Periodistas católicos «desaparecidos»
por Daniel Arasa
Escribo este artículo el día de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas. He asistido a la misa celebrada por este motivo, presidida por un obispo auxiliar de Barcelona, Javier Vilanova. La ceremonia ha ido bien, y muy aleccionadoras las palabras del obispo. A destacar, sin embargo, que éramos pocos, poquísimos, los periodistas asistentes. Y algunos ya no estaban en ejercicio de la profesión.
Es evidente que no todos los periodistas que se consideran católicos podían asistir, y que la pandemia ha contribuido a disminuir la presencia. Algunos quizás no se habían siquiera enterado. Además, no asistir a la misa el día del patrón tampoco implica no ser católico. Pero la nimiedad de la representación es un síntoma más, no el más importante, de la ausencia de periodistas en los medios de comunicación, al menos de los de Barcelona. Porque, aunque algo más que este año, tampoco en ediciones anteriores eran muchos los asistentes.
De las líneas editoriales y de las columnas de opinión, así como del enfoque ético en muchas de las informaciones “calientes”, es perfectamente deducible que en los medios de información catalanes -no generalizo a los de otras partes de España que puedo conocer menos- no abundan los periodistas católicos. En no pocos casos por no ver la total implicación del medio o del propio redactor con la verdad, y en muchos otros por la forma de tratar un amplio número de asuntos.
Deseo aclarar que no me refiero a que los medios publiquen o no información de aspectos institucionales de la Iglesia. Aunque es constatable que cuando en los medios generalistas sale información sobre la Iglesia en la inmensa mayoría de los casos es en negativo, no es lo sustancial. Tampoco hace falta que sea información habitual.
Las carencias vienen de otros campos. Uno de ellos, de que periodistas que se declaran “católicos” a nivel personal están “desaparecidos” a la hora de ejercer su profesión.
Sea cual sea la sección en la que se está, puede darse una información veraz y con enfoque correcto sobre la dignidad de la persona humana en su integridad. Basta pensar en la cantidad de informaciones que aparecen a diario en la sección que unos medios denominan de Sociedad y otros de Tendencias, sobre temas relacionados con el derecho a la vida, la familia o familias, la educación, la natalidad, los vientres de alquiler, las relaciones matrimoniales, las manipulaciones genéticas, la sexualidad, los LGTBI, los cambios de sexo, la violencia, etc., y el enfoque que se da a una gran parte de dichas informaciones.
Quizás en menos proporción se puede aplicar a otras secciones, pero en todas es posible, incluida la de Opinión. A título de ejemplo, las columnas de articulistas sobre temas internacionales. Puede parecer que aquí nada puede hacerse sobre lo antes citado, pero no faltan a diario informaciones trascendentes sobre las que opinar, poniendo las cosas en su sitio. Es aplicable sin forzar la realidad ni salirse del trabajo de un comentarista internacional.
Bastan algunos ejemplos de los últimos días para darse cuenta de lo mucho que se puede hacer tratando de vez en cuando algún tema de fondo. Me limito simplemente a lo relacionado con el aborto, porque es muy evidente, pero hay otros muchos. En el Parlamento Europeo el presidente francés Macron ha apostado con fuerza en pro de la declaración del aborto como un derecho, y lo ha hecho como forma de presionar a la nueva presidenta del Parlamento, que se declara provida. O las posiciones adoptadas por Biden y Kamala Harris y las implicaciones en Estados Unidos y sus exigencias a muchos países del mundo. O su introducción en determinados países latinoamericanos. O las leyes y la educación en la línea del homosexualismo político que dan noticias cada día. O las presiones contra Polonia y Hungría precisamente porque no ceden a la ideología de género. Se podría ampliar a muchos otros temas, sin olvidar el de la persecución religiosa en muchos países, casi siempre silenciada.
Uno siente la ilusión de que algunos periodistas que son buenas personas, despierten y dejen de tener miedo de ser etiquetados. Que San Francisco de Sales, el patrón, les dé luz y fuerza.
Otros artículos del autor
- «No tenéis hijos... ¡acabaréis teniendo perros!»
- Sin perdón no hay paz: ni con ETA, ni con la Memoria Histórica, ni en las familias
- Mirando a Washington con inquietud
- Juegos Olímpicos: atacar el cristianismo forma parte del paisaje
- Los progres empiezan a detectar el desastre en las diócesis alemanas
- Ultracatólicos
- ¿Padrinos católicos? ¡Faltan hombres creyentes!
- Pactos políticos y relativismo
- Toque de atención en Polonia, el bastión católico
- Periodismo sectario