Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Libertad religiosa sin nostalgias ni fobias

por Alberto Royo Mejia

Se veía venir, antes o después lo de las Misas en el ejército, y no solamente por ser el gobierno que es y por ser la ministra que es (y con quién está casada, su trayectoria personal, etc), sino por razones más obvias: Porque cada vez en el ejército hay mayor presencia de no católicos, a causa de la inmigración de la que se está nutriendo bastante últimamente (musulmanes, evangélicos y otros tipos de protestantes) y, simplemente porque cada vez ha más no-bautizados en nuestro país, aunque sean todavía minoría.

 

Se veía venir y antes o después habría llegado con cualquier gobierno, aunque este gobierno aprovecha y lo hace lo antes posible para dárselas de modernos, favorecer su alianza de civilizaciones con los musulmanes y de paso fastidiar un poco a la Iglesia. Si bien creo que en este tipo de medidas que se han tomado para el ejército, y las que vendrán para las cárceles, hospitales, etc, no tiene porqué verse fastidiada la Iglesia, sino ver la ocasión para adaptarse a la situación en que vivimos y desde ella hacer todo el bien que pueda.

 

Hay que partir de la base que la libertad religiosa se puede interpretar de modos diferente y está claro que un gobierno de izquierdas (y me temo que ni aunque sea de derechas como las de nuestra nación) difícilmente la interpretará como la Iglesia. Es interesante a este propósito leer la carta que escribieron los obispos cubanos en 2003, reproducida entonces por la revista 30Días, en la que rebaten la tesis del entonces embajador de Cuba ante la Santa Sede, el cual afirmaba que en la isla había plena libertad religiosa.

 

En esa ocasión dicen los obispos cubanos: “El Sr. Embajador, miembro del Partido Comunista, tiene un concepto de libertad religiosa en consonancia con su propia ideología marxista que no se corresponde con lo que la Iglesia Católica entiende y enseña.
     El Sr. Embajador ha afirmado que en Cuba "existe una absoluta libertad religiosa". Se refiere a la libertad de culto, que gradualmente ha sido mejor entendida por las autoridades. Sin embargo, la libertad religiosa es mucho más amplia en sus exigencias pues abarca la presencia pública y la manifestación de la fe, iluminando diversos ámbitos de la vida e incidiendo abiertamente en los criterios de acción que orientan el comportamiento ético de los creyentes y que se proyectan abiertamente sobre su conducta social
.” Tenían razón los obispos al describir la libertad religiosa y también al constatar que el embajador tenía un concepto distinto de dicha libertad.

 

Algo similar pasa en nuestro país. Se están barajando dos tipos distintos de libertad religiosa, que obviamente tienen consecuencias diferentes. Honestamente no creo que el separar los actos militares de la Misa, poniéndola a distinta hora y ofreciéndola para los que quieran ir, sea un gran ataque a la libertad religiosa, y el que la familia evangélica de un soldado fallecido en acto de combate tuviese que aguantar un funeral católico imagino que les haría poca gracia. En ambos hechos parece verse una consecuencia nueva de la a su vez nueva pluralidad de credos que cada vez es más normal en el ejército (como en toda la sociedad española), aunque no niego que por parte del ejecutivo haya inquina u animadversión al catolicismo.

 

Sin ponerme yo a juzgar el nivel de tirria u ojeriza que este gobierno pueda tener a la religión católica, que parece variar según sus miembros pero que no parece inexistente, la verdad es que creo que nos vamos a tener que acostumbrar a cosas que no habíamos visto antes por estas tierras y que en otras son más normales y solamente por el hecho de los cambios sociales a los que estamos asistiendo. Cuando yo viví en Estados Unidos fui durante cuatro años dos días por semana a la cárcel de menores a asistir espiritualmente a los chavales católicos. La capellana oficial era una ministra presbiteriana, la Reverenda Waters, cuya función consistía entre otras cosas en coordinar a los ministros de distintas confesiones para que los muchachos no se quedasen sin asistencia espiritual. Era una buena mujer, con la que me llevé muy bien y que siempre me ayudó a llegar a los católicos de aquella cárcel.

 

En el caso español, la Constitución, en su cap. 16, primero declara de forma solemne que ninguna confesión tendrá carácter estatal, lo que supone una importante novedad respecto al sistema precedente, y a continuación manifiesta que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y con las demás confesiones.

 

Por eso no me extraña que, según va la natalidad en nuestro país, habrá que nombrar capellanes musulmanes, evangélicos, etc. para las cárceles, para el ejército, hospitales, etc. Si no se hiciera, estos grupos religiosos podrían ir a los tribunales y exigir su derecho de colaboración por parte del estado. Ahora bien, el modo cómo se haga esto, dependerá de la sabiduría del gobierno de turno, que en el caso presente me parece que deja bastante que desear. Se pueden las cosas sin herir a nadie o se pueden hacer en plan apisonadora, aplastando a los demás.

 

Si la Iglesia viese que alguna norma concreta viola el espíritu o la letra de nuesta carta magna, debería protestar e incluso denunciarlo. No dejarán de hacerlo, sin duda, las otras confesiones, si no existen dichas relaciones de cooperación. Por ahora parece que el gobierno se está poniendo las pilas en la cooperación con dichas “otras” confesiones, mientras que a la Iglesia poco a poco la hace entrar en ese ritmo de pluralismo religioso al que, a decir verdad. No me parece que haya flagrante falta de colaboración (lo cual ocurriría, volviendo al ejército, por ejemplo, si se hubiesen suprimido las misas, los capellanes, el seminario castrense, etc). Por ahora no se ha llegado a tanto y esperemos que no se llegue. Si detrás de esto hay un propósito malvado como ocurrió con la legislación de la Segunda República, con la idea de ir poco a poco hasta llegar a cosas mayores, el tiempo lo dirá, no creo que vayan tan lejos los tiros, aunque el tufo de revanchismo no se lo niega a nadie al presidente Zapatero y compañía.

 

Lo que está claro es que este gobierno querría una sociedad laica como en otros países, pero la Constitución le obliga a colaborar con la Iglesia y las demás confesiones, especialmente con la Iglesia por ser la mayoritaria en España. En ese sentido, se tiene que tragar sus fobias y disimularlas, aunque no falten los Peces-Barba de turno dando la matraca. Veremos cómo les sale la nueva ley de Libertad Religiosa, da miedo pensarlo después de otras leyes que han salido últimamente. Si quiere ser constitucional no debería negar en el tema religioso lo que la Constitución afirma, pero que lo haga o no es otro cantar.

 

Por otro lado, la Iglesia no puede seguir pensando con nostalgia en una sociedad en la que todos son católicos y todo lo religioso gira en torno al catolicismo. Sería hermoso que así fuera, pero no lo es. ¿Porqué? Por muchas razones, algunas incontrolables como la inmigración, y otras que se podían haber controlado pero ya es tarde, como es el haber evangelizado mejor para que no hubiera tanto indiferentismo religioso y tantos padres que no bautizan a sus hijos, entre nuestros conciudadanos.

 

Ahora bien, lo que no se ha hecho antes siempre se puede hacer ahora: Cuanto más descreídos haya, más trabajo tiene por delante la Iglesia. La esposa de Cristo sabe sacar bien del mal y no dejará de evangelizar aunque las Misas de las fiestas castrenses sean voluntarias, en los colegios se enseñe religión musulmana al que lo pida o en los hospitales pongan capillas interconfesionales.

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