Coincidencia ¿o algo más?
Ambos coinciden pidiendo "derecho a decidir" e insultan en persona y por redes sociales con términos como fascistas, retrógrados o medievales a todos los que no pensamos como ellos.
por Aitor Miranda
Los dichos y sentencias populares que se transmiten de generación en generación y perviven con el paso de los siglos se llaman refranes. Quiero rescatar y traer a la memoria uno de ellos para hablar de lo que “a priori” puede parece una coincidencia, o quizás sea algo más que eso.
Hay un refrán que reza así: “Piensa mal y acertarás”. No quiero pensar mal, pero no hace falta ser muy docto ni inteligente para caer en la cuenta de que se ha puesto de moda un lema, Derecho a decidir, entre grupos o colectivos radicales, que en principio nada tienen que ver entre sí, pero entre los cuales, si hurgamos un poco, encontraremos coincidencias.
Los dos grupos radicales son, por un lado, el lobby o grupo de presión del colectivo de ETA, con sus presos excarcelados por la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot, y por otro, el lobby o grupo de presión del colectivo pro-aborto. Ambos coinciden pidiendo “derecho a decidir” e insultan en persona y por redes sociales con términos como fascistas, retrógrados o medievales a todos los que no pensamos como ellos.
Hace una semana, más o menos, días después del 28 de diciembre, apareció atacada en Málaga la fachada de un centro de ayuda a la mujer embarazada con pintura derramada y con el lema, Aborto sí. Coincidencia o casualidad, son los mismos métodos que usan, para amedrentar y coaccionar, los cachorros del mundo de ETA ante las sedes de grupos políticos, en el País Vasco y Navarra, que no piensan como ellos.
Los dos colectivos muestran gran sensibilidad por los animales, especialmente los toros, y califican las corridas de “tortura animal” por el gran sufrimiento al que son sometidos, antes de morir, estos animales. Lo que me choca es que no usan este mismo término de tortura para referirse al millar de asesinados con el tiro en la nuca o el coche bomba y tampoco a los más de 300 abortos al día que se practican en España.
Ambos cuentan con cierto apoyo social y económico y, como serpientes, se intentan hacer un hueco en la sociedad para “inculcar”, sobre todo entre los más jóvenes, que ellos actúan en nombre de la libertad y que su fin y objetivo es ella. El problema es que se olvidan, a sabiendas, de que la libertad de toda persona tiene límites y esos límites están dónde empieza la libertad y la dignidad de otra persona. Pretenden hacernos creer que todo lo que un colectivo desea, tiene que ser elevado a derecho.
No nos podemos olvidar que el derecho fundamental y primero es el derecho a la vida. Nadie que esté en su sano juicio, salvo ellos, afirma que matar sea correcto. Lo dice categóricamente la ley natural, que es aquella ley que todos llevamos inscrita en nuestro corazón, anterior a cualquier religión y muy anterior a cualquier Parlamento. Todas las religiones, no sólo la judía y cristiana (Ex. 20,13), llevan en sus leyes o mandamientos de que matar no es correcto. Las leyes civiles castigan con penas de cárcel a las personas que quitan la vida a otro ser humano. Ambos colectivos no respetan la vida humana. Unos no respetan la vida y la libertad de los que piensan de manera diferente, y los otros no respetan la vida y la libertad de los más indefensos y vulnerables.
¿Qué hay más vulnerable e indefenso que un niño no nacido? Para estos dos colectivos, cualquier argumento es válido para interrumpir definitivamente la vida de otro ser humano.
Con el actual Papa Francisco nos damos cuenta de que los hechos siempre contagian y hablan más que las palabras. Como decía y sigue diciendo Jesús de Nazaret, “por sus hechos los conoceréis” (Mt. 7,1516).
Hay un refrán que reza así: “Piensa mal y acertarás”. No quiero pensar mal, pero no hace falta ser muy docto ni inteligente para caer en la cuenta de que se ha puesto de moda un lema, Derecho a decidir, entre grupos o colectivos radicales, que en principio nada tienen que ver entre sí, pero entre los cuales, si hurgamos un poco, encontraremos coincidencias.
Los dos grupos radicales son, por un lado, el lobby o grupo de presión del colectivo de ETA, con sus presos excarcelados por la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot, y por otro, el lobby o grupo de presión del colectivo pro-aborto. Ambos coinciden pidiendo “derecho a decidir” e insultan en persona y por redes sociales con términos como fascistas, retrógrados o medievales a todos los que no pensamos como ellos.
Hace una semana, más o menos, días después del 28 de diciembre, apareció atacada en Málaga la fachada de un centro de ayuda a la mujer embarazada con pintura derramada y con el lema, Aborto sí. Coincidencia o casualidad, son los mismos métodos que usan, para amedrentar y coaccionar, los cachorros del mundo de ETA ante las sedes de grupos políticos, en el País Vasco y Navarra, que no piensan como ellos.
Los dos colectivos muestran gran sensibilidad por los animales, especialmente los toros, y califican las corridas de “tortura animal” por el gran sufrimiento al que son sometidos, antes de morir, estos animales. Lo que me choca es que no usan este mismo término de tortura para referirse al millar de asesinados con el tiro en la nuca o el coche bomba y tampoco a los más de 300 abortos al día que se practican en España.
Ambos cuentan con cierto apoyo social y económico y, como serpientes, se intentan hacer un hueco en la sociedad para “inculcar”, sobre todo entre los más jóvenes, que ellos actúan en nombre de la libertad y que su fin y objetivo es ella. El problema es que se olvidan, a sabiendas, de que la libertad de toda persona tiene límites y esos límites están dónde empieza la libertad y la dignidad de otra persona. Pretenden hacernos creer que todo lo que un colectivo desea, tiene que ser elevado a derecho.
No nos podemos olvidar que el derecho fundamental y primero es el derecho a la vida. Nadie que esté en su sano juicio, salvo ellos, afirma que matar sea correcto. Lo dice categóricamente la ley natural, que es aquella ley que todos llevamos inscrita en nuestro corazón, anterior a cualquier religión y muy anterior a cualquier Parlamento. Todas las religiones, no sólo la judía y cristiana (Ex. 20,13), llevan en sus leyes o mandamientos de que matar no es correcto. Las leyes civiles castigan con penas de cárcel a las personas que quitan la vida a otro ser humano. Ambos colectivos no respetan la vida humana. Unos no respetan la vida y la libertad de los que piensan de manera diferente, y los otros no respetan la vida y la libertad de los más indefensos y vulnerables.
¿Qué hay más vulnerable e indefenso que un niño no nacido? Para estos dos colectivos, cualquier argumento es válido para interrumpir definitivamente la vida de otro ser humano.
Con el actual Papa Francisco nos damos cuenta de que los hechos siempre contagian y hablan más que las palabras. Como decía y sigue diciendo Jesús de Nazaret, “por sus hechos los conoceréis” (Mt. 7,1516).
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