Considerada objetivamente, la Madre Angélica puede ser la mujer más influyente de la Iglesia actual, sin duda la más mediática. Controvertida, amada por muchísimos y odiada por otros, entre los que no faltan laicos y clero. Envidiada por los obispos norteamericanos que desde hace muchos años se quieren quedar con su cadena pero no lo han conseguido. Denunciada ante el Vaticano por un Cardenal que la consideraba rebelde y desobediente (por cierto que el Vaticano le dio la razón a la monja). Denostada por el progresío americano y de medio mundo por su lenguaje sin medias tintas y por su fidelidad al Magisterio y a la Tradición de la Iglesia.
Y ahora por fin el Papa ha reconocido sus esfuerzos de años en bien de la Iglesia como fundadora del Eternal Word Televisión Network (EWTN), concediéndole la condecoración de la medalla “Pro Eclesia et Pontifice”, el más alto honor que el Santo Padre puede otorgar en laicos y religiosos. En una breve ceremonia realizada el domingo, el Obispo de Birmingham, Mons. Robert J. Baker, le entregó el premio en una breve ceremonia después de la bendición Eucarística en el Santuario del Santísimo Sacramento en Hanceville, Alabama, donde Madre Angélica reside. Hace ya años que no aparece por televisión, después de haber sufrido varios ictus.
Rita Antoniette Rizzo, nacida en 1923, era hija única en una familia muy problemática en un vecindario pobre italiano del este de Ohio. Su padre era un hombre vago e inútil que siempre estaba ausente del hogar; su madre, una mujer histérica y altamente dependiente, que delegó el rol materno en Rita. Al final de su adolescencia, la chica, que no tenía motivación espiritual alguna, conoció a una persona que descubrió en ella la vocación religiosa y la animó a ingresar en un monasterio de Clarisas en Cleveland, a pesar de la fuerte oposición familiar.
Tras acabar la enseñanza secundaria, Rita trabajó durante algunos años, antes de ingresar en el convento de clausura. Ya entonces la joven había empezado a padecer los intensos dolores que le han acompañado hasta el día de hoy. Mientras arreciaba el sufrimiento, Rita se fue adentrando cada vez más en la oración contemplativa. De la espiritualidad y la escuela del dolor surgen lo que no se puede llamar sino el "milagro" de la EWTN y el espléndido monasterio de clarisas que la Madre Angélica fundó en pleno "Cinturón Bíblico" (la zona fuertemente protestante del sur de los Estados Unidos).
Los años de sor Angélica en el monasterio de Cleveland, y más tarde en la vecina localidad de Canton (Ohio), están marcados por la normalidad de la vida en comunidad, y recuerdan a la "Historia de un alma", de santa Teresa de Lisieux. Una persona con el temperamento y la personalidad de Angélica (éste quizá no es el nombre religioso más adecuado que podría haber elegido) tenía que chocar naturalmente con algunas de sus hermanas y superioras. Finalmente, gracias a su bondadosa naturaleza, unida a su gran inteligencia y a las aptitudes que adquirió en su vida laboral, sor Angélica pudo hacer sus votos perpetuos, tras superar algunas dificultades.
En una ocasión, a punto de someterse a una operación quirúrgica que podía haberla dejado paralítica para siempre, "en la habitación a oscuras, sola con sus temores, sor Angélica sucumbió al pánico: ´¿Tendré que pasar el resto de mi vida en una silla? ¿Con muletas? ¿Inválida?´ Trató de rezar, con la esperanza de encontrar algo de paz en sus oraciones a la Virgen. Atrapada entre la oración y la angustia, Angélica quiso hacer un ´trato´ inaudito con Dios y le prometió: ´Señor, si me permites volver a caminar, te voy a construir un monasterio en el Sur´".
Su intención original era "hacer todo lo que estuviera en mi poder para promover una comunidad de clausura entre los negros. Estaría dedicada al apostolado entre los negros por medio de la oración, la adoración, el sacrificio y la unión con Dios. Se haría penitencia constante por todos los insultos y persecuciones que sufre esa raza, implorando las bendiciones y las gracias de Dios sobre este pueblo tan querido para el Sagrado Corazón", escribía en una carta de 1957.
Curiosamente, la Madre y sus hermanas nunca llevaron a cabo un apostolado específico dirigido a los negros. Esa motivación original parece haber sido simplemente el medio que utilizó Dios para situar el monasterio en una posición con mayores posibilidades de evangelización, que acabaría por extenderse a casi todas las naciones y razas. La Madre tuvo que vencer resistencias en su propia orden, más la oposición inicial de su obispo, antes de que, al cabo de varios años, en 1962, pudiera finalmente trasladarse a Birmingham (Alabama). Allí, sus bien pensados planes para el nuevo monasterio chocaron con los inevitables obstáculos que encuentran todos los grandes fundadores, religiosos o no: la falta de dinero.
Ante la constante necesidad de recaudar fondos para sus proyectos, cada vez más ambiciosos, se fueron acentuando las dotes de Madre Angélica como comunicadora y mujer de negocios. Dio docenas de charlas en la ciudad, y luego habló por todo el país ante todo tipo de oyentes, incluidos judíos y protestantes, para explicar las necesidades de su monasterio y predicar el Evangelio. Las charlas fueron publicadas en forma de libros y de casetes, lo que la puso en el camino hacia la televisión.
En los primeros tiempos, para complementar los ingresos, instaló un negocio de venta de señuelos y cebos para pescar (cuyo nombre, por fuerza, tenía que ser el de aquel gran pescador de hombres, san Pedro), y otro de cacahuetes tostados, hasta que logró obtener los suficientes ingresos para mantener el monasterio. En muchas ocasiones logró superar en el último minuto escollos económicos en apariencia insalvables: enormes deudas, hipotecas a punto de ejecutarse... Una y otra vez, llegaba un cheque imprevisto, algún conocido había amasado inesperadamente una fortuna o una fundación condonaba el pago de un préstamo. Los no creyentes pueden hablar de casualidades. Los creyentes reconocerán en cambio la mano de la Providencia. E incluso algunos milagros. Esta mujer se confiaba plenamente a la Providencia divina y a la intercesión de sus santos preferidos. Y el tiempo ha demostrado que no se equivocó.
Hay un momento clave en la historia de Madre Angélica, cuando, durante un viaje a Chicago, en marzo de 1978, visitó el Canal 38, una emisora de televisión baptista ubicada en el último piso de un rascacielos. Era la primera vez que veía unos estudios de televisión. "Señor, yo tengo que tener uno de estos", murmuró la Madre Angélica. Pero de inmediato le asaltaron las dudas: "¿Qué haríamos doce monjas con esto? Soy una monja de clausura y no entiendo nada de televisión". Después le informaron que el estudio "solamente" costaba 950.000 dólares. Ella respondió: "¿Eso es todo? Yo quiero uno".
Consiguió hacer de su monasterio la primera comunidad religiosa que obtuvo una licencia de la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones) para transmitir. Con el apoyo crucial de, entre otros, Ginny Dominick y el diácono Bill Steltemeier -actual presidente de la Junta de Directores de EWTN-, que le proporcionó programación y ayuda legal, la Madre Angélica pudo hacer frente a los tres grandes problemas típicos de toda empresa audiovisual: encontrar la financiación necesaria, conseguir contenidos para emitir y asegurar la difusión de la señal.
En un principio, los fondos provenían de préstamos y contribuciones de donantes acaudalados, de bancos y de fundaciones. Durante mucho tiempo, la Madre Angélica se resistió a solicitar donativos durante las retransmisiones; prefería abandonarse en la Providencia, al estilo de la Madre Teresa. Finalmente, comenzó a hacer peticiones modestas a los televidentes todas las semanas al final de su programa en directo. Con el transcurso del tiempo, la audiencia ha respondido con millones de dólares, suficientes para financiar no sólo los gastos corrientes, sino también el uso de los satélites que retransmiten la señal desde Birmingham a todo el planeta, multiplicando así su audiencia y llevando la programación al mundo entero.
Las emisiones se reducían al principio a unas pocas horas diarias, y ahora abarcan las 24 horas al día sin interrupción y llegan a 140 países via satélite. Emite por dos canales, uno en inglés y otro en español, y tiene también dos canales de radio en ambos idiomas. En los primeros tiempos, la EWTN se nutría de viejas películas prestadas, de algunas comedias y de viejas grabaciones como "Life is Worth Living", de Fulton Sheen, célebre arzobispo norteamericano y pionero de la radio y televisión católicas. Ahora, la EWTN emite cinco programas en directo y decenas de series televisivas, producidas tanto dentro como fuera de sus estudios. Son habituales de la cadena personalidades católicas como Scott Hahn, Fr. George Rutler y, en especial, Fr. Benedict Groeschel.
El calificativo de "polémica" ha sido uno de los más utilizados para describir a la Madre Angélica, que se ha enfrentado con obispos, cardenales, responsables de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y con algunos miembros del personal de la cadena o con patrocinadores financieros. No en vano, dice Lee Iacocca -creador del Ford Mustang y ex presidente de Chrysler- que la Madre Angélica es "una mujer que bien podría ser la santa patrona de los ejecutivos". Y Tom Monaghan, que se deshizo de su imperio Domino´s Pizza para fundar una universidad católica en Florida, dice de ella que es "una de las más grandes empresarias de todos los tiempos". Todo ello, además, sin tener un MBA.
En medio de todas las vicisitudes, la Madre Angélica pudo contar con un singular protector: Juan Pablo. II, que en repetidas ocasiones le mostró su apoyo. Hay muchos rasgos comunes entre estas dos personalidades. La Madre Angélica supo dar cumplimiento a la exhortación de Juan Pablo II de llevar la nueva evangelización hasta los confines de la tierra. Sin duda, Juan Pablo II y la Madre Angélica son las dos personas que han proclamado la verdad del Evangelio a un mayor número de personas en toda la historia.
El Santo Padre la recibió en Roma en 1996. Ella le mostró sus proyectos y un esquema de los satélites que ya estaban transmitiendo a América del Sur y que pronto llegarían a Europa, Rusia y China. El Papa, en voz alta, dijo: "Madre Angélica, débil de cuerpo, fuerte de espíritu. ¡Mujer fuerte, mujer de coraje, mujer carismática!" Para una mujer que pasaba tres horas diarias en adoración eucarística y que había sido rechazada por su propio padre, estas palabras fueron una confirmación de la aventura de fe en la que se había convertido su vida.
En su última pelea, la Madre Angélica se enfrentó a su junta directiva, insistiendo en que su nuevo monasterio y el santuario tenían que estar completamente separados de la EWTN. Así, la cadena televisiva se convirtió en una empresa seglar y dirigida por seglares, tal como ella propuso. A continuación renunció a su cargo de presidenta ejecutiva de la EWTN y se retiró a su nuevo monasterio y Santuario Eucarístico del Niño Jesús, rodeada de decenas de jóvenes novicias, para pasar –como de hecho hace- sus últimos días en oración con sus hermanas antes de entrar a la vida eterna.