Las víctimas inocentes

El 28 de diciembre hemos celebrado la fiesta de los Santos inocentes, mártires. La hemos banalizado hasta tal punto que la hemos convertido en un día de inocentadas y bromas, entre amigos y familiares, pero nada que ver con lo que realmente ocurrió: “Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos” (Mt. 2,17).

Sin comerlo ni beberlo, esos niños varones inocentes fueron los primeros que derramaron su sangre por Jesús.
En este nuestro país, España y en pleno siglo XXI, sigue habiendo víctimas inocentes. Voy a citar a tres clases para no alargarme en exceso.

Los familiares de las víctimas de ETA, que siguen sufriendo el acoso de los filo-terroristas, de aquellos que jalean, apoyan y homenajean a los que arrebataron la vida de sus seres más queridos, por el mero hecho de que pensaron de manera diferente o trabajaron en determinadas profesiones o defendieron ideas políticas, democráticas y legitimas, “non gratas” para un grupúsculo de ciudadanos imbuidos de un odio voraz.

Los más de 100.000 niños y niñas que en 2013, no llegaron a nacer porque fueron abortados y arrojados a un cubo de basura. Que nunca sintieron ni podrán ya sentir el calor de unos abrazos, porque la falta de madurez y egoísmo para acogerlos con amor, les llevaron a ser víctimas inocentes de la peor decisión que puede tomar cualquier madre, matar a su propio hijo.

Una mujer que sobre este tema lo tenía muy claro fue la Beata Teresa de Calcuta:“ El aborto mata la paz del mundo... Es el peor enemigo de la paz, porque si una madre es capaz de destruir a su propio hijo, dentro de su propio seno, ¿qué me impide matarte? ¿Qué te impide matarme? Ya no queda ningún impedimento".

Las más de 6.000.000 de personas paradas, víctimas inocentes de esta crisis que, a finales de 2013, sigue arrasando y devorando personas y hogares y que todos, de una manera u otra, sufrimos a causa de los recortes, donde los ricos siguen siendo más ricos y los pobres cada vez más pobres. Personas y familias que ya no reciben ningún tipo de ayuda económica por parte de los gobiernos que nos han llevado a esta situación. y que sobreviven gracias a las ayuda que reciben de las Cáritas diocesanas y de los donativos de personas anónimas.

No podemos olvidar la Declaración ante la crisis moral y económica, documento elaborado por la Asamblea Plenaria de la CEE en el otoño de 2009, que señalaba las causas y a las víctimas de la crisis, y animaba a ir hasta el fondo de sus raíces espirituales y morales, exhortando al mismo tiempo a la solidaridad de todos y al compromiso de la Iglesia.

A punto de acabar este 2013, espero y deseo para el 2014 que las víctimas inocentes sean cada vez menos y sean respetadas, queridas y amadas, y ojalá todas las personas nos pusiéramos de su parte, luchando por ellas y con ellas, porque no hay nada más humano y cristiano a la vez que estar a favor de las víctimas.