Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Padre Pío

ReL

 - En la medida en que vaciéis vuestro Yo de sí mismo -es decir, del apego a los sentidos y a vuestra propia voluntad- , echando raíces en la santa humildad, el Señor hablará a vuestro corazón.
 
- Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y escuchará tu oración.
 
- La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón... 
 
- El corazón de nuestro divino Maestro no conoce más que la ley del amor, la dulzura y la humildad. Poned vuestra confianza en la divina bondad de Dios, y estad seguros de que la tierra y el cielo fallarán antes que la protección de vuestro Salvador.
 
- Caminad sencillamente por la senda del Señor, no os torturéis el espíritu. Debéis detestar vuestros pecados, pero con una serena seguridad, no con una punzante inquietud.
 
- Por muy altas que sean las olas, el Señor es más alto. ¡Espera!... la calma volverá.
 
- La oración es el desahogo de nuestro corazón en el de Dios... Cuando se hace bien, conmueve el corazón de Dios y le invita, siempre más, a acoger nuestras súplicas. Cuando nos ponemos a orar a Dios, busquemos desahogar todo nuestro espíritu. Nuestras súplicas le cautivan de tal modo que no puede menos de venir en nuestra ayuda.
 
- El demonio es como perro encadenado; si uno se mantiene a distancia de él, no será mordido.
 
- Si vuestro espíritu no se concentra, vuestro corazón esta vacío de amor. Cuando se busca sea lo que sea con avidez y prisa, puede uno tocar cientos de veces el objeto sin ni siquiera darse cuenta. La ansiedad vana e inútil os fatigará espiritualmente, y vuestro espíritu no podrá dominar su sujeto. Hay que liberarse de toda ansiedad, porque ella es la peor enemiga de la devoción sincera y auténtica. Y esto principalmente cuando se ora. Recordad que la gracia y el gusto de la oración no proviene de la tierra sino del cielo y que es en vano utilizar una fuerza que solo podría perjudicaros.
 
- No os esforcéis por vencer vuestras tentaciones porque este esfuerzo las fortalecería; despreciadlas y no os entretengáis en ellas. Imaginaos a Jesucristo crucificado entre vuestros brazos y sobre vuestro pecho y repetid muchas veces besando su costado: ¡Esta es mi esperanza, ésta es la fuente viva de mi felicidad! ¡Yo os agarraré estrechamente y no os dejaré hasta que me coloquéis en un lugar seguro!
 
- Las cosas humanas necesitan ser conocidas para ser amadas; las divinas necesitan ser amadas para ser conocidas.
 
- Con el estudio de los libros se busca a Dios; con la meditación se le encuentra.
 
- Si Jesús se manifiesta a vosotros, dadle gracias; si se os oculta, dadle gracias. Todo esto es un juego de amor para traernos dulcemente hacia el Padre. Perseverad hasta la muerte, hasta la muerte con Cristo en la Cruz.
 
- Para crecer, necesitamos del pan básico: la cruz, la humillación, las pruebas y las negaciones.
 
- Dulce es el yugo de Jesús, liviano su peso, por lo tanto, no demos lugar al enemigo para insinuarse en nuestro corazón y robarnos la paz.
 
- Si necesitamos paciencia para tolerar las miserias ajenas, más aún debemos soportarnos a nosotros mismos.
 
- Cuando te encuentres cerca de Dios en la oración, ten presente tu realidad: háblale si puedes; y si no puedes, párate, hazte ver y no te busques otras preocupaciones.
 
- En tus diarias infidelidades, humíllate, humíllate, humíllate siempre. Cuando el Señor te vea humillado hasta el suelo, te tenderá su mano. Él mismo pensará en atraerte hacia Él. Has construido mal; destruye y reconstruye bien.
 
- Puede decirse con toda justicia que cada alma destinada a la gloria eterna es una de esas piedras indispensables. Cuando un constructor quiere levantar una casa, debe ante todo limpiar y nivelar el terreno; el Padre celestial procede de igual manera con el alma elegida que, desde toda la eternidad ha sido concebida para el fin que El se propone; por eso tiene que emplear el martillo y el cincel. Esos golpes de cincel son las sombras, los miedos, las tentaciones, las penas, los temores espirituales y también las enfermedades corporales. Dad pues, gracias al Padre celestial por todo lo que impone a vuestra alma. Abandonaos a Él totalmente. Os trata como trató a Jesús en el Calvario.
 
- En todo pobre está Jesús agonizante; en todo enfermo está Jesús sufriente; en todo enfermo pobre está Jesús dos veces presente.
 
- Lo importante es caminar con sencillez ante el Señor. No pidas cuenta a Dios, ni le digas jamás: ¿Por qué?, aunque te haga pasar por el desierto. Una sola cosa es necesaria: Estar cerca de Jesús. Si nos cita en la noche no rehusemos las tinieblas.
 
- La caridad es la reina de las virtudes. Como el hilo entrelaza las perlas, así la caridad a las otras virtudes; cuando se rompe el hilo caen las perlas. Por eso cuando falta la caridad, las virtudes se pierden.
 
- Sin obediencia no hay virtud; sin virtud no hay bien. Sin bien no hay amor. Sin amor no hay Dios. Y sin Dios no hay Paraíso.
 
- Es necesario cultivar con solidez estas dos virtudes: la dulzura con el prójimo y la santa humildad con Dios.
 
- El mejor consuelo es el que viene de la oración.
 
- En primer lugar tengo que decirte que Jesús tiene necesidad de quien llore con él por la iniquidad de los hombres, y por este motivo me lleva por los caminos del sufrimiento, como me lo señalas en tu carta. Pero sea siempre bendito su amor, que sabe mezclar lo dulce con lo amargo y convertir en premio eterno las penas pasajeras de la vida.
 
- El campo de batalla entre Dios y Satanás es el alma humana. En ella se desarrolla en todos los momentos de la vida. Es necesario que el alma deje acceso libre al Señor y que sea fortalecida por él en todas partes con toda clase de armas; que su luz la ilumine allí donde combaten las tinieblas del error; que sea revestida por Jesucristo de su verdad y justicia, del escudo de la fe, de la palabra de Dios, para vencer a enemigos tan poderosos. Para ser revestidos de Jesucristo es necesario morir a sí mismos.
 
- Has visto algún campo de trigo en plena madurez? Podrás observar que algunas espigas son altas y vigorosas; otras, en cambio, están dobladas hacia el suelo. Prueba a coger las altas, las más vanidosas, y verás que están vacías; si, por el contrario, coges las que están más bajas, las más humildes, verás que están cargadas de granos. De esto podrás concluir que la vanidad es algo vacío. 
 
 
- Comprendo que las tentaciones más que purificar el espíritu parece que lo manchan; pero escuchemos cuál es el lenguaje de los santos; y a este propósito, os baste saber lo que, entre otros, dice San Francisco de Sales: que las tentaciones son como el jabón, que, extendido sobre la tela, parece que la ensucia cuando en realidad la limpia.
 
- Estate atenta para no desanimarte nunca al verte rodeada de debilidades espirituales. Si Dios te deja caer en alguna debilidad, no es para abandonarte, sino sólo para afianzarte en la humildad y hacerte más atenta en el futuro.
 
- No se debe volver ni con el pensamiento ni en la confesión a los pecados ya acusados en confesiones anteriores. Por nuestra contrición Jesús los ha perdonado en el tribunal de la penitencia. Allí él se ha encontrado ante nosotros como un acreedor de frente a un deudor insolvente. Con un gesto de infinita generosidad ha rasgado, ha destruido, las letras de cambio firmadas por nosotros al pecar, y que no habríamos podido pagar sin la ayuda de su clemencia divina. Volver sobre aquellas culpas, querer exhumarlas de nuevo con el solo fin de obtener una vez más el perdón, sólo por la duda de que no hayan sido verdaderamente y generosamente perdonadas, ¿no habría que considerarlo como un acto de desconfianza hacia la bondad de la que había dado prueba al destruir él mismo todo título de la deuda que contrajimos al pecar? Vuelve, si esto puede ser motivo de consuelo para tu alma, vuelve tu pensamiento a las ofensas infligidas a la justicia, a la sabiduría, a la infinita misericordia de Dios, pero sólo para derramar sobre ellas las lágrimas redentoras del arrepentimiento y del amor.
 
- Que no la amedrenten las frecuentes insidias de esta bestia infernal: Jesús, que está siempre con usted y que luchará a su lado y por usted, no permitirá jamás que llegue a verse engañada y vencida.
 
- El ser tentado es signo de que el alma es muy grata al Señor.
 
- Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: "Te saludo, María. Saluda a Jesús de mi parte".
 
- María convierta en gozo todos los dolores de tu vida.
 
- María sea la razón única de tu existencia y te guíe al puerto seguro de la salvación eterna. Sea para ti dulce modelo e inspiradora en la virtud de la santa humildad.
 
- En esta tierra cada uno tiene su cruz, pero debemos actuar de modo que no seamos el mal ladrón sino el buen ladrón.
 
- Alaba sólo a Dios y no a los hombres, honra al Creador y no a la criatura. Sé capaz de soportar las amarguras durante toda tu vida para poder participar de los sufrimientos de Cristo.
 
- En todos los acontecimientos humanos, aprended a reconocer y a adorar la voluntad de Dios.
 
- No temas por nada. Al contrario, considérate muy afortunada por haber sido hecha digna y partícipe de los dolores del Hombre-Dios. No es abandono, por tanto, todo esto, sino amor y amor muy especial que Dios te va demostrando. No es castigo sino amor y amor delicadísimo. Bendice por todo esto al Señor y acepta beber el cáliz de Getsemaní.
 
- Quien comienza a amar debe estar dispuesto a sufrir.
 
- El sufrimiento de los males físicos y morales es la ofrenda más digna que puedes hacer a aquel que nos ha salvado sufriendo.
 
- Los ángeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir por Dios. Sólo el sufrimiento nos permite decir con toda seguridad: Dios mío, mirad cómo os amo.
 
- El dolor ha sido amado con deleite por las almas grandes. Es el auxiliar de la creación después de la desgracia de la caída; es la palanca más potente para levantarlo; es el segundo brazo del amor infinito para nuestra regeneración.
 
- Mantente unida a Dios con fuerza y con constancia, consagrándole todos tus afectos, todos tus trabajos y a ti misma toda entera, esperando con paciencia el regreso del hermoso sol, cuando el Esposo quiera visitarte con la prueba de las arideces, de las desolaciones y de la noche del espíritu.
 
- Gozo inmensamente al saber que el Señor es siempre generoso en sus caricias a tu alma. Sé que sufres, pero el sufrimiento ¿no es la prueba cierta de que Dios te ama? Sé que sufres, pero ¿no es este sufrimiento el distintivo de toda alma que ha elegido por su porción y su heredad a Dios, y a un Dios crucificado? Sé que tu alma está siempre envuelta en las tinieblas de la prueba, pero que te baste saber, mi querida hija, que Jesús está contigo y en ti.
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