Martes, 03 de diciembre de 2024

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El Evangelio en 60 días

En dos meses, de los viñadores homicidas a la Vid-a

por Echad vuestras redes...

Nadie puede decir que, en este ambiente enrarecido en el que cada uno tiene su discurso particular, no haya sentido en algún momento impotencia frente a tanto sacrificio, dolor, sufrimiento y muerte.

Se sufre en primer lugar la falta de información veraz o el exceso de datos contradictorios, que viene a ser lo mismo. Estamos ya un poco hartos de cifras y gráficas que parecen ir en un sentido y volver en otro, de la comparación entre países y personas que actúan de modo más o menos responsable y otros que hacen lo contrario, de políticos que desde la ideología no paran de justificarse (contradecirse entre ellos mismos también) y otros (¿quién sabe cuántos son y quién les sigue?) que parecen decir o relatar más atinadamente. Verdad y posverdad en el mismo Medio y casi a la vez.

 

DEL 13 DE MARZO A ESTE 13 DE MAYO DE MANO DEL EVANGELIO

Dos meses donde ha habido y hay razones de incertidumbre (es decir, no intuir ni saber cómo van a evolucionar los acontecimientos, el progreso de las exclusiones de la vida de los mayores y de los más indefensos, una libertad religiosa confinada o en mayor riesgo) y esperanza (no dejar de confiar que un día todo, o casi todo, este mal que sufrimos ahora desaparecerá) al mismo tiempo.

Quiero fijarme en las lecturas del Evangelio del primer día y de hoy, por pedirle a Dios algo de luz en medio de esta mezcla agridulce entre lo mucho que estamos perdiendo (que hemos perdido, en muchos sentidos) y lo que vamos aprendiendo o consiguiendo en este confinamiento. Siempre el Evangelio, de eso sí que no me cabe la más mínima duda, es la lectura más adecuada de la realidad.

El viernes 13 de marzo teníamos esta lectura evangélica: Mateo 21, 33-43.45-46. Se trata de la parábola de los viñadores homicidas.

Hoy, miércoles 13 de mayo, tenemos o bien la propia de la memoria libre de la Virgen de Fátima, en cuyo caso sería Lucas 11,27-28, o bien la correspondiente al miércoles de la quinta semana de Pascua, es decir: Juan 15,1-8 que hace referencia a Jesús como la verdadera Vid-a.

Entre medias hemos podido vivir no solamente la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, sino la de muchos hermanos nuestros. Es verdad que hemos celebrado también la resurrección, la Pascua, y que ella ha sido y es el motivo y motor para tantas obras buenas, y que ha consolado, aliviado y curado a tantos, pero esto no ha podido evitar la mortalidad, el drama de tantas familias, donde veían como muchos hijos de Dios y la Iglesia “sarmientos del Señor” se iban yendo.

Como vivimos la presencia de Dios Padre, como viñador, del Hijo como la Viña, y del Espíritu quizá como el vino, y nosotros los sarmientos, o nuestro Labrador y nosotros campo donde siembra la buena semilla del Verbo. También existen los viñadores homicidas y la cizaña, que, en forma de malos pastores, están ahí acechando en cada momento.

Bien sabe Dios que ni soy catastrofista, ni profeta de calamidades apocalípticas, justo todo lo contrario, porque mi confianza en Él es mayor que cualquiera de mis temores. Tampoco apuesto por un optimismo buenista e ingenuo. Solamente me remito a lo que leo en el Evangelio, sin glosa ni interpretación animo a leerlo.

 

EL VIÑADOR, LA VID-A Y LA PERMANENCIA

La voluntad primera de nuestro Padre, Viñador, es arrendar esta tierra a quien sepa cuidarla, y sepa sacar vida, alegría, amor… (vino) de cada circunstancia. Pero hay quien quiere quedarse esos frutos, no trabajados por ellos, para sí mismos. Hay quien se apropia indebidamente de méritos que no se han ganado. Y mientras, nos dice la Vid, el que mejor sabe cuidar el viñedo, la humanidad entera, a cuya imagen y semejanza fuimos hechos, que permanezcamos en Él. Siete veces conjuga para nosotros ese verbo permanece:

- que permanezcamos en Él y Él en nosotros,

- que, si no permanecemos en Él no damos fruto por nosotros mismos,

- que, si lo hacemos, damos fruto abundante,

- que no hay términos medios, porque si no permanecemos en Él nos secamos y ardemos, y

- que si permanecemos se realiza lo que desea nuestro corazón.

Y, por si fuera poco, que al dar fruto abundante recibe gloria el Padre y así somos discípulos de Jesucristo, la Vid-a.

¿Aún estaremos del lado de los viñadores homicidas, de forma más o menos consciente, es decir, como en parte antes éramos, descuidando la tierra que se nos ha confiado, de la que somos arrendatarios, o apropiándonos del fruto que no era nuestro, después de saber las promesas, y avisos, de nuestra Vid-a?

Pidámosle hoy a la Virgen de Fátima, cuyo nombre significa “la mujer única”, que seamos uno con el Señor, como los sarmientos en la Vid, que permanezcamos unidos a quien es nuestra Vida, frente a todo aquel del que dependa nuestra salud, cuidado de nuestra vida en situaciones de mayor debilidad, trabajo y bienestar en este mundo (es decir, los del oficio de viñador, del signo político que sea) que no sea honrado y cuidadoso, o lo que es lo mismo descuidado, falto de respeto y violento. 

Permanecer es mucho más grande que sobrevivir (como se canta tantas veces). Es estar alimentados continuamente de Cristo desde dentro de nuestras vidas y corazones, de nuestras familias, porque nos descubre la Verdad que nos libera, nos muestra el Camino al Padre y nos renueva con Su Vid-a eterna.

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