Mujeres libres
Nunca en toda la historia de la humanidad la mujer, a pesar de creerse más libre, ha sido más esclava
Una moda que hace mella en las clases más desfavorecidas o acomodadas y que no tiene nada de respetable sino que debe ser contestada es aquella, tan extendida, que aboga por el sexo con placer pero sin reproducción ya sea con o sin "amor", ya sea extracoyugal -fornicación- o conyugal, o incluso con personas del mismo sexo o en solitario. Con esta mentalidad se asume la teoría de la necesidad de la liberación de la mujer, base de la ideología de los derechos y salud reproductiva que hace de ello una cuestión médica. Recientemente la administración Obama trata de imponer esta moda ideologica a todos los empleadores obligándolos a que corran con los gastos anticonceptivos en los seguros médicos de todas sus empleadas, lo que ha desatado una contestación en los sectores que aun no han perdido su integridad moral.
Sin embargo esta mentalidad no libera a la mujer ni mejora su salud. En la naturaleza humana,la sexualidad tiene una doble función. La unión amorosa y afectiva entre un hombre y una mujer;función que es específicamente humana. Y la transmisión de la vida; función natural común a todo ser vivo. La naturaleza ha hecho que esa unión resulte placentera para favorecer la funcionalidad de la sexualidad humana. Pero el que sea placentera no es su finalidad sino un medio que facilite su auténtico fin.
Cuando la sexualidad se vive al margen del compromiso amoroso queda deshumanizada y prostituida, y cuando se vive al margen de su función procreadora queda desnaturalizada y convertida, incluso dentro del matrimonio, en un acto de mera lujuria como búsqueda del placer venéreo. Este modelo deshumanizado y desnaturalizado de sexualidad es que el que se trata de propagar como un benéfico avance.
Es facil de entender que la mentalidad abortista solo es una consecuencia del desarrollo y extensión de la mentalidad anticonceptiva y del modelo de sexualidad que propugna. Es la causa de que la anticoncepción no sirva para disminuir el aborto sino para fomentarlo. Así lo demuestra la realidad histórica y la evidencia científica que nos permite constatar que a más anticoncepción más abortos.El origen de la cultura de la muerte no está en el aborto sino en el modelo contraceptivo de sexualidad. La Internacional de de planificación familiar IPPF, es a su vez la principal promotora de abortos en todo el mundo, y en España la Sociedad Española de Contracepción (SEC) está plagada de especialistas defensores del aborto, muchos de ellos empleados, gerentes o propietarios de centros abortistas.
Pero estas mentalidades, si bien son ancestrales, son modas que trata de propagar una nueva industria. Modas que se asumen colectivamente en un momento concreto de la historia de la humanidad que coincide con dos acontecimientos históricos. Por un lado la revolución del "amor libre" de los años 60, y por otro, la aparición en la industria farmacológica de las hormonas de diseño que bloquean las ovulaciones de las hembras humanas. Esto se une a la aparición de una ideología feminista radical que considera la maternidad como una machista y clerical lacra para las mujeres, al entender que los hombres, al no tener esa "carga", disfrutan de una mejor vida. Aspiran a igualarse a los hombres renegando de su naturaleza femenina, creyendo que controlando su maternidad , mediante la anticoncepción y el aborto, quedaran equiparadas, en su estilo de vida, al estilo de vida masculino, que detestan pero al que , paradójicamente, aspiran. Las mujeres, a partir de esta corriente ideológica , asumen la idea de que su profesión debe estar por encima de la familia y de su maternidad. Su realización personal la buscan en la carrera laboral subyugando su realización personal como mujeres y madres que hace que sus carreras familiares queden en segundo plano.
Tras inculcar en la mujer "moderna" esta mentalidad, automáticamente se les crea una necesidad de consumo anticonceptivo para que puedan "responsablemente" planificar los hijos, pero es preciso inculcarles otra idea: la del amor libre. Si bien la mujer siempre había considerado como un valor no entregar su cuerpo a ningún hombre que no fuese aquel idóneo para desarrollar en plenitud una sexualidad que como fruto diese lugar a unos hijos y a una familia, ejerciendo la responsabilidad de elegir al hombre mejor dotado para garantizar, de por vida, una estabilidad familiar basada en el amor, se le inculca un rol sexual de casanova irresponsable que el feminismo siempre habia criticado en el varón.
Esa hipocresía del feminismo radical cala en las mujeres de una generación, intelectualizada pero no formada, que empieza a asumir un comportamiento sexual más parecido al del machismo tradicional donde la venida de un hijo siempre era considerada como un inoportuno error, como una carga bastarda, y cuya finalidad es el placer erógeno o una afectividad basada en un sentimentalismo adolescente y no en un verdadero y comprometido amor maduro de entrega total de dos personas; hombre y mujer adultos y responsables.
Esto que hasta la década de los 60 del siglo XX, nunca había sido una necesidad de la mujer, la somete a una nueva forma de esclavitud en la que los nuevos poderes fácticos son la industria farmacológica y los ideólogos de la cultura de la muerte en sus distintas versiones que incluye la ideología de género del laicismo agresivo.Como decia San Agustin: el placer desordenado es la causa del odio a Dios.
La mujer ahora es esclava de la "ley del deseo" y de tener que someter a su cuerpo, durante largos periodos de tiempo, a la acción de hormonas sintéticas que bloquean sus ovulaciones, o lo que es peor,a tener que llevar insertados en sus úteros unos dispositivos metálicos que incapaciten sus entrañas para el arraigo de una vida que será abortada en sus estadios iniciales. Incluso muchas veces se ven motivadas para esterilizarse voluntariamente mediante la mutilación quirúrgica de su aparato reproductor, que reducirá el resto de sus relaciones sexuales a mera lujuria donde lo que importa es tener placer físico hedonista, más o menos afectuoso, pero asegurando que se impida el fruto natural del mismo es decir, la llegada a la familia de un nuevo miembro.
Aquí resulta de nuevo sorprendente la hipocresía del feminismo radical y del relativismo en moral sexual occidental que se rasga las vestiduras ante la mutilación de un clítoris y fomenta la mutilación de las trompas de Falopio. Cabria plantearse si es más inhumano privar a una mujer ( voluntaria o involuntariamente) de un clítoris que le dificulta una de las consecuencias de su actividad sexual o privarlas (voluntaria o involuntariamente) de unas trompas que le impiden otra consecuencia de su actividad sexual.
Las mujeres casadas de las últimas décadas del siglo XX asumieron estos roles sexuales que las obligaba al consumo anticonceptivo y que les privaba del "lujo" de tener más de tres hijos. Se llega a considerar "loca y antigua" a aquella mujer que osa tener 4 o más hijos. Hoy pasar de la ordinaria "parejita" ya es un escándalo. Estas mujeres, hoy madres de la parejita, se lamentan de lo mal que está la juventud y de lo difícil que les resulta educar a sus hijos. Pero claro, ¿qué autoridad moral van a tener estas mujeres para decirles a sus hijas adolescentes que no anden "haciendo el tonto con sus amiguitos" , que no no se acuesten con los chavales solo por gustito, si ellas se están acostando con sus maridos sólo por gusto, si tiene las trompas ligadas o sus maridos están vasectomizados, o abortaron cuando se embarazaron del tercero, o tienen puesto un DIU, o les pagan los condones a sus hijos? ¿Si lo único que les preocupa es que sus hijas no vengan con una barriga y que sus hijos no dejen preñada a ninguna para no complicarse la vida? ¿Si no son conscientes de las heridas emocionales que causa un uso desordenado de la sexualidad que deja secuelas durante tantos años y que muchas veces están en la raiz de una ruptura familiar?
Nunca en toda la historia de la humanidad la mujer, a pesar de creerse más libre, ha sido más esclava.
Esclava del trabajo, esclava de la anticoncepción , esclava de no poder tener todos los hijos que la naturaleza del amor hacia su marido les quiera regalar, esclava del quirófano, esclava de asumir un rol masculino que deja en un segundo plano el femenino. Esclava de tener que reducir su aparato genital en mera fuente de palcer que resulta repudiado cuando ya no es capaz de satisfacer las aspiraciones de placer sexual que su "pareja" demanda y que satisfará con otro cuerpo. Esclava de tener que retrasar su maternidad hasta el extremo de tener que recurrir luego a técnicas de fabricación de embriones en un laboratorio o comprar ovulos y embriones y congelarlos para ulteriores "deseos". Esclava de considerar que un embarazo indeseado es equivalente a un hijo indeseable. Esclava de tener que tener sexo cuando no está preparada ni le conviene por miedo a la estigmatización social o por la mella que la propanganda televisiva y escolar a hecho en ella. Esclava de tener que vacunarse de infecciones relacionadas con su futura conducta sexual cuando aun son niñas, de tener que impedir su capacidad procreadora e incluso de tener que pedir que algún médico depravado arranque a sus hijos de sus entrañas antes de que nazcan. Esclavas de participar en la muerte de sus hijos antes de nacer. Esclavas de tener que ser cada vez más masculinas y menos femeninas de ser menos madres o al menos menos veces. Esclavas de siliconas y liposucciones , de dietas y ginmnasios,que retrasen su inevitable envejecimiento para tener cuerpos apetecibles para ser usados sexualmente y poder competir en el mercado, especialmente si ya se han divorciado en alguna ocasión. Esclavas de ser cada vez menos mujer y menos persona y más objeto, esclavas insconscientes de la cultura de la muerte.
Creo que nuestras abuelas eran mucho más felices, mucho más luchadoras, mucho más trabajadoras,mucho más valientes, mucho más humanas, mucho más madres, mucho más respetables, mucho más admirables, mucho más dignas y decentes, mucho más femeninas,mucho más modernas,mucho más inteligentes, muchas más veces madre... en definitiva MUCHO MÁS MUJERES Y MUCHO MÁS LIBRES.
Esteban Rodíguez Martín es presidente de la Comisión Deontológica de Ginecólogos DAV.
Sin embargo esta mentalidad no libera a la mujer ni mejora su salud. En la naturaleza humana,la sexualidad tiene una doble función. La unión amorosa y afectiva entre un hombre y una mujer;función que es específicamente humana. Y la transmisión de la vida; función natural común a todo ser vivo. La naturaleza ha hecho que esa unión resulte placentera para favorecer la funcionalidad de la sexualidad humana. Pero el que sea placentera no es su finalidad sino un medio que facilite su auténtico fin.
Cuando la sexualidad se vive al margen del compromiso amoroso queda deshumanizada y prostituida, y cuando se vive al margen de su función procreadora queda desnaturalizada y convertida, incluso dentro del matrimonio, en un acto de mera lujuria como búsqueda del placer venéreo. Este modelo deshumanizado y desnaturalizado de sexualidad es que el que se trata de propagar como un benéfico avance.
Es facil de entender que la mentalidad abortista solo es una consecuencia del desarrollo y extensión de la mentalidad anticonceptiva y del modelo de sexualidad que propugna. Es la causa de que la anticoncepción no sirva para disminuir el aborto sino para fomentarlo. Así lo demuestra la realidad histórica y la evidencia científica que nos permite constatar que a más anticoncepción más abortos.El origen de la cultura de la muerte no está en el aborto sino en el modelo contraceptivo de sexualidad. La Internacional de de planificación familiar IPPF, es a su vez la principal promotora de abortos en todo el mundo, y en España la Sociedad Española de Contracepción (SEC) está plagada de especialistas defensores del aborto, muchos de ellos empleados, gerentes o propietarios de centros abortistas.
Pero estas mentalidades, si bien son ancestrales, son modas que trata de propagar una nueva industria. Modas que se asumen colectivamente en un momento concreto de la historia de la humanidad que coincide con dos acontecimientos históricos. Por un lado la revolución del "amor libre" de los años 60, y por otro, la aparición en la industria farmacológica de las hormonas de diseño que bloquean las ovulaciones de las hembras humanas. Esto se une a la aparición de una ideología feminista radical que considera la maternidad como una machista y clerical lacra para las mujeres, al entender que los hombres, al no tener esa "carga", disfrutan de una mejor vida. Aspiran a igualarse a los hombres renegando de su naturaleza femenina, creyendo que controlando su maternidad , mediante la anticoncepción y el aborto, quedaran equiparadas, en su estilo de vida, al estilo de vida masculino, que detestan pero al que , paradójicamente, aspiran. Las mujeres, a partir de esta corriente ideológica , asumen la idea de que su profesión debe estar por encima de la familia y de su maternidad. Su realización personal la buscan en la carrera laboral subyugando su realización personal como mujeres y madres que hace que sus carreras familiares queden en segundo plano.
Tras inculcar en la mujer "moderna" esta mentalidad, automáticamente se les crea una necesidad de consumo anticonceptivo para que puedan "responsablemente" planificar los hijos, pero es preciso inculcarles otra idea: la del amor libre. Si bien la mujer siempre había considerado como un valor no entregar su cuerpo a ningún hombre que no fuese aquel idóneo para desarrollar en plenitud una sexualidad que como fruto diese lugar a unos hijos y a una familia, ejerciendo la responsabilidad de elegir al hombre mejor dotado para garantizar, de por vida, una estabilidad familiar basada en el amor, se le inculca un rol sexual de casanova irresponsable que el feminismo siempre habia criticado en el varón.
Esa hipocresía del feminismo radical cala en las mujeres de una generación, intelectualizada pero no formada, que empieza a asumir un comportamiento sexual más parecido al del machismo tradicional donde la venida de un hijo siempre era considerada como un inoportuno error, como una carga bastarda, y cuya finalidad es el placer erógeno o una afectividad basada en un sentimentalismo adolescente y no en un verdadero y comprometido amor maduro de entrega total de dos personas; hombre y mujer adultos y responsables.
Esto que hasta la década de los 60 del siglo XX, nunca había sido una necesidad de la mujer, la somete a una nueva forma de esclavitud en la que los nuevos poderes fácticos son la industria farmacológica y los ideólogos de la cultura de la muerte en sus distintas versiones que incluye la ideología de género del laicismo agresivo.Como decia San Agustin: el placer desordenado es la causa del odio a Dios.
La mujer ahora es esclava de la "ley del deseo" y de tener que someter a su cuerpo, durante largos periodos de tiempo, a la acción de hormonas sintéticas que bloquean sus ovulaciones, o lo que es peor,a tener que llevar insertados en sus úteros unos dispositivos metálicos que incapaciten sus entrañas para el arraigo de una vida que será abortada en sus estadios iniciales. Incluso muchas veces se ven motivadas para esterilizarse voluntariamente mediante la mutilación quirúrgica de su aparato reproductor, que reducirá el resto de sus relaciones sexuales a mera lujuria donde lo que importa es tener placer físico hedonista, más o menos afectuoso, pero asegurando que se impida el fruto natural del mismo es decir, la llegada a la familia de un nuevo miembro.
Aquí resulta de nuevo sorprendente la hipocresía del feminismo radical y del relativismo en moral sexual occidental que se rasga las vestiduras ante la mutilación de un clítoris y fomenta la mutilación de las trompas de Falopio. Cabria plantearse si es más inhumano privar a una mujer ( voluntaria o involuntariamente) de un clítoris que le dificulta una de las consecuencias de su actividad sexual o privarlas (voluntaria o involuntariamente) de unas trompas que le impiden otra consecuencia de su actividad sexual.
Las mujeres casadas de las últimas décadas del siglo XX asumieron estos roles sexuales que las obligaba al consumo anticonceptivo y que les privaba del "lujo" de tener más de tres hijos. Se llega a considerar "loca y antigua" a aquella mujer que osa tener 4 o más hijos. Hoy pasar de la ordinaria "parejita" ya es un escándalo. Estas mujeres, hoy madres de la parejita, se lamentan de lo mal que está la juventud y de lo difícil que les resulta educar a sus hijos. Pero claro, ¿qué autoridad moral van a tener estas mujeres para decirles a sus hijas adolescentes que no anden "haciendo el tonto con sus amiguitos" , que no no se acuesten con los chavales solo por gustito, si ellas se están acostando con sus maridos sólo por gusto, si tiene las trompas ligadas o sus maridos están vasectomizados, o abortaron cuando se embarazaron del tercero, o tienen puesto un DIU, o les pagan los condones a sus hijos? ¿Si lo único que les preocupa es que sus hijas no vengan con una barriga y que sus hijos no dejen preñada a ninguna para no complicarse la vida? ¿Si no son conscientes de las heridas emocionales que causa un uso desordenado de la sexualidad que deja secuelas durante tantos años y que muchas veces están en la raiz de una ruptura familiar?
Nunca en toda la historia de la humanidad la mujer, a pesar de creerse más libre, ha sido más esclava.
Esclava del trabajo, esclava de la anticoncepción , esclava de no poder tener todos los hijos que la naturaleza del amor hacia su marido les quiera regalar, esclava del quirófano, esclava de asumir un rol masculino que deja en un segundo plano el femenino. Esclava de tener que reducir su aparato genital en mera fuente de palcer que resulta repudiado cuando ya no es capaz de satisfacer las aspiraciones de placer sexual que su "pareja" demanda y que satisfará con otro cuerpo. Esclava de tener que retrasar su maternidad hasta el extremo de tener que recurrir luego a técnicas de fabricación de embriones en un laboratorio o comprar ovulos y embriones y congelarlos para ulteriores "deseos". Esclava de considerar que un embarazo indeseado es equivalente a un hijo indeseable. Esclava de tener que tener sexo cuando no está preparada ni le conviene por miedo a la estigmatización social o por la mella que la propanganda televisiva y escolar a hecho en ella. Esclava de tener que vacunarse de infecciones relacionadas con su futura conducta sexual cuando aun son niñas, de tener que impedir su capacidad procreadora e incluso de tener que pedir que algún médico depravado arranque a sus hijos de sus entrañas antes de que nazcan. Esclavas de participar en la muerte de sus hijos antes de nacer. Esclavas de tener que ser cada vez más masculinas y menos femeninas de ser menos madres o al menos menos veces. Esclavas de siliconas y liposucciones , de dietas y ginmnasios,que retrasen su inevitable envejecimiento para tener cuerpos apetecibles para ser usados sexualmente y poder competir en el mercado, especialmente si ya se han divorciado en alguna ocasión. Esclavas de ser cada vez menos mujer y menos persona y más objeto, esclavas insconscientes de la cultura de la muerte.
Creo que nuestras abuelas eran mucho más felices, mucho más luchadoras, mucho más trabajadoras,mucho más valientes, mucho más humanas, mucho más madres, mucho más respetables, mucho más admirables, mucho más dignas y decentes, mucho más femeninas,mucho más modernas,mucho más inteligentes, muchas más veces madre... en definitiva MUCHO MÁS MUJERES Y MUCHO MÁS LIBRES.
Esteban Rodíguez Martín es presidente de la Comisión Deontológica de Ginecólogos DAV.
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