Carta de Francisco a los germanos
por José Luis Restán
«Sé de vuestro deseo de reavivar eclesialmente el primer amor… Por eso quiero caminar a vuestro lado». Así concluye la carta que el Papa ha dirigido al pueblo de Dios que peregrina en Alemania, cuyos obispos han propuesto un camino sinodal para afrontar el decaimiento de la fe y la necesidad de una nueva presencia misionera. Una carta de esta naturaleza no es algo inédito pero sí señala una urgencia especial del Papa. Esta iniciativa viene precedida por un debate muy vivo en el propio episcopado, donde algunos tienden a tocar fuera de la orquesta. Para afrontar una crisis que nadie oculta, algunos proponen replantear la moral sexual o el perfil del ministerio sacerdotal, buscando una «solución alemana».
Un conocedor del fondo de esta crisis es Benedicto XVI y siempre ha subrayado que se trata, antes que nada, de una crisis de fe. Ahora Francisco advierte de manera severa y paternal sobre la tentación de pensar que la solución vendrá de reformas puramente estructurales, que propiciarían «un cuerpo eclesial bien organizado y hasta modernizado, pero sin alma… y sin mordedura evangélica».
La clave de bóveda de la carta es la apelación al sensus ecclesiae: el camino sinodal debe consistir en vivir y sentir con la Iglesia y en la Iglesia, lo cual significará también sufrir con ella. ¿Nadie se da por aludido cuando el Papa recuerda el Concilio y afirma que cuando una Iglesia particular se separa del cuerpo eclesial se marchita y muere, mientras que la comunión viva y efectiva permite superar el encerramiento en los propios problemas? Por eso advierte sobre quienes «pretenden hacerse un nombre propio y expandir su doctrina y fama […], yendo más allá del nosotros eclesial que preserva de los excesos que atentan a la comunidad». La cita, por cierto, está tomada del libro El Dios de Jesucristo, de Ratzinger.
Los desafíos de esta hora deben ser tomados en serio, pero el Papa advierte que no deberían hacernos perder la perspectiva. Por el contrario, sumergirnos en la tradición viva permite a las nuevas generaciones volver a encender el primer amor. Francisco aplaude la sinodalidad pero aclara: tiene que asumir un modo de ser Iglesia donde el todo es más que la suma de las partes. Y recomienda a los fieles alemanes tres medicinas espirituales: oración, penitencia y adoración, para no realizar cambios y arreglos que se queden a mitad del camino. Algunos, no solo en Alemania, tienen verdadera prisa por archivar esta carta.
Publicado en Alfa y Omega.