Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

La devoción del doctor José Gregorio Hernández al Sagrado Corazón

El doctor José Gregorio Hernández.
El doctor José Gregorio Hernández, un gran microbiólogo que destacó por su devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Infografía: Conferencia Episcopal.

por Alfonso V. Carrascosa

Opinión

La primera vez que oí hablar del doctor José Gregorio Hernández (1864-1919), médico venezolano al que la Iglesia católica hizo beato en plena pandemia de covid, fue al doctor Federico Uruburu, a la sazón catedrático de Microbiología de la Universidad de Valencia, católico piadoso por cierto, y con quien tuve el honor de colaborar científicamente. Ya entonces había comenzado a estudiar historia de la ciencia buscando la conciliación ciencia-fe en personas o instituciones concretas, y sin duda el doctor Hernández fue un gran hallazgo: a través de él se introdujo en Venezuela la microbiología, disciplina científica que fundó otro célebre científico católico, Louis Pasteur.

A la intercesión del doctor Hernández se sigue encomendando Venezuela entera, y  . Francisco se ha referido a él como el médico de los pobres

Además era un gran devoto del Sagrado Corazón de Jesús, tanto que llegó a dedicarle la siguiente oración:

“Gloria al Sagrado Corazón de Jesús, cuya misericordia ha sido infinita con los siervos felices de este hogar, al escogerlo entre millares, como herencia de amor y santuario de reparación por la ingratitud humana.

»¡Con cuanta confusión, Señor Jesús, esta porción de tu rebaño fiel acepta el honor insigne de verte presidir nuestra familia! ¡Cómo te adora en silencio y se regocija al verte compartir bajo el mismo techo las fatigas, los afanes y también los castos goces de estos hijos tuyos!

»¡Ah!, no somos dignos, es verdad, de que Tú entres en esta humilde morada, pero Tú has dicho ya unas palabras reveladoras con tu Corazón Santísimo, y nuestras almas han sentido sed de Ti, y han hallado las aguas vivas, que saltan hasta la Vida eterna, en tu Costado herido, ¡oh buen Jesús! Por eso, contritos venimos a entregarnos a Ti, que eres la Vida inmutable. Permanece entre nosotros, ¡oh Corazón sacrosanto! Pues sentimos ansias supremas de amarte y hacerte amar, y Tú eres la razón ardiente que ha de abrazar al mundo para regenerarlo.

»¡Ah, sí! Que esta casa sea tu refugio, tan dulce como el de Betania, donde encontraste solaz en las almas amigas que han escogido la mejor parte en la intimidad venturosa de tu Corazón; sea éste, Salvador amado, el asilo pobre pero cariñoso de Egipto en el destierro de tus enemigos.

»Ven, Señor Jesús, ven…, pues en esta casa, como en Nazaret, se quiere con entrañable amor a la Virgen María, a esa Madre tan tierna que Tú mismo nos diste: ven a llenar con Tu presencia deliciosa los vacíos que la muerte y la desgracia han dejado entre nosotros…

»¡Ah! Si Tú, el Amigo fidelísimo, hubieras estado en nuestras horas de duelo, ¡cómo se hubieran endulzado tantas lágrimas y cuánto bálsamo de paz hubiéramos sentido en aquellas heridas secretas que solo Tú conoces…!

»¡Ven! …, porque se acerca tal vez para nosotros la tarde angustiosa de nuevos pesares, y declina el día fugaz de nuestra juventud y de nuestras ilusiones; quédate con nosotros, porque ya anochece, y el mundo perverso quiere envolvernos en las tinieblas de sus negaciones y nosotros te queremos a Ti, porque sólo Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida Eterna Jesús, como en tiempo antiguo: 'Es preciso que desde hoy me deis hospedaje en vuestra casa'. Sí, Señor, establece aquí tu tabernáculo, a cuya sombra vivimos de tu compañía, nosotros que te proclamamos nuestro Rey, porque no queremos que otro reine sino sólo Tú.

»¡Viva siempre amado, bendecido y glorificado en este hogar el Corazón triunfante de Jesús! ¡Venga a nosotros tu Reino! Amén”.

El caso del doctor José Gregorio Hernández pone de manifiesto no sólo que la ciencia y la fe católica son compatibles, sino algo todavía menos frecuente: que se puede ser un gran devoto del Sagrado Corazón de Jesús y al tiempo un gran científico, introductor de la microbiología en Venezuela.

Este y otros ejemplos nos están ayudando a arrinconar el discurso laicista de que la Iglesia es enemiga de la ciencia, y desenmascara a los ateos, agnósticos y laicistas que usan ese discurso, poniéndoles en la verdad de que no tiene base científica decir eso, que sólo son opiniones marcadas por un sesgo ideológico, pseudociencia ciudadana todo lo más. Me viene a la cabeza la imagen de los miembros del ejército del Frente Popular fusilando al Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de Los Ángeles…¡no se puede ser más ignorante!

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