APRENDER CHINO
APRENDER CHINO
APRENDER CHINO
La educación se asienta sobre cuatro pilares:
conocer, hacer, convivir y ser.
-G. K. Chesterton-
Un matrimonio adopta un bebé chino y, con la mejor intención del mundo, toma una decisión:
─Tenemos que aprender chino.
Van a una academia y cuando al hacerle la ficha de inscripción le preguntan:
─¿Y por qué quieren aprender chino?
─Es que hemos adoptado una niña china y quisiéramos entender su idioma cuando empiece a hablar.
Parece que este matrimonio desconocía que le lengua materna de la niña no iba a ser la lengua de su madre biológica, sino de su madre adoptiva.
El ambiente en que se desenvuelva la niña marcará su manera de hablar, su manera de pensar, su manera de ser y su manera de comportarse en la vida.
La influencia del entorno familiar y social en la educación es enorme. Los groenlandeses no se preocupan mucho por la educación de sus hijos y sin embargo no es frecuente verlos discutir o gritar entre ellos.
Los hijos obedecen escrupulosamente. Podríamos decir, observándolos, que son naturalmente buenos y están dispuestos a prestar ayuda desinteresadamente a quien la necesita. El ejemplo de sus padres y el entorno marca el desarrollo de su carácter.
Según esto se podría concluir que estas cualidades son innatas a su raza. ¿Son genéticamente así los esquimales? De ninguna manera. Los huérfanos groenlandeses educados por parientes noruegos llegan a ser tan pendencieros como sus padres adoptivos.
Del entorno familiar, social y educativo que la persona tenga, sacará los puntos de vista que esa persona tenga sobre la vida y la muerte, sobre las cosas y los acontecimientos, sobre el sentido que sepa dar a la historia grande y menuda, es decir, el entorno marcará todo su ser y determinará, en gran medida, su manera de existir.
La mayor influencia de los agentes educativos/deseducativos se da en la juventud al ser un tiempo de elaboración, una edad evolutiva en la que todo está por construir. Según los materiales que se oferten, así será el edificio.
Y no hay que olvidar que toda construcción supone constancia, método y sentido de la finalidad. Tendremos que recordar con frecuencia que se siembra en invierno para poder cosechar en verano.
Los enemigos de la civilización cristiana tienen esto muy claro y, por eso, dedican medios y personas a destrozar las sanas costumbres y a crear un caldo de cultivo que favorezca costumbres deseducativas que posibiliten hábitos de actitudes egoístas y sentimentaloides que reduzcan el punto de vista y lo miopicen para cuestiones transcendentes.
Y, mientras, los creyentes (no todos) encerrados en la tibia comodidad de sus habituales costumbres, cierran los ojos o miran para otro lado evitando así tener que complicarse la vida luchando por defender su patrimonio.
Hay que bajar a la arena y crear un ambiente educativo optimista y entusiasmante, aunque a veces tengamos que aprender chino.