de la dictadura de lo políticamente correcto, resulta ser "odio al homosexual". Supuesto odio por el que, si no lo impedimos, algunos acabaremos por ser multados o encarcelados.
Como decía una pasiega: la verdad, que cada día está más cara.
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