Sábado, 21 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Revolución francesa y subtierro, al hilo del sacrilegio olímpico

Durante la inauguración de los Juegos Olímpicos, una representación de la reina María Antonieta decapitada normalizó y exaltó los crímenes de la Revolución francesa.
Durante la inauguración de los Juegos Olímpicos, una representación de la reina María Antonieta decapitada normalizó y exaltó los crímenes de la Revolución francesa.

por Alfonso V. Carrascosa

Opinión

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La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos se suponía original y espectacular, y ciertamente lo fue. Lo que ya se imaginaba menos era la instrumentalización ideológica de la misma en pro de una ideología anticientífica que las feministas materialistas ateas deploran, cual es la ideología de género. Pero lo que ha sido para mí de traca son las explicaciones de Macron: "Esto es Francia".

Supongo que somos conscientes de que si hay una realidad anticientífica o cuando menos pseudocientífica esa es, sin duda, la realidad política. Los políticos no suelen contar toda la verdad, porque si lo hicieran... pues eso, al final ‘en todos los sitios cuecen habas’ y ‘todos somos malos, corruptos’, etc. No. Lo que hacen es construir un discurso, que es una forma incompleta e interesada de leer la realidad, eso sí, partiendo todos de una mentira primordial: que representan a la ciudadanía, dándose el caso de que aproximadamente del 30% al 40% de la misma no va a votar.

En España, el caso más flagrante de esta línea pseudocientífica es de la llamada memoria histórica, ahora democrática, que se empeña en dar una visión incompleta e interesada de la evolución social durante la Segunda República y el relato de la Guerra Civil. Los herederos ideológicos del Frente Popular se revolvieron cuando la Iglesia católica, después de haber esperado décadas, comenzó las causas de beatificación de los mártires. Sólo en Madrid el Frente Popular asesinó a 25.000 civiles desarmados, según los datos del mayor experto sobre este tema, José Manuel Ezpeleta. La dictadura del proletariado dio sus frutos, y por sus frutos los conoceréis.

Pues el comentario de Macron va en la misma línea pseudocientífica propia también de la ideología liberal, señalada como anticristiana desde su nacimiento, al igual que el socialismo, de manera magistral por el Syllabus errorum complectens praecipuos nostrae aetatis errores [Listado recopilatorio de los principales errores de nuestro tiempo] del Papa Pío IX, todavía y lamentablemente de rabiosa actualidad. Lo que dijo Macron no es toda la verdad, sino sólo una parte de ella. Francia es lo que vimos en la inauguración de los Juegos Olímpicos y mucho más.

Hacer una lectura ideológica de la realidad mutila la misma, no es científico, y eso fue lo que ocurrió en la ceremonia. Ni mucho menos se puede decir que todos los franceses están de acuerdo con todos los postulados de la ideología de género. No es menos cierto que por tratarse de una minoría, ocuparon un espacio extraordinariamente desproporcionado en la ceremonia: no fue ni mucho menos representativo. Eso no es Francia, si no sólo una parte: el sesgo ideológico es anticientífico. Dejando a un lado la impresionante historia de la Iglesia en Francia, no hay más que leer el Elogio a los santos (en el que diariamente la Iglesia católica ofrece a la contemplación de sus fieles los santos y mártires que celebra) para apreciar la cantidad de ellos que son de origen francés: asesinados por su fe, simple y llanamente, por no querer dejar de profesar su fe, de decir en lo que creían.

En la ceremonia se ensalzó hasta la náusea ideológica la historia francesa pasando por alto hechos como el Terror en la Revolución Francesa, especialmente activo precisamente en París, donde en cualquier iglesia que entres lo primero que te encuentras es la lista de guillotinados por creyentes.

Un ejemplo de ello es el Cementerio de Picpus de los guillotinados en París durante la Revolución Francesa (1789-1794). Más de 1.300 personas ejecutadas (197 mujeres) entre el 14 de junio y el 27 de julio de 1794, cifra dramáticamente irrisoria si consideramos otras como los 170.000 civiles que fallecieron en las Guerras de la Vendée, o los más de 20.000 guillotinados durante la Revolución Francesa.

Fosa nº 2 en el Cementerio de Picpus, en París.

El Cementerio de Picpus, en el distrito XII de París, alberga los restos de 1306 víctimas ejecutadas entre el 14 de junio y el 27 de julio de 1794, en el momento más álgido del Terror. Solo los descendientes de esas víctimas pueden ser inhumados en él. En la imagen de Wikipedia, la Fosa nº 2, que alberga 304 cuerpos.

Esto también es Francia, señor Macron, y no sólo la imagen de la María Antonieta que salió en la ceremonia: durante la Revolución Francesa se asesinó a miles de personas por no pensar como sus protagonistas, y al amparo de una ley revolucionaria e inicua cual es la Ley de Sospechosos se guillotinó a miles de personas cuyo delito era no estar de acuerdo con los postulados de los entonces dirigentes, o tener fe católica sin más.

Pero volviendo a Picpus, el Tribunal Revolucionario necesitaba una forma rápida y anónima de deshacerse de los cadáveres, y el cementerio de Picpus se encuentra a solo cinco minutos de la plaza de la Nación, donde había una guillotina. Dos fosas comunes albergan a 1306 mujeres y hombres, nobles, clérigos, monjes, militares y la mayoría hombres comunes. También hay mujeres nobles, monjas, siendo la mayoría mujeres del pueblo. El baño de sangre cesó cuando el propio Robespierre fue decapitado y el jardín se clausuró. Entre las víctimas enterradas en Picpus se encuentran las mártires de Compiègne: 16 religiosas carmelitas de entre 29 y 78 años que fueron guillotinadas el 17 de julio de 1794. En 1905 fueron beatificadas por el Papa Pío X, dedicándoles el escritor francés Georges Bernanos la novela Diálogos de Carmelitas y el compositor Francis Poulenc la ópera homónima.

Y siguiendo con lo que también es Francia... en el Cementerio de Picpus se excavó una fosa en un extremo del jardín, y en ella se arrojaban los cuerpos decapitados juntos: nobles, religiosos, comerciantes, militares y obreros. Cuando la primera fosa estuvo completa, se excavó una segunda. Los sepultureros utilizaban la capilla del antiguo convento como oficina para inventariar las ropas de las que despojaban a los decapitados. Las fosas se cubrían solamente con planchas hasta estar completas, momento en que se rellenaban de tierra. Esto, sumado al suelo arcilloso del lugar, que pudría la sangre, provocaba un espantoso hedor.

El término subtierro o exilio subterráneo es un modo eufemístico de referirse a los señalados como enemigos ideológicos a los que se asesina y entierra en fosas comunes. Subtierro ha habido mucho a lo largo de la historia, pero el término ha empezado a utilizarse sólo para referirse a aquellos enterrados en fosas comunes abatidos por el ejército sublevado durante la guerra civil española. Pero yo creo que hay que utilizarlo de manera entiendo más universal e inclusiva, puesto que del mismo modo que en la Guerra Civil hubo decenas de miles de asesinados y enterrados en fosas comunes por los tribunales de la dictadura del proletariado defendida por el Ejército del Frente Popular (subtierro al que algunos historiadores no se refieren, induciendo al lector a llegar a conclusiones pseudocientíficas, si no anticientíficas), puede ocurrir que quien haya visto la ceremonia de los Juegos Olímpicos sufragada por Macron y escuchado sus palabras ("Esto es Francia") olvide que la Revolución Francesa asesinó a miles de personas con la guillotina, la mayor parte de las cuales era sencilla gente del pueblo (católicos fervientes) a la que en teoría la Revolución iba a defender.

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