Evangelizar según San Ignacio de Loyola

¿Transmitir unos valores? ¿Llenar nuestros grupos?¿Qué es realmente evangelizar?

Los santos son los “expertos”.

El padre Antonio Navas, SJ, historiador y profesor de la Universidad de Granada, recoge en su reciente libro Evangelizar de la mano de Ignacio de Loyola consejos prácticos del santo aplicados a la labor evangelizadora.

La evangelización es una labor de la Iglesia, mandato dado por el Señor ("Id a todo el mundo", Mc 16, 15). Los cristianos estamos llamado al anuncio de nuestra fe. Pero en medio de nuestra cultura individualista, voluntarista, podemos confundirlo con la transmisión de una ética o valores y se corre el riesgo de olvidar el fundamento. Podemos hacer trabajos buenos y nobles, pero sin el encuentro con el misterio de Jesús, no podemos llamarlo evangelización.

Gabriel Leal Gudiño es colaborador de la Fundación Maior y presenta aquí brevemente el libro del padre Navas.

Evangelizar está fuera de la mentalidad del éxito: fomentar el proselitismo, hacer planes de expansión, actuar a partir de cálculos o estrategias, no es seguir la lógica del Evangelio. La vida de los santos, y en concreto el modelo de San Ignacio que nos presenta el padre Navas en este libro, nos muestra que la evangelización es el compartir gozoso de la fe que transforma nuestras vidas, es el presente de la Gracia.

Docilidad al Espíritu

En estas páginas vemos que la espiritualidad de Ignacio es un camino de seguimiento del Señor, para dejarnos habitar y transformar en el amor del Padre y para escuchar y dejarnos guiar por el Espíritu en la toma de nuestras decisiones. El camino donde fue encontrando Ignacio el querer de Dios pasó de extremismos y voluntarismos a la escucha serena y un trabajo en libertad; ahí está la clave de su modo de evangelizar: discerniendo el impulso interior. El camino es, para Ignacio y en palabras del Padre Navas, la intimidad con Dios, la docilidad al Espíritu.

Es Dios quien toma la iniciativa, pues sus obras las promueve y mantiene Él y esto vale más que cualquier estrategia. Si es el Señor quien guía, habrá frutos espirituales. Y sólo a partir de esto, el hombre descubre que sus deseos y oraciones constituyen la manera humana de colaborar con Dios. La iniciativa humana es secundar la iniciativa divina y no se puede hacer nada sin estar profundamente unidos a Dios. Esta colaboración es reflejo de lo que vive la persona en su interior. Por ello, el obrar y el orar no deben estar enfrentados, sino que deben armonizar con la vida.

Antonio Navas, S.J.: 'Evangelizar de la mano de Ignacio de Loyola' (Fundación Maior).

¿Estorbo a la obra de Dios?

En las cartas que el padre Navas nos comparte en este libro vemos que Ignacio pone un especial énfasis en vivir y recomendar para la evangelización la frecuencia de sacramentos y vida de oración, pues ayuda a discernir lo que Dios quiere y ponerse en manos de Dios. Lo contrario es el narcisismo espiritual y el propio gusto, como tantas veces lo ha advertido el Papa Francisco. En estas páginas vemos que el camino evangelizador de Ignacio implica no caer en los planteamientos mundanos como el interés, la vanagloria o el poder: la labor de Dios no puede ser movida por el interés económico. Si no se opta por la vía de la humildad, corremos el riesgo de ser estorbo a la obra de Dios.

Características del evangelizador

El padre Navas ve en los escritos de San Ignacio algunas cualidades que debe tener un evangelizador:

-ausencia de protagonismo;

-trato cordial;

-evitar los cálculos mundanos;

-generosidad;

-prudencia;

-discreción;

-disposición de servicio al prójimo…

Ignacio nos invita a evangelizar en cualquier ámbito de la vida humana; en especial, el cristiano está llamado a servir a quienes nadie quiere, a los pobres y excluidos, pues ve la caridad como el compendio de toda la doctrina de Jesús.