Aborto e inmigración: dos temas con diferentes enfoques éticos
Con frecuencia se plantean los temas del aborto y la inmigración en paralelo, sugiriendo que es necesario resolver ambos simultáneamente para evitar caer en la hipocresía moral. Sin embargo, esta equiparación es simplista y errónea. Aunque ambos temas despiertan fuertes emociones y tocan aspectos fundamentales de la vida, desde un punto de vista ético son profundamente diferentes.
Ambos temas están relacionados con la subsistencia y el bienestar, y nadie quiere que personas sufran o pierdan la vida. Sin embargo, al analizar las acciones implicadas en cada uno, descubrimos que obedecen a tipos distintos de principios morales. En términos de ética, el aborto cae dentro de los preceptos negativos (lo que no se debe hacer), mientras que el tema de la inmigración se vincula a los preceptos positivos (lo que deberíamos hacer).
Un principio ético compartido: hacer el bien y evitar el mal
La máxima ética comúnmente aceptada es clara: "Hay que hacer el bien y evitar el mal". Pero, ¿qué implica esto en cada caso?
El aborto, en tanto que acto que termina con la vida de un inocente, constituye un mal intrínseco. No hay circunstancias que justifiquen la eliminación directa de una vida inocente; es un principio absoluto. Por lo tanto, el aborto siempre es moralmente incorrecto y debe ser evitado.
En cambio, hacer el bien tiene un horizonte más amplio y diverso. La manera de realizar el bien en un contexto específico depende de nuestras circunstancias, responsabilidades y posibilidades. En el caso de los inmigrantes, por ejemplo, todos estamos de acuerdo en que deben ser ayudados, porque son seres humanos con derechos. Pero el modo ayudarles puede generar múltiples respuestas: ¿abrir completamente las fronteras? ¿Cerrarlas y crear oficinas de inmigración? ¿Promover transportes seguros? ¿Bloquear las rutas peligrosas de tráfico de personas? No hay una solución única, y las respuestas varían según las circunstancias y los medios disponibles.
Diferencias clave: los preceptos negativos versus los positivos
Los preceptos negativos, como "no matar", son universales e incondicionales. En este sentido, nadie debería promover o participar en un aborto, pues es una acción intrínsecamente mala.
Por otro lado, los preceptos positivos, como "hacer el bien", son obligatorios para todos, pero no se exige que todos realicen el mismo bien concreto en todas las situaciones. El bien a realizar es diverso y depende de la responsabilidad y capacidad de cada persona. En el caso de la inmigración, la responsabilidad primaria recae sobre los líderes y los gobiernos, quienes deben buscar soluciones prudentes y justas. Los ciudadanos, tenemos el deber de apoyar aquellas propuestas que nos parezca que mejor sirvan a la dignidad humana y el bien común, pero no tenemos la obligación directa de resolver el problema en su totalidad.
Reflexión final
Es crucial entender esta distinción para evitar simplificaciones morales. Nadie debe ser obligado a cargar con responsabilidades que exceden sus posibilidades, pero todos deben ser llamados a buscar el bien de manera responsable y honesta. En el caso del aborto, la moral es clara: se trata de un mal intrínseco que debe ser evitado. En el caso de la inmigración, la cuestión es mucho más compleja, y depende de la prudencia, el discernimiento, el compromiso político, y la cultura de cada sociedad.
La diferencia entre estas dos realidades es fundamental: los preceptos negativos (no hacer el mal) obligan en todo momento y a todos en la misma manera, mientras que los preceptos positivos (hacer el bien) obligan también a todos, pero no de manera uniforme ni en cada caso concreto.
Francisco José Ramiro García es doctor en Teología Moral y profesor de Bioética.