El colocón de los jueves

“Antes de”-y ahora también, para qué nos vamos a engañar- había adolescentes en los parques haciendo botellón los fines de semana “colocándose” con alcohol y drogas, y gente de cualquier edad metiéndose de todo para pasarlo bien un rato, para sentirse bien, para vivir “el subidón” y aguantar de marcha horas y horas. No hablo de personas con serios problemas de adicción sino de inconscientes que no saben con qué llenar su corazón y hacen tonterías.  Pero ¿cómo se sienten después? Vomitando, con resaca, con el estómago y la cabeza fatal, algunos con un coma etílico y todos de bajón absoluto.

Yo me coloco todos los jueves con lo mejor que te puedes meter, ¿no te lo crees? Pues sí. Es algo que me da un subidón del 14, me hace reír y llorar a la vez, me hace sentir súper bien y súper feliz y además no tiene efectos secundarios negativos sino muy positivos. ¿Quieres saber qué es? Muy fácil: todos los jueves voy a una adoración eucarística de 20:10 a 21h en la parroquia de Santa Adela, en Canillejas.

Me quedo sin aliento; el mismo Jesús de Nazaret del evangelio, Dios Hijo resucitado y glorioso. En persona. A 10 metros de distancia o menos, según en qué banco me ponga. Y no es sólo la solemnidad y la belleza de la liturgia lo que me sobrecoge, que también, pero es más el mimo, el cuidado, el respeto y la veneración del padre Cruz al cogerlo con sus manos y depositarlo delicadamente en la custodia, es el silencio de los presentes y también nuestro respeto y veneración.

Por mi parte además están las muchísimas ganas de verle y de estar tan cerca,  la emoción e ilusión de estar delante de él, de hablar con él y escucharle, de recibir su amor y darle el mío. Y el asombro, un asombro descomunal de que eso esté pasando ante mis ojos. 

Con la mascarilla no se ve pero estoy literalmente boquiabierta, con los ojos como platos y sonriendo como una boba.  Mi corazón no para de dar brincos.  No estoy nerviosa como cuando vas a ver a alguien famoso o importante.  Estoy súper contenta y emocionada pero llena de paz y bienestar.

¡Y todos esos ángeles!  Porque como dice la canción, está todo lleno de ángeles porque el mismo Dios está aquí.  Hay ángeles por todas partes: rodeando el sagrario y la custodia, en medio del incienso, entre nosotros junto a nuestros ángeles de la guarda, alrededor del altar y llenando todo el templo.  Y están adorando a Jesús eucaristía y cantando de una forma que no puedo ni imaginar.  ¡Madre mía!, si todo esto que no puedo ver pero sé que está pasando ante mis ojos me hace sentir tan bien y tan feliz ¡¡cómo será el cielo!!  

Allí veré tal cual es todo lo que en este momento sólo veo con los ojos de la fe: veré el rostro de Cristo, veré la gloria de Dios, veré a todos los ángeles del cielo, a la santísima Virgen, a san José y a todos los santos –a los famosos, a los anónimos, a los que he rezado y a los que no-, veré al cirineo y a Verónica y podré agradecerles lo que hicieron por Jesús, veré a mis padres, a mis 2 bebés que no llegaron a nacer… ¡y a los ángeles!

Me fascinan los ángeles y por fin podré verlos.  A mi ángel de la guarda a quien tanto tengo que agradecer, a los 3 arcángeles, al ángel que confortó a Jesús en Getsemaní… Si sólo con imaginarlo disfruto tanto ¡cómo será estar allí!  ¿A que ahora te explicas mi cara de asombro, mis ojos como platos y mi enorme sonrisa?

Este es mi colocón de los jueves que me llena de fe, esperanza y amor, que me revoluciona el corazón y me hace reír y llorar a la vez, que me pone alas en los pies y una canción en los labios cuando vuelvo a casa.

¿Te vienes?