Y TENÍAN RAZÓN

Y TENÍAN RAZÓN

Alguno se estima atrevido, cuando con otros se compara.
 Algunos creo que hubo tan discretos que no acertaron
a compararse sino a sí mismos.
Miguel de Cervantes

          Tenía D. Miguel de Unamuno una personalidad extraordinaria que despertaba, con la misma intensidad visceral, fobias y admiraciones. La humildad no parece que fuese una de sus virtudes.

          La siguiente anécdota viene a corroborar esto y se produjo en un momento solemne en el que cualquier otra persona habría mantenido las formas y habría mostrado —o al menos fingido— una cierta dosis de humildad que Miguel Unamuno no solo no tuvo, sino que aprovechó el momento para echarse flores a sí mismo. 

         Ramón Gómez de la Serna, prolífico escritor y periodista vanguardista español, cuenta la anécdota que tanta relevancia tuvo:

      En la moda de ir contra el rey figuraba Unamuno algunas veces, pero el rey Alfonso XIII, condescendiente y moderador, le otorgó la Cruz de Alfonso XII. Para dar las gracias a Su Majestad pidió audiencia; se la concedieron y cuando estuvo en la cámara regia dijo con voz huraña y sincera:

     —Vengo a presentarme ante Su Majestad porque me ha dado la Cruz de Alfonso XII, que me merezco.

      El rey, sorprendido por la osadía y el descaro del literato quiso hacerle ver que su afirmación era un tanto chocante.

      —Es extraño —repuso el rey—, los demás a quienes he dado la Cruz me han asegurado que no se la merecían.

     —Y tenían razón, contestó don Miguel. 

         A veces, una falsa humildad nos frena el hacer cosas y embarcarnos en obras más o menos relevantes. Tenemos miedo al qué dirán o que nos achaquen méritos desproporcionados que nos «inflen» y que nos alejen de Dios. Es una cobardía.

          En el Evangelio se nos dice muy clarito que hemos recibido talentos para que los negociemos, para que empleemos nuestras energías en hacer el bien sin engolamientos ni acomplejamientos. Humildad es andar en verdad, le gustaba decir a nuestra santa abulense, sin duda una de las mujeres más grandes y admirables de la historia

          Y ella fue un buen ejemplo de humildad creativa que tuvo que soportar muchas críticas y persecuciones por sus obras y escritos. Pero no se achantó y gastó sus cinco talentos.

          Podemos y debemos emprender grandes obras y cuando nos critiquen por nuestras deficiencias, exclamaremos emulando a Unamuno:

         —Y tenían razón.

         Y seguiremos, humilde y constantemente, trabajando convencidos de que «si ladran es porque cabalgamos».