Santo Tomás de Villanueva
- Al habitar Dios en el corazón, todo lo exterior del hombre es verdadero, porque la verdad interior, que es la dueña del corazón, no consiente ninguna hipocresía o falsedad exterior en las obras del hombre.
- Esta es la regla del justo: nada menos que desear todo bien y alegrarse solamente del eterno y auténtico. Por aquí puedes llegar a descubrir cómo eres: mira que deseas: si es menos que todo bien, no eres justo.
- El arte de las artes es el servicio de Dios, y la sabiduría más excelsa, vivir honradamente. Si la dominas, aunque ignores todo lo demás, eres sapientísimo; y el que la ignora, por muchas otras cosas que sepa, es un supremo ignorante.
- Ten por cierto que no subirás a la castidad, si antes no subes a la abstinencia; no llegarás a la humildad, si antes no pasas por el desprecio del mundo.
- Conviene que quien ha aprendido a recibir bienes de Dios, aprenda a pasar males por él. Oro es quien ha cumplido estas palabras, más conviene que entre en el fuego para que sea más apurado; trigo es de Cristo, conviene que sea molido por él para que sea sabroso pan.
- El camino de la perfección hay que recorrerlo a pie, no pasarlo volando: se necesita mucha paciencia y ánimo esforzado para llegar al final. Solo con el esfuerzo diario podrás llegar adonde tienes prisa por llegar.
- Se hace fuerza al cielo cuando se hace fuerza al corazón. Véncete a ti mismo, vence tus pasiones, y has vencido al cielo, has conquistado el cielo por la fuerza.
- El alma se renueva de modo parecido al águila, a saber, por el vuelo, por el calor y por el baño. Por el vuelo de la contemplación, por el calor de la caridad y de la contrición, y por el baño de las lágrimas.
- La tribulación no quita al hombre la bondad, mas da mayor resplandor a la bondad verdadera y derriba la fingida.
- Muchas e importantes son las ventajas que aporta la tribulación a los justos y lo conveniente que sean atribulados. Aunque son incontables estos beneficios, siguiendo a los maestros del espíritu, los resumimos en siete. La tribulación, en efecto, endereza a los descaminados, estimula a los tibios, purifica a los manchados, alumbra a los ciegos, perfecciona a los buenos, corona a los piadosos y da seguridad a los titubeantes.
- A Dios le complace más la santa y piadosa sencillez que el desparpajo de la filosofía sin el aceite de la piedad.
- Para saber si un vaso de barro está sano, le dais un golpe pequeño, y así, con un dedo y del sonido, colegís si está quebrado o no. Tal es el alma del justo, que en el cantarillo frágil de su carne sufre los golpes por terribles que sean, y no resuena a quebrantado, porque no se queja de Dios, antes interpreta por grande favor la tribulación, y que le toca con su dedo como para despertarle más en su amor.
- Sin fe no se llega a conocer el misterio. Con la fe se escudriñan los secretos celestiales, con la fe se aclaran los secretos de la salvación y, donde el entendimiento no pueda más, llega la fe. Si hay fe en el corazón, está Cristo en el corazón; si está la fe dormida, dormido está Cristo.
- Ya comas, ya bebas, la fe te sale al paso, no te excedas; si duermes, no te dejes llevar de la pereza; si hablas, no denigres; si piensas, no divagues. En el trabajo, en el descanso, en la prosperidad, en la adversidad, ya deliberes contigo mismo, ya trates asuntos con otros, la fe es utilísima para evitarte pecados, para que moderes los afectos. Ella impone cordura en las palabras y acciones, ella nos hace pasar ilesos por en medio de las leyes del infierno, ella encierra como en un odre las aguas del mar impetuoso, el de nuestro propio corazón.
- Al justo nadie es capaz de hacerle daño; pretenderlo, es como dar palos al aire, Si el enemigo le derriba la casa terrena, le prepara otra en el cielo; si le arrebata el vestido, la virtud le sirve de traje; si le roba sus bienes, él acrece su cuenta en tesoros eternos; si le produce la muerte, le ayuda a encontrar la vida. Y a vosotros, ¿quién podrá haceros daño, si sois verdaderamente justos? Nadie causa daño a nadie, sino que cada uno se lo causa a sí mismo.
- La mayor perversión que aqueja al mundo es que cuanto más merece reprensión, tanto menos aguanta que lo reprendan.
- ¡Qué gran merced nos hacen los que nos avisan, los que nos corrigen! Esos son los auténticos amigos; había que besarles las manos y los pies por un favor tan grande. Ahora se tiene por amigos a los aduladores que nos engañan. Nadie se atreve a decirles nada, porque tan pronto como se les pincha, al momento se enfadan y se convierten en enemigos.
- No hay orador tan eficaz como una lágrima: esta, en silencio, habla de asombrosa manera. Una lágrima ante Dios tiene más fuerza que todo un discurso. El pecador, que no pida, que llore, porque ante Dios es más eficaz la lágrima que la lengua, y se consigue más con el llanto que con los rezos.
- La ciencia de los santos es esta: sé humilde, y llegarás a conocer a Dios; prescinde de todo aprecio, y serás digno del aprecio de Dios.
- ¿Qué es la humildad? La humildad, según Bernardo, es la virtud por la que una persona, al conocerse de verdad a sí misma, se tiene en escaso aprecio a sus propios ojos; o sea, es el menosprecio y la baja estima de uno mismo, que nace del verdadero y claro conocimiento propio. Así pues, el que es pequeño e inútil según su propia reputación, y en su corazón se tiene por persona de nulo valor, ese es humilde de verdad.
- Cuando más humilde es una persona, más amiga es de la verdad. La verdad, en efecto, es una virtud hermana gemela y connatural de la humildad, mientras que la mentira es esclava de la soberbia, Todo individuo soberbio es amigo de la oscuridad y de los escondites, porque le da vergüenza aparecer en público. Disfruta con la falsa opinión del pueblo, juzgándose a sí mismo no por la conciencia, sino por la fama.
- El que por amor a Cristo aprendió a ser humilde, ya en esta vida empieza a ser feliz. Esta virtud es la madre y el origen de otras muchísimas virtudes. De ella nace la obediencia, la modestia, la amistad, la paz. Pues el que es humilde, obedece gustosamente a todos, teme molestar a los demás; y al contrario, las injurias, por su mansedumbre, no las siente o las soporta con paciencia. Es tranquilo en su interior, pacífico con todos, afable con todos, agradecido con todos, para nadie molesto. No menosprecia a nadie, no ofende a nadie, está a disposición de todos, no es malo para nadie.
- Descansar en el Señor no es menos meritorio; al contrario, con frecuencia es más meritorio que trabajar por el Señor, y una prueba de ellos es que muchos saben trabajar y pocos los que conocen el valor de la quietud.
- El que diariamente se siente abrumado por sus propias preocupaciones, necesita dormir apoyándose en otros. ¿Cómo va a calmar el dolor ajeno el que está acongojado por el suyo? De ahí que, aparte de la protección humana, Dios se dignó agregar además la custodia de los ángeles, ya que ellos no duermen ni dormitan, ni andan acuciados por sus propias necesidades.
- ¿Quieres que reine la calma en el mar de tu corazón? Evita el viento de la soberbia y mete a Dios en tu corazón.
- Soberbio es el que se pone por encima, que se excede, por lo que ensoberbecerse significa “andar por encima de su posición”, por lo que la soberbia se basa en tres tipos de excesos, porque tiénese en mucho, quiere ser tenido en mucho, atrévese a mucho. De estos excesos, el primero es la arrogancia, el segundo, la ambición, y el tercero la presunción.
- El soberbio abruma a todos, quiere dominarlos a todos; solo él se gusta a sí mismo, todos le desagradan, quiere ser honrado solamente él, solo él temido. Humilla a todos, murmura de todos, se burla de todos, y lo que ya es el colmo, para sostener su vida fastuosa, despoja a los pobres.
- Algunas veces estamos de soberbia hasta los ojos, y no lo sabemos. Es que se trata de un vicio espiritual y, so capa de humildad y bajo una piel de oveja, se esconde a veces en el alma una cierta altanería y ambición diabólica.
- Tres señales da de sí la soberbia. La primera, que el soberbio es amigo de contradecir y anublar las excelencias que se ven en los demás. Segunda señal, que se alaban siempre y quieren ser alabados. La tercera señal, que el soberbio no puede sufrir las verdades. El soberbio no permite que se le toque: está en carne viva como una úlcera.
- El que con espíritu humano quiere juzgar al que se rige por el espíritu de Dios, es semejable como el que duerme quisiere juzgar al que vela, y el ciego al que ve, y la bestia al hombre, y el hombre a Dios.
- Es malévola y engañosa la lengua, cuando no habla en conformidad con lo que siente el corazón, lo mismo que es vana cuando no la acompañan los hechos.
- No hay cosa más pestífera que las malas lenguas. El hombre deslenguado puede echar a perder toda una ciudad.
- Esta es la regla del justo: nada menos que desear todo bien y alegrarse solamente del eterno y auténtico. Por aquí puedes llegar a descubrir cómo eres: mira que deseas: si es menos que todo bien, no eres justo.
- El arte de las artes es el servicio de Dios, y la sabiduría más excelsa, vivir honradamente. Si la dominas, aunque ignores todo lo demás, eres sapientísimo; y el que la ignora, por muchas otras cosas que sepa, es un supremo ignorante.
- Ten por cierto que no subirás a la castidad, si antes no subes a la abstinencia; no llegarás a la humildad, si antes no pasas por el desprecio del mundo.
- Conviene que quien ha aprendido a recibir bienes de Dios, aprenda a pasar males por él. Oro es quien ha cumplido estas palabras, más conviene que entre en el fuego para que sea más apurado; trigo es de Cristo, conviene que sea molido por él para que sea sabroso pan.
- El camino de la perfección hay que recorrerlo a pie, no pasarlo volando: se necesita mucha paciencia y ánimo esforzado para llegar al final. Solo con el esfuerzo diario podrás llegar adonde tienes prisa por llegar.
- Se hace fuerza al cielo cuando se hace fuerza al corazón. Véncete a ti mismo, vence tus pasiones, y has vencido al cielo, has conquistado el cielo por la fuerza.
- El alma se renueva de modo parecido al águila, a saber, por el vuelo, por el calor y por el baño. Por el vuelo de la contemplación, por el calor de la caridad y de la contrición, y por el baño de las lágrimas.
- La tribulación no quita al hombre la bondad, mas da mayor resplandor a la bondad verdadera y derriba la fingida.
- Muchas e importantes son las ventajas que aporta la tribulación a los justos y lo conveniente que sean atribulados. Aunque son incontables estos beneficios, siguiendo a los maestros del espíritu, los resumimos en siete. La tribulación, en efecto, endereza a los descaminados, estimula a los tibios, purifica a los manchados, alumbra a los ciegos, perfecciona a los buenos, corona a los piadosos y da seguridad a los titubeantes.
- A Dios le complace más la santa y piadosa sencillez que el desparpajo de la filosofía sin el aceite de la piedad.
- Para saber si un vaso de barro está sano, le dais un golpe pequeño, y así, con un dedo y del sonido, colegís si está quebrado o no. Tal es el alma del justo, que en el cantarillo frágil de su carne sufre los golpes por terribles que sean, y no resuena a quebrantado, porque no se queja de Dios, antes interpreta por grande favor la tribulación, y que le toca con su dedo como para despertarle más en su amor.
- Sin fe no se llega a conocer el misterio. Con la fe se escudriñan los secretos celestiales, con la fe se aclaran los secretos de la salvación y, donde el entendimiento no pueda más, llega la fe. Si hay fe en el corazón, está Cristo en el corazón; si está la fe dormida, dormido está Cristo.
- Ya comas, ya bebas, la fe te sale al paso, no te excedas; si duermes, no te dejes llevar de la pereza; si hablas, no denigres; si piensas, no divagues. En el trabajo, en el descanso, en la prosperidad, en la adversidad, ya deliberes contigo mismo, ya trates asuntos con otros, la fe es utilísima para evitarte pecados, para que moderes los afectos. Ella impone cordura en las palabras y acciones, ella nos hace pasar ilesos por en medio de las leyes del infierno, ella encierra como en un odre las aguas del mar impetuoso, el de nuestro propio corazón.
- Al justo nadie es capaz de hacerle daño; pretenderlo, es como dar palos al aire, Si el enemigo le derriba la casa terrena, le prepara otra en el cielo; si le arrebata el vestido, la virtud le sirve de traje; si le roba sus bienes, él acrece su cuenta en tesoros eternos; si le produce la muerte, le ayuda a encontrar la vida. Y a vosotros, ¿quién podrá haceros daño, si sois verdaderamente justos? Nadie causa daño a nadie, sino que cada uno se lo causa a sí mismo.
- La mayor perversión que aqueja al mundo es que cuanto más merece reprensión, tanto menos aguanta que lo reprendan.
- ¡Qué gran merced nos hacen los que nos avisan, los que nos corrigen! Esos son los auténticos amigos; había que besarles las manos y los pies por un favor tan grande. Ahora se tiene por amigos a los aduladores que nos engañan. Nadie se atreve a decirles nada, porque tan pronto como se les pincha, al momento se enfadan y se convierten en enemigos.
- No hay orador tan eficaz como una lágrima: esta, en silencio, habla de asombrosa manera. Una lágrima ante Dios tiene más fuerza que todo un discurso. El pecador, que no pida, que llore, porque ante Dios es más eficaz la lágrima que la lengua, y se consigue más con el llanto que con los rezos.
- La ciencia de los santos es esta: sé humilde, y llegarás a conocer a Dios; prescinde de todo aprecio, y serás digno del aprecio de Dios.
- ¿Qué es la humildad? La humildad, según Bernardo, es la virtud por la que una persona, al conocerse de verdad a sí misma, se tiene en escaso aprecio a sus propios ojos; o sea, es el menosprecio y la baja estima de uno mismo, que nace del verdadero y claro conocimiento propio. Así pues, el que es pequeño e inútil según su propia reputación, y en su corazón se tiene por persona de nulo valor, ese es humilde de verdad.
- Cuando más humilde es una persona, más amiga es de la verdad. La verdad, en efecto, es una virtud hermana gemela y connatural de la humildad, mientras que la mentira es esclava de la soberbia, Todo individuo soberbio es amigo de la oscuridad y de los escondites, porque le da vergüenza aparecer en público. Disfruta con la falsa opinión del pueblo, juzgándose a sí mismo no por la conciencia, sino por la fama.
- El que por amor a Cristo aprendió a ser humilde, ya en esta vida empieza a ser feliz. Esta virtud es la madre y el origen de otras muchísimas virtudes. De ella nace la obediencia, la modestia, la amistad, la paz. Pues el que es humilde, obedece gustosamente a todos, teme molestar a los demás; y al contrario, las injurias, por su mansedumbre, no las siente o las soporta con paciencia. Es tranquilo en su interior, pacífico con todos, afable con todos, agradecido con todos, para nadie molesto. No menosprecia a nadie, no ofende a nadie, está a disposición de todos, no es malo para nadie.
- Descansar en el Señor no es menos meritorio; al contrario, con frecuencia es más meritorio que trabajar por el Señor, y una prueba de ellos es que muchos saben trabajar y pocos los que conocen el valor de la quietud.
- El que diariamente se siente abrumado por sus propias preocupaciones, necesita dormir apoyándose en otros. ¿Cómo va a calmar el dolor ajeno el que está acongojado por el suyo? De ahí que, aparte de la protección humana, Dios se dignó agregar además la custodia de los ángeles, ya que ellos no duermen ni dormitan, ni andan acuciados por sus propias necesidades.
- ¿Quieres que reine la calma en el mar de tu corazón? Evita el viento de la soberbia y mete a Dios en tu corazón.
- Soberbio es el que se pone por encima, que se excede, por lo que ensoberbecerse significa “andar por encima de su posición”, por lo que la soberbia se basa en tres tipos de excesos, porque tiénese en mucho, quiere ser tenido en mucho, atrévese a mucho. De estos excesos, el primero es la arrogancia, el segundo, la ambición, y el tercero la presunción.
- El soberbio abruma a todos, quiere dominarlos a todos; solo él se gusta a sí mismo, todos le desagradan, quiere ser honrado solamente él, solo él temido. Humilla a todos, murmura de todos, se burla de todos, y lo que ya es el colmo, para sostener su vida fastuosa, despoja a los pobres.
- Algunas veces estamos de soberbia hasta los ojos, y no lo sabemos. Es que se trata de un vicio espiritual y, so capa de humildad y bajo una piel de oveja, se esconde a veces en el alma una cierta altanería y ambición diabólica.
- Tres señales da de sí la soberbia. La primera, que el soberbio es amigo de contradecir y anublar las excelencias que se ven en los demás. Segunda señal, que se alaban siempre y quieren ser alabados. La tercera señal, que el soberbio no puede sufrir las verdades. El soberbio no permite que se le toque: está en carne viva como una úlcera.
- El que con espíritu humano quiere juzgar al que se rige por el espíritu de Dios, es semejable como el que duerme quisiere juzgar al que vela, y el ciego al que ve, y la bestia al hombre, y el hombre a Dios.
- Es malévola y engañosa la lengua, cuando no habla en conformidad con lo que siente el corazón, lo mismo que es vana cuando no la acompañan los hechos.
- No hay cosa más pestífera que las malas lenguas. El hombre deslenguado puede echar a perder toda una ciudad.
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