Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Un apunte a Don César Vidal

por No hacer mudanza

Vengo siguiendo desde el principio la polémica levantada por César Vidal con su serie de artículos sobre las raíces de la problemática actual española, en la que viene a situarlas en la influencia de la Contrarreforma en nuestro solar patrio. A su vez, las réplicas que se le han dado se sitúan en todo momento en el campo de lo circunstancial, pues se limitan a aducir una serie de casos concretos contrapuestos a los que trae en apoyo de su tesis el señor Vidal: el asunto ha derivado en una suerte de “batalla de fuentes” en los que cada parte selecciona aquellas citas que refuerzan su tesis de partida. 

Sin embargo, echo en falta un debate situado en torno a la premisa mayor que funda la serie de Don César, que no es otra que la obra de Max Weber “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, y es ahí donde pretendo localizar este apunte. No cabe duda de que la tesis weberiana ha gozado de un gran predicamento desde que fue formulada, y sin embargo, quiero hacer ver que de ningún modo ha sido la única tesis sobre el tema, existiendo un punto de vista alternativo, y que de igual modo ambos han sido rebasados por la posmodernidad.

Pues bien, ya en vida de Weber su colega Werner Sombart formuló una tesis si no opuesta, si al menos alternativa a la tesis sobre la influencia del protestantismo en el desarrollo de la economía capitalista. Para Sombart, en su obra “El burgués”, la más conocida y difundida, la postura de la Iglesia Católica fue proclive al nacimiento del espíritu capitalista desde el momento en que la prohibición de la usura encauzó las inversiones monetarias hacia la producción. En este punto trae en su apoyo al propio Santo Tomás de Aquino y analiza exhaustivamente la situación de las repúblicas comerciales italianas durante la Baja Edad Media, con un aparato documental y de fuentes mayor que el usado por Weber. Sombart coloca en el centro del principal impulso al capitalismo no a las iglesias refomadas del siglo XVI, sino a los judíos, señalándolos como el auténtico motor del despegue de la mentalidad burguesa.

Sin embargo, las tesis de Sombart fueron arrumbadas desde un primer momento, a causa de una incomprensión radical que sobre este autor ha pesado siempre. Por una parte, en un primer momento fue tachado en la propia Alemania de “marxista”, para ser luego asociado de forma arbitraria e injusta al nacionalsocialismo. En este sentido, cabe recordar que el propio Friedrich Engels elogió tempranamente a Sombart como el único pofesor alemán que comprendía El Capital, como puede verse en su carta del 11 de marzo de 1895:

Londres, 11 de marzo de 1895

Muy señor mío:

En respuesta a sus líneas del 14 último, permítame que le agradezca su amable envío de su trabajo sobre Marx; ya lo leí con mucho interés en el «Archiv», que me había mandado amistosamente el doctor H. Braun, y me ha alegrado encontrar finalmente tal comprensión de El Capital en una universidad alemana. Por supuesto, no puedo identificarme con su interpretación de los puntos de vista de Marx.

Friedrich Engels

Y es el propio Engels, como vemos, el que señala desde un principio la profunda divergencia que toma Sombart con la ortodoxia marxista, de tal forma que las acusaciones vertidas posteriormente por Hayek carecen de fundamento:

Sombart había comenzado como socialista marxista, y todavía en 1909 afirmaba con orgullo que había dedicado la mayor parte de su vida a luchar por las ideas de Karl Marx. Tanto como cualquier otro hombre, Sombart ha contribuido a difundir por toda Alemania las ideas socialistas y el resentimiento anticapitalista; y si en el pensamiento alemán penetraron elementos marxistas en una proporción no superada en ningún otro país hasta la revolución rusa, ello se debió en gran medida a Sombart

Friedrich Hayek, “Camino de servidumbre”, páginas 210-211

Además, Hayek sitúa a Sombart como “puente” entre el marxismo y el nacionalsocialismo de forma totalmente injusta, pues para ello toma como referencia exclusiva la obra “Mercaderes y héroes”, mientras que en la Alemania nazi varias obras de Sombart eran directamente prohibidas, comenzando por su “Los judíos y la vida económica”, considerada con toda razón como “filosemita”. En definitiva, nos encontramos una vez más con un pensador alemán a caballo entre los siglos XIX y XX encajonado en ese itinerario que hace caminar a muchos de ellos desde el socialismo hasta el nazismo.

Hayek tiene razón, empero, en su crítica a la posición de Sombart ante el capitalismo como fenómeno “intrínsecamente negativo”, pero esta posición se sitúa sobre una nostalgia de los valores tradicionales alemanes, no desde el resentimiento del llamado “socialismo científico”.

Por último, cabe señalar que el principal defensor y adalid de las teorías de Sombart ¡fue el propio Max Weber!. Como colega, compañero y en cierto modo también discípulo del primero, Weber hace constantes referencias en “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” a los trabajos de Sombart y le defiende desde su discrepancia frente a las feroces críticas que ya entonces venía recibiendo de esta forma tan contundente:

No necesito insistir en cuanto deben (mis trabajos anteriores) al hecho de que existan los grandes trabajos de Sombart, con sus agudas observaciones, también en los puntos en los que siguen otros caminos distintos, y precisamente ahí (negrita del propio Weber). También quien se siente estimulado por las formulaciones de Sombart a contradecirle de la manera más radical y rechaza directamente algunas de sus tesis tiene el deber de ser consciente de eso. De deleznable (negrita del propio Weber) hay que calificar la crítica a estos trabajos por parte de los economistas alemanes… Y a la crítica que se ha “realizado” respecto a las partes propiamente económicas de los trabajos de Sombart sería incluso demasiado amable calificarla de “zafia”

Max Weber, “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, páginas 65-66

Hasta aquí una suerte de justificación y defensa de Sombart antes de entrar en la cuestión nuclear del problema, también formulada por el propio Weber, que dejo para una próxima entrada:

Aquí reside nuestro planteamiento del problema, que es distinto del de Sombart… lo que ocurre es que en su pensamiento aparece como producido (el espíritu de empresa) por el capitalismo, mientras que nosotros, para nuestros objetivos, tenemos que traer aquí la hipótesis contraria como instrumento heurístico”

Max Weber: “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, página 60

Reformulémoslo así, usando conceptos marxistas: ¿la mentalidad capitalista aparece como consecuencia del modo de producción capitalista y a partir de él (Sombart-Marx) o es esa mentalidad la que de modo previo induce a la aparición del modo de producción (Weber)?

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