Moral cristiana vs. moral 2030
por En cuerpo y alma
Es curioso porque por muy alejados que se hallen dos conceptos entre sí, raro es que analizados de un modo muy amplio, no se hallen relacionados en algún aspecto. Y efectivamente, a la moral cristiana y a la moral que impulsa la Agenda 2030, -el globalismo, el Nuevo Orden Mundial, el pensamiento único, el pensamiento políticamente correcto o llámenlo Vds. como quieran-, hay algo que, efectivamente, les une: la pretensión de “ordenar” la procreación humana. Y hasta aquí llega el parecido, porque, por lo demás, una moral y otra son diametralmente opuestas.
Existen, por lo menos, dos cuestiones cruciales que separan a una y otra, a las que probablemente se puedan añadir otras muchas.
En primer lugar, en el caso de la moral cristiana, esa pretensión de ordenar la procreación humana no busca en modo alguno limitarla, sino bien al contrario, hacerla viable y dirigirla por los cauces que posibiliten su mejor desarrollo. Siempre buscó la moral cristiana que los hombres y las mujeres se amaran y se respetaran; que las familias fueran estables y tan numerosas como los cónyuges desearan; que los hijos tuvieran un hogar y los padres una prole; que esos hogares fueran felices; que las posibles diferencias se dirimieran desde la mutua comprensión y en el ámbito privado; que esposos y esposas, padres e hijos, colaboraran entre sí para el mutuo desarrollo, la mutua felicidad y la mutua defensa.
La pretensión de ordenar la procreación humana en el caso de la que damos en llamar en este artículo “moral 2030” es muy diferente: consiste en impedir dicha reproducción, o cuanto menos, limitarla tanto como sea posible, que esa y no otra es la intención de todas y cada una de las leyes que implementa en la actualidad en muchos países del mundo, sobre todo en los del ámbito occidental, que son los que con más entusiasmo las están haciendo. En unos casos, esa intención de eliminar o reducir la presencia del ser humano en la Tierra, es muy fácil de detectar: véase leyes de aborto, leyes de eutanasia, la indiferencia hacia los suicidios cuando no su promoción. En otros casos, -leyes de violencia machista, leyes de odio intersexual, leyes que imponen discriminaciones del varón frente a la mujer, leyes que devuelven violadores a las calles (pinche aquí si le interesa el tema), leyes de cuotas, leyes contra la familia, leyes de cambio climático, leyes pro homosexualidad, leyes trans, leyes de adoctrinamiento escolar, y tantas otras- explicar la relación llevaría algo más de tiempo, porque "salta menos a la vista", aunque en todos los casos se puede hacer sin excesiva dificultad.
En segundo lugar, los instrumentos de la moral cristiana para implantar las conductas que propone, están siempre pensados desde el amor: es el respeto, el amor en definitiva, de los hombres por las mujeres y de las mujeres por los hombres; de los padres por los hijos y de los hijos por los padres; de los jóvenes por los ancianos y de los ancianos por los jóvenes; de los ricos por los pobres y de los pobres por los ricos…
Los instrumentos de la moral 2030 para implantar las conductas que propone, están siempre pensados desde el odio: consisten en la extrapolación de la violenta y destructiva lucha de clases marxista a todas las dicotomías que pueden separar a los distintos seres humanos de la tierra: se trata, -como originalmente proponía Marx-, del odio entre pobres y ricos, entre obreros y empresarios. Pero extendido, ahora también, a hombres y a mujeres; a padres y a hijos; a jóvenes y a adultos y a adultos y a ancianos; a ateos y a creyentes; a laicos y a clérigos; a homosexuales y a heterosexuales; a blancos y a negros; a castellanos y a catalanes... Siempre desde el enfrentamiento, siempre desde la lucha, siempre desde la violencia, siempre desde el resentimiento, desde la vindicación, desde la deuda histórica, desde la venganza… siempre desde el odio, en definitiva.
Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©Luis Antequera
Si desea ponerse en contacto con el autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es.