25 de diciembre, fum, fum, fum
Existe la creencia de que la Iglesia Católica decidió celebrar la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo en estas fechas para aprovechar la coyuntura de que a partir de la Navidad los días empiezan a alargar su duración, y las noches a acortarla. Es el denominado solsticio de invierno, que ocurre todos los años entre el 20 y el 23 de diciembre, y está plagado de todo tipo de ritos más o menos religiosos en todas las culturas y tradiciones de la humanidad.
La Iglesia católica catequizaría así a los hombres, haciendo coincidir el nacimiento de Cristo con este aumento del fotoperiodo, dando así a entender que con la venida de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios vivo, la oscuridad de la noche humana daba paso al creciente día que simbolizaría a Jesús. A esta explicación, las malas lenguas, el laicismo, sólo añadiría que, como siempre, la Iglesia católica impuso su criterio no respetando una vez más las tradiciones populares.
El evangelio de la Eucaristía de hoy narra cómo vivió la venida de Cristo al mundo una familia peculiar, la del sacerdote Zacarías, padre de Juan El Bautista, esposo de Isabel, una mujer estéril a la que Dios, como ya había hecho con otras mujeres cuya vida viene narrada en la Biblia, concedió la gracia de concebir y dar a luz un hijo para demostrar así que para Dios no hay nada imposible.
Se nos dice que Zacarías oficiaba su ministerio sacerdotal en el turno de Abdías. Hallazgos arqueológicos en Tierra Santa han permitido conocer cuándo se producía este turno de Abdías: en el mes de septiembre.
Cuando el ángel se aparece a la Virgen María y le anuncia que se va a quedar embarazada por obra y gracia del Espíritu Santo, le indica que su prima Isabel, la esposa de Zacarías, lleva ya seis meses embarazada; es decir: el ángel se aparece a María en el mes de marzo. Al decir María sí al mensajero de Dios, queda embarazada, y a los nueve meses, es decir, en diciembre, da a luz a Jesucristo. Lo cuenta de maravilla Giuseppe Gennarini en su libro Gnosis y teología política.
O sea, que la tradición mantenida por la Iglesia católica de celebrar la Navidad en estas fechas resulta que es perfectamente posible que se deba a que, en realidad, Dios eligió encarnarse en el seno de María en el momento justo para hacer coincidir el nacimiento de su Hijo con el momento del año en el que los días empiezan a aumentar, y las noches a disminuir.
Todo un detalle, Señor, por tu parte, que nos ayuda a reconocer que eres un artista, y que nos amas tanto en nuestra debilidad que te vales de todo lo que tienes a tu alcance para llevarnos a la fe.
¡Feliz Navidad!
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