Cuando todas las puertas se cierran, la película.
por Benigno Blanco
Cuando todas las puertas se cierran, la película.
La película de Antonio Cuadri muestra con dureza -pero sin morbo- la realidad actual de la trata de las mujeres prostituidas, en paralelo con la vida de Antonia María de Oviedo, fundadora de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor que ayudan a las mujeres en esa situación. Fui a verla con mi amigo Manuel Amorós, cinéfilo y experto en el séptimo arte, que ha escrito la siguiente reseña que os comparto, invitándoos a ver esta película .
El film comienza con la joven Antonia, una noble suiza que trabaja en el siglo XIX como institutriz de las hijas de la regente española María Cristina. Con su dedicación a la enseñanza no termina de encontrar la felicidad y el sentido de su vida; su preocupación por los más desfavorecidos la lleva a anhelar otra forma de vida.. En la Corte conocerá al Padre José María Benito Serra, un obispo religioso con el que se reencontrará en el Vaticano tras dejar la Corte. El padre Benito la guiará en su búsqueda y dirigirá las aspiraciones de Antonia hacia el cuidado, protección y formación de mujeres en situación de prostitución. Antonia se resiste debido al rechazo que siente por la vida que tienen esas mujeres, hasta que un encuentro casual con una exprostituta le hace comprender la miseria no buscada en la que viven las mujeres prostituidas. A partir de entonces se implicará completamente en sacar adelante la fundación de la Congregación de las Madres Oblatas.
En paralelo, la película nos cuenta la historia de dos mujeres en el año 2023: Sharik, una mujer africana vendida en su juventud a una red de trata y que vive en Madrid junto a su hija Alika, fruto de una violación de su proxeneta; y Rebeca, la joven profesora de Alika que, preocupada por la falta de integración de su alumna, decide ayudar a la familia tras descubrir la triste realidad en la que se encuentran.
La vida de ambas mujeres cambia cuando sus vidas se cruzan. El encuentro despierta en Rebeca preguntas que nunca se había hecho antes y el replantearse el rumbo de su vida; ayudar a Sharik será el motor que le da fuerzas y determinación para convertirse en la mujer valiente e independiente que desea, hasta encontrar su vocación en la colaboración con la Congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor en el apoyo a mujeres que desean salir de su situación de prostitución.
A pesar de su bajo presupuesto (no deja de ser una película independiente), la película está bien ambientada y contada, con un guion perfectamente ensamblado al entrelazar las tres historias que relata. El director y guionista, Antonio Cuadri, consigue transmitir de manera realista y sincera la realidad de las mujeres prostituidas y las luchas interiores y dificultades que sufren los santos y los fundadores para sacar adelante las instituciones que Dios les encomienda.
La parte más lograda de la película es la historia de Sharik. Rodada con un estilo casi documental, la realidad de las mujeres prostituidas resulta especialmente conmovedora. Es un acierto del director no cargar la mano en la crudeza de las imágenes, alejadas del morbo o la gratuidad, pero sin ahorrar al espectador la sordidez del ambiente de la trata. Cuadri muestra ese triste submundo de corrupción con buenos recursos cinematográficos, en los que los primeros planos, la ambientación, el vestuario y la música juegan un papel desasosegante que introduce al espectador en el sufrimiento de las víctimas de trata.
También resulta muy acertada la introducción de la historia de Rebeca no como un mero personaje secundario, sino principal con su propio desarrollo y arco dramático. Paula Iglesias -la actriz que interpreta a Rebeca- hace un gran actuación con un personaje, a priori, menos interesantes que los otros dos, pero que resulta esencial al espectador, pues interpreta al alter ego de cualquiera de nosotros: personas quizás un poco perdidas en la vida y demasiado centradas en los problemas personales, sin darnos cuenta de que éstos palidecen al lado de las desgracias de personas que viven muy cerca aunque nos resulten invisibles.
La historia de Antonia resulta interesante para mostrar los inicios de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, una Congregación que ayuda con una labor escondida y desinteresada a mujeres en situación de prostitución a salir de esa situación de esclavitud. Su labor, desconocida hasta ahora para quien escribe estas líneas, se desarrolla en la actualidad en 15 países y cuenta con más de 1.000 voluntarios en todo el mundo. Sorprende positivamente la valiente decisión de mostrar las fuertes convicciones de los fundadores, quienes viven una caridad fundada en el mandato de Cristo y con un amor a Jesús en la Eucaristía mostrado en una de las secuencias más impactantes del film y que aquí preferimos no desvelar.
Una película con algunos defectos pero que supone un soplo de aire fresco en la cartelera cinematográfica, muy recomendable por su mensaje esperanzador y por los valores que refleja. Los ingresos que genere la película se donarán a las labores de las Hermanas Oblatas, otro motivo más para acudir a las salas.
Manuel Amorós/Benigno Blanco.