Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Soñó con ser rico y ayudar a los pobres... y lo consiguió

por Alberto Royo Mejia

Es uno de esos casos hermosos que por un lado hablan de cómo Dios puede hacer que nuestros sueños se lleguen a cumplir si ponemos nuestra confianza en Él y por otro nos hablan de agradecimiento cristiano, que no se puede quedar solamente un sentimiento, por muy hermoso que sea, sino que se debe manifestar en buenas obras.

Se trata del que fue un joven modesto, que en su Gales natal vendía dulces en tiempos de la postguerra europea (19391945). Soñó con llegar a ser rico y, de familia católica, le prometió a Dios que si llegaba a serlo le daría  la mitad de su fortuna a través de los pobres. El modo de plantearlo habla ya de un corazón generoso, que no se quedó en un posible diezmo, lo que sin duda ya sería mucho, sino que ofreció prescindir de la mitad de su fortuna. La tradición representa a San Martín de Tours dando la mitad de su capa a un pobre, como acto símbólico de su entrega a Dios, y es un ejemplo encomiable. Pues algo parecido a lo de la media capa le pasó a este joven, aunque en un principio solamente en su deseo y en su sueño. Seguro que muchos han pensado algo parecido y se han quedado al final en una limosna más o menos sustanciosa, pero este muchacho se propuso que no quedsase en eso.

"Soñad y os quedaréis cortos" dijo un santo del siglo XX, y es lo que le pasó a este joven. Desconocido para todos, su nombre es hoy muy conocido en el mundo anglosajón: Albert Gubay, magnate multimillonario, el que fue un joven emprendedor que se convirtió en 1965 en fundador de una cadena de tiendas llamadas "Kwik Saver", de gran popularidad en el Reino Unido, de la cual se deshizo hace poco, vendiéndola a otra cadena todavía mayor. Pero entre esa venta y otros negocios, el hombre había ya amasado una fortuna de más de 490 millones de libras esterlinas (más de 500 millones de euros), fortuna nada despreciable.

Pues bien, la noticia interesante que leo en Telegraph.co.uk, es que a la edad de 82 años el millonario, que ahora vive en la Isla de Man, ha cumplido su promesa de modo sobreabundante regalando 480 de sus millones de libras esterlinas a instituciones caritativas, y se ha quedado con 10 millones para vivir su ancianidad, aunque piensa seguir dirigiendo las empresas que todavía tiene. Con esos millones que ha donado se ha creado una fundación que se calcula que producirá unos 20 millones de libras al año para dichos fines de caridad. Entre las cosas que ha estipulado el magnate, católico practicante, es que la mitad de ese dinero debe ir a instituciones caritativas de la Iglesia y el resto a diferentes instituciones de los mismos fines.

La primera vez que habló de dicha promesa fue en 1997, en un programa de la televisión irlandesa. En aquella ocasión contó su pacto con Dios: "Hazme millonario y quédate con la mitad del dinero". Si bien parece que lo que ha dado es más mucho más de la mitad de lo que tiene, él ha hecho sus cálculos pensando en que si Dios le da salud, su fortuna todavía puede crecer mucho más en unos años. Cálculos aparte, lo importante de esta historia, creo yo, es ver la generosidad de un joven al que el Señor le dio la oportunidad de cumplir sus deseos y hacer mucho bien.

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