María, madre de misericordia
por Canta y camina
Hoy, 8 de septiembre, celebramos en España la fiesta de la Natividad de la Virgen María, o sea su cumpleaños; por ese motivo, como una felicitación de cumpleaños, le dedico este artículo a nuestra Madre del Cielo:
Cuatro palabras, una sola realidad. La maternidad a la que aspiramos todas las madres cristianas.
Encontré esta definición de “misericordia” en un diccionario: disposición a compadecerse de los trabajos y miserias ajenas. Se manifiesta en amabilidad, asistencia al necesitado, especialmente en el perdón y la reconciliación.
Es más que un sentimiento de simpatía, es una práctica.
Y esta definición de “madre”: mujer que ha tenido uno o más hijos, o animal hembra que ha tenido una o más crías.
Sin embargo el concepto de madre va más allá de la fisiología o la biología, tiene más que ver con el amor, la atención y el cuidado proporcionado a los hijos, sean de tu carne o no.
Así como hay mujeres que no han concebido ni dado a luz y son verdaderamente madres, las hay también que sí tienen hijos propios pero no se comportan como deberían.
En el caso de la Virgen María estas cuatro palabras se refieren a una sola y la misma cosa, en ella no se pueden separar estas realidades, del mismo modo que no se pueden separar en mí mi realidad individual de la de madre de cada uno de mis hijos.
¿Qué entiendo por madre? No es sólo la mujer que acoge la vida en su interior y le proporciona seguridad y calor para después, con esfuerzo, dolor y gozo darla a luz al mundo, sino también y sobre todo es la voz que arrulla, las manos que acarician, los brazos que envuelven con amor, los ojos que miran con ternura, los labios que besan, el corazón que ama y perdona y acoge sin límites.
Todo esto se cumple en María más que en ninguna otra mujer desde aquel primer Viernes Santo en el Calvario, cuando Cristo agonizante le dice: “Mujer, he ahí a tu hijo”. (Jn 19,25-27) Desde entonces ella es nuestra verdadera madre, una madre auténtica, de las que se desgastan en la realización diaria y constante de su maternidad.
María es nuestra madre doblemente, ya que, según las definiciones que expongo al comienzo, dio a luz a Jesús y nos adoptó espiritualmente en el Calvario, se compadece de nuestros trabajos y miserias y tiene una disposición natural a asistirnos en nuestras necesidades, sobre todo cuando lo que necesitamos es perdón y reconciliación con el Señor.
Es madre de misericordia porque siente predilección y debilidad por sus hijos más débiles, los pecadores, y ¡todos somos pecadores! Todos necesitamos de su amor misericordioso para no morir de vergüenza y dolor ante la realidad de nuestros pecados.
No sólo no nos rechaza con repugnancia a pesar de haber crucificado a su hijo Jesús sino que nos busca, nos llama, nos perdona y nos acoge de nuevo a su lado tras cada caída. Y cuando estamos desganados para las cosas del Señor y le dejamos solo, ella nos empuja suavemente para que volvamos junto a Él.
Su maternidad es la maternidad por excelencia, la Maternidad con mayúsculas, la maternidad a la que aspiramos todas las madres, al menos las cristianas.