Mitos, dichos y hechos sobre el zarandeado tema de la población
Hay hambre porque la riqueza no está bien distribuida, pero no por exceso de población. Habitamos el planeta Tierra 6.500 millones de personas y todos podríamos vivir bien y felices si la libertad humana estuviese siempre regida y orientada por el principio de la caridad y el bien común de los que habla el Papa en la Caritas in veritate.
En 1798 apareció el Ensayo sobre el principio de la población, de Thomas Malthus. La tesis era sencilla: el crecimiento de la población conlleva hambrunas. Y para que eso no sucediera, propuso la medida «preventiva» de la anticoncepción.
El 1 de abril de 2008, el multimillonario Ted Turner, fundador de la cadena de televisión CNN, declaró en el programa de Charlie Rose, de PBS televisión, que el calentamiento global es producto del exceso de gente que habitamos el mundo. Y llamó a «estabilizar la población […]. Voluntariamente, todos en el mundo tienen que plegarse a la idea de tener uno o dos hijos nada más», declaró. Ted Turner es un firme partidario a la política del hijo único en China.
Hoy por hoy está comprobado que la tesis malthusiana es un bulo y que las cavilaciones de Turner son eso: elucubraciones ideológicas. Hay hambre porque la riqueza no está bien distribuida, pero no por exceso de población. Habitamos el planeta Tierra 6.500 millones de personas y todos podríamos vivir bien y felices si la libertad humana estuviese siempre regida y orientada por el principio de la caridad y el bien común de los que habla el Papa en la Caritas in veritate.
Sin embargo, cada vez es más frecuente escuchar acerca del exceso de la población mundial y de las repercusiones negativas en caso de que esa población no disminuya.
Son de sobra conocidas las medidas prácticas tomadas para reducir el «exceso poblacional» que proclama el lobby de la superpoblación: distribución de condones, imposición de esterilizaciones forzadas, legalización o liberación del aborto y toda la arquitectura que le rodea para hacer posibles esas prácticas, entre tantas otras resoluciones muy en la línea de las medidas «preventivas» de Malthus.
Sin embargo, ¿estamos recibiendo críticamente toda esa información? ¿La confrontamos con la realidad? ¿Percibimos el derrotero ideológico que están siguiendo las determinaciones jurídicas en no pocos países del mundo? ¿Nos damos cuenta cómo detrás de un mal presentado como bien se nos ofrecer un programa lleno de intereses mezquinos?
Países a la deriva
El 26 de septiembre de 2007, la presidenta de la Red Europea del Instituto de Política Familiar, Lola Velarde, dio a conocer los resultados del informe Evolución de la Familia en Europa 2007. Los datos auguraban un futuro poblacional preocupante pues, a partir del 2025, Europa iniciará la deriva en este rubro y, consecuentemente, en otros campos de la vida humana que dependen obviamente de una población joven. Entre otras cosas, el informe revelaba que tan sólo en los últimos 25 años, Europa ha perdido 23 millones jóvenes.
Según el mismo informe, cada 25 segundos se produce un aborto en Europa, y cada 30 segundos un divorcio. Cada año hay 1,2 millones de abortos en la Unión Europea. El dato se hace más vivo si pensamos en que esa cifra supondría la desaparición total de la población de Liechtenstein, Luxemburgo, Andorra y Mónaco en tan solo un año.
Para el año 2051 Italia podría presentar un panorama nada halagüeño que se ejemplifica mejor con los siguientes datos: actualmente hay 142 abuelos por cada 100 nietos, pero para entonces podría llegar a 239 abuelos (o inclusive oscilar hasta 289) por cada 100 nietos. Mientras la media de fecundidad en las mujeres italianas es apenas de 1,35 hijos, en las inmigrantes es de 2,3 hijos.
En España, en los últimos cinco años la población octogenaria se ha disparado en un 20%. Según el informe Las personas mayores en España 2008, el reino cuenta con 7,5 millones de ancianos (16% de la población), colocándose, detrás de Japón, Italia y Alemania, en el cuarto país con más ancianos del mundo. Según ese mismo informe, el 72% de los ancianos se ocupa de cuidar a sus nietos.
El crecimiento de la población en Europa se debe a los inmigrantes. Por citar un dato significativo, de 1994 a 2006, la Unión Europea creció en 19 millones: 15 millones, es decir el 79%, se debió a la inmigración.
Pero el invierno poblacional no es un problema exclusivamente europeo, si bien es en ese continente donde se sentirá primeramente el impacto.
Durante el seminario «La familia árabe en el siglo XXI», efectuado en Qatar, la directora de comunicación de la Red Europea del Instituto de Política Familiar, Noelia García, mencionó que esta realidad afecta también a países de Oriente Medio como los Emiratos Árabes o Qatar, u otros como Marruecos y Túnez. Las afirmaciones de García están en consonancia con lo que se observa en otros muchos lugares.
En América latina son Cuba y Barbados los países con una de las poblaciones más envejecidas. De hecho, según la Oficina Nacional de Estadísticas y del Centro Iberoamericano para la Tercera Edad, para el año 2020 Cuba tendrá más ancianos que niños. En el año 2007, el 16,65% de la población cubana tenía más de 60 años.
En Estados Unidos, país que aún se mantiene a flote por lo que respecta al reemplazo generacional, ya da muestras sintomáticas de lo que se puede avecinar. En Pittsburgh, Pensilvania, el número de defunciones es ya superior al de nacimientos. Otro dato: en los años 80´s había 70.000 matriculados en las escuelas públicas de esa ciudad. Actualmente apenas supera los 30.000.
China supone el hito de la intromisión del Estado en los asuntos de la vida privada y conyugal de sus habitantes. En 1979 introdujo la política del hijo único y, a tres décadas de la implantación de esa medida, los efectos ya se comienzan a hacer sentir. Según los datos publicados por el mismo gobierno chino en la primera quincena de julio de 2008, se ha evitado el nacimiento de 400 millones de personas. Sin embargo, la población envejece, los lazos familiares de desvanecen cada vez más y triunfa el individualismo.
Una encuesta publicada en la famosa red social china QQ.com, reflejaba que el 61% de los chinos está a favor de abolir la ley del hijo único. China tiene una desproporción entre el número de varones y mujeres en edad núbil. Esto debido a que de hecho se da un aborto selectivo de niñas al estar vigente la política del hijo único. Actualmente nacen 117 niños por cada 100 niñas y, si esto continúa, para 2020 habría 25 millones más de hombres que de mujeres. En 2008 China llegó a los 100 millones de hijos únicos.
Las repercusiones son graves: los padres venden a sus hijas en matrimonio al grado de que esta práctica se está convirtiendo cada vez más en lucrativo negocio, hay un crecimiento en los delitos de tipo sexual (violaciones) y los varones se precipitan a la homosexualidad.
¿Y qué ha provocado toda esta deriva? Por una parte, la difusión masiva de intereses ideológicos presentados como progresos y beneficios a los cuales se tendría un «derecho». Detrás están grupos de poder que buscan consolidar su dominio sobre las masas. Y para dominar a las masas no hace falta hacerlas pensar sino ahorrarles ese ejercicio. Más que acabar con la pobreza, se quiere acabar con los pobres. Más que erradicar el analfabetismo, se quiere erradicar a los analfabetos. Más que educar, se quiere imponer un pensamiento único al que no se puede responder.
Pero lo peor está por venir: la desproporción entre la población económicamente activa y la que precisa del beneficio de la jubilación no se puede sostener por sí misma.
En un artículo publicado en el Boston Globe (cf. 18.06.2008), Jeff Jacoby decía que «ninguna sociedad gana cuando pierde su recurso más precioso». Y no por nada el reconocido economista y premio Nobel, Gary Stanley Becker, reivindicaba precisamente a la familia compuesta por un hombre, una mujer y sus hijos, como protagonista de una buena economía.
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