¿Dormiríamos juntos aunque sin tener sexo?
Empiezo este artículo planteándoles el siguiente caso: uno de los dos, o ambos, somos creyentes y queremos vivir la castidad. Por lo tanto, entre otras cosas, hemos decidido dejar las relaciones sexuales para el matrimonio. Pero, ¿podríamos dormir juntos sin tener sexo? Es una pregunta que muchos se hacen, y me gustaría dejarles algunos elementos para reflexionar en torno a este tema.
Para empezar, cuando uno tiene un cariño especial por alguien, tiende naturalmente a buscar momentos para estar con esa persona, pues pasar tiempo a su lado suele sentirse muy bien. Por eso, el hecho de dormir al lado de la persona amada —aunque sin tener sexo— puede ser una experiencia muy agradable.
Sin embargo, si queremos vivir juntos la castidad, ¿es realmente lo mejor para nosotros? Al respecto, me gustaría dejarles tres elementos para pensar.
1. ¿Realmente nos ayuda en nuestro propósito de vivir juntos la castidad?
Dormir juntos, aunque sin tener sexo, ¿realmente nos ayuda en nuestro propósito de vivir la castidad? Puede que lo hayamos hecho ya un par de veces y no haya pasado nada. Pero, ¿no nos estamos exponiendo a una situación en la que es muy fácil que sí pase algo?
Una cosa es abrazarnos o tener alguna muestra de afecto en el parque a plena luz del día, en un lugar en el que sabemos que hay más gente, por más que no nos estén mirando. En cambio, otra cosa es pasar la noche en la misma cama, sintiendo al lado el cuerpo de una persona por quien no solo tenemos sentimientos de cariño, sino que puede que nos atraiga mucho físicamente. Esto último, ¿realmente nos ayuda a vivir la castidad?
2. Yo no estoy en control de lo que siente la otra persona
Hasta cierto punto, uno puede ser consciente de los pensamientos o deseos que experimenta al sentir cerca el cuerpo de la otra persona, y decidir en qué medida se deja llevar —o no — por ellos. Sin embargo, no se puede controlar lo que siente la otra persona, o los deseos que pueda despertar en ella la cercanía de mi propio cuerpo al dormir juntos.
En efecto, lo más común es que los deseos de ambos no estén alineados. Por este motivo, lo que para uno puede resultar inofensivo, en el otro puede despertar un deseo que termine alimentando la expectativa de un avance en el terreno de lo sexual.
3. El cuerpo se acostumbra y pide más
El cuerpo tiende a acostumbrarse a ciertos estímulos y, cuando esto ocurre, para seguir sintiendo las cosas que uno siente, pide avanzar más. Es decir: puede que la primera vez que dormimos juntos se haya sentido muy especial, pero pronto uno se acostumbra a esa sensación. Entonces, para seguir sintiendo esas cosas que antes sentía, es natural que el cuerpo vaya pidiendo un mayor acercamiento. Y, en ese acercamiento, puede que ambos poco a poco terminen realizando aquellos actos que inicialmente querían evitar.
***
Asumir la decisión de vivir la castidad en pareja sin duda implicará muchas renuncias. Sin embargo, ambos deben ser conscientes de que aquello que ganan es mucho mayor, lo cual evitará que las renuncias se vivan con frustración. ¿Y qué ganamos? Eso lo descubrirá cada pareja.
Artículo publicado originalmente en AmaFuerte.com.