Carta abierta a Trinidad Jiménez
por Alejandro Campoy
Pues bien, niñata, yo no soy nadie en el espacio público, no ostento cargo ni de representación ni de gestión, pero tengo la suprema autoridad que me otorga el hecho de ser padre de una niña de 13 años, otra de 11, un niño de 9 y otra niña de 7. Y desde esa suprema autoridad que me confiere la paternidad y la responsabilidad consiguiente sobre cuatro proyectos de personitas, me dirijo a tí para comunicarte mis intenciones en caso de que sigas adelante con tus juegos adolescentes, insensatos e irresponsables.
Atrás queda ya el momento en que me convertí en el primer padre en presentar la objeción de conciencia a la Educación para la Ciudadanía; esta batalla estamos cerca de ganarla en Estrasburgo, instancia ante la que ya hemos apelado debido a la descomposición de un Tribunal Supremo sometido al poder ejecutivo y de un Tribunal Constitucional moribundo e inoperante, pues el gobierno del que formas parte se ha encargado diligentemente de arrasar todas las estructuras que conformaban lo que era mi país.
Ni siquiera voy a detenerme en lo que sería más llamativo quizás para los medios generalistas, no todos, sino esos pocos que aún se mantienen en la digna postura de contarle al ciudadano las dimensiones de la hecatombe histórica que para España ha supuesto el gobierno de una panda de chavalines de colegio inspirados en cuatro quimeras y media.
Esto llamativo no sería sino el constatar de nuevo cómo en un momento en el que hay que recortar gastos por todas partes, en sueldos, en pensiones, en infraestructuras... tus amiguetes y tú os dedicáis a poner en marcha nuevas partidas de gasto público destinadas a pagar a un sinfín de profesionales, previamente seleccionados, que irán a contarle a mis hijos a su colegio cómo debe colocarse un condón en el pitorro del maromo, como adquirir e ingerir la píldora del día despues, y cómo y donde encontrar los servicios oportunos para abortar en caso de que fallen la clase de colocación de condones y la farmacia de guardia correspondiente.
Aún así, espero que los medios generalistas dignos que quedan en este país hagan sus números por encima y le cuenten a la ciudadanía lo que le va a costar esta iniciativa revolucionaria al pensionista, al funcionario e incluso al parado que seguirá pagando a través del IVA. No creo que los enfermeros, farmacéuticos, médicos o lo que sean vayan a realizar sus itinerarios “educativos” por la cara, y mucho menos si son afiliados de UGT o CC.OO.
Pero no, no es ese el principal motivo de mi carta. Verás niñata, utilizaré vuestros propios recursos metodológicos; según parece, vais a ir al colegio de mis hijos a decirles que “Tonto + tonta = embarazo; listo + tonta = aventura; tonto + lista = boda; y, por fin, listo + lista = sexo y diversión, sin complicaciones”
Quiero decirte que estoy dispuesto a colaborar. Voy a empeñarme en inculcar a mis hijos esta vuestra fórmula, modificada de la siguiente manera: “tonto + tonta = socialismo; listo + tonta = costumbrismo; tonto + lista = feminismo y listo + lista =eleccionescuantoantes.com. Eso en primer lugar, si bien esto no pasa de los anecdótico.
Lo esencial es que si váis a contarle a mis hijos que el núcleo de la existencia humana es el “sexo y diversión sin complicaciones” y de este modo les transformáis en asnos folladores incapaces de plantearse la vida en función de la responsabilidad y la tarea que a ellos les corresponde realizar como seres humanos, algo tan elemental, tan básico y tan simple como que son ellos los que deben hacerse cargo de su propio proyecto vital, lo que es imposible sin las necesarias renuncias, aplazamientos, esfuerzos y sacrificios, entonces ya no voy a presentar una simple “objeción de conciencia”
No. En este caso, y aunque me hago cargo de que la legislación a aplicaros no puede ser otra que la legislación de menores correspondiente a niñatos tontos que no saben ni lo que hacen, en este caso la vía a seguir será la vía penal, pues voy a querellarme contra cualquier individuo con bata blanca que pueda aparecer en el colegio de mis hijos, contra el delegado de turno, contra el consejero y contra la niñata que ocupa ese ministerio que se llama de Sanidad, por corrupción de menores.
Ten la seguridad, niñata, de que la vía administrativa que se va a dirimir en breve en Estrasburgo no es más que el aperitivo de lo que se os va a venir encima después, porque ya no nos dejáis otra opción que la querella criminal. Y, ¡oh, paradojas!, resulta que lo estoy deseando.