Jueves, 21 de noviembre de 2024

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LEAL

LEAL

por Una fe con chispa

LEAL

La fuerza de una familia,
como la fuerza de un ejército,
se funda en su mutua lealtad.
-Mario Puzo-

          Aquel padre sorprende a su familia trayendo un cachorrillo de perro a casa. Después de todas las carantoñas pertinentes, el padre dijo:

         —Lo primero que debemos hacer es ponerle un nombre. Yo propongo «Leal», porque es la mejor palabra que define a un perro.

         —¿Leal? ¿Eso qué significa, papi? Dijo el más pequeño de la casa.

         —Leal quiere decir digno de toda confianza, alguien de quien puedes fiarte siempre, porque jamás te hará de menos, te abandonará o te traicionará.

         Realmente quien posee la suerte de tener cerca a alguien tan leal como un perro, nunca se sentirá solo, y siempre tendrá en quien apoyarse y confiar sin el menor temor.

         Recuerdo que en el funeral de un amigo comentábamos sus cualidades y uno dijo: «Si tuviese que definir a Juanjo con una palabra diría leal».

         La palabra leal incluye acepciones como: honradez, sinceridad, franqueza, rectitud, nobleza y caballerosidad. Decirle leal a una persona es considerarla digna de confianza, alguien auténtico, veraz, fiel a sus principios y a la palabra dada.

         En una época como la nuestra en la que no pasa nada, si los compromisos se rompen, o si se cambia de ideas como de ropa, una época en la que imperan los intereses por encima de las personas, la lealtad ha perdido parte de su relevancia.

         Es como si ser leal fuese cosa de otros tiempos, o un hábito ya en desuso, cuando era importante cumplir fielmente los compromisos. Estaba en el ambiente que había que ser fiel a una idea, a la palabra empeñada, a una creencia, a una empresa, a una pareja, etc.

         Pero poco a poco, y con el desarrollo de un feroz individualismo que antepone sus intereses a cualquier otro valor, parece que la lealtad ha quedado relegada a un bien social residual que practican cuatro privilegiados.

         Además, suele acontecer —como ocurre en todo proceso degenerativo— que para quitarnos de la vista algo que molesta, como encontrarnos personas leales, les ponemos la correspondiente etiqueta de retrógrados, carcas o antediluvianos, y nos quedamos tan panchos.

         Desgraciadamente, lo que nos imponen los que marcan las pautas de comportamiento, lo que es realmente moderno, dicen, es ser relativos y actuar atendiendo más a una serie de beneficios, que manteniendo la palabra dada, o que siendo consecuentes a unos principios.

         Pero digan lo que digan los deseducadores sociales, los creadores de modas, pocas cosas nos hacen más felices que cuando, llegado el caso, nos definen con una palabra: leal.

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