AQUELLO QUE SEMBRÓ
AQUELLO QUE SEMBRÓ
AQUELLO QUE SEMBRÓ
Es maravilloso lo que es capaz
de hacer un hombre cuando se
le enciende la sangre.
-Charles Dickens-
Enhamed Enhamed nació en Las Palmas de Gran Canaria el 11 de septiembre de 1987, y se quedó ciego a los ocho años debido a un desprendimiento de retina, pero la ceguera solo le ganó a Enhamed esa batalla. Él decidió que su discapacidad no lo limitaría y se ha convertido en el nadador paralímpico con más medallas, nada menos que 37. Ahora, retirado, se dedica a ser entrenador y ha escrito un libro: Ironmind.
He aquí algunas de sus ideas:
- Se trata de experimentarlo todo, aventurarse, intentar lograr nuestros objetivos de una forma apasionada.
- Son nuestros miedos los que nos limitan a una vida insípida.
- Hay que cruzar esos límites para saborear a manos llenas todo lo que el mundo tiene que ofrecer.
- Hasta los 19 años la ceguera era mi mayor obstáculo, pensaba que era una injusticia.
- Hoy sé que con 8 años «gané» la ceguera.
- Hay que arriesgarse a marcar la diferencia en la vida y en el deporte.
- Todo lo negativo que vivimos, siempre nos trae algo positivo.
- El éxito está en tu mente.
No sé si, en un 80, 90 o 99%, la clave de nuestra vida está en nuestra mente: todo depende. Si nos dejamos envolver por el egoísmo, nos arruinaremos, porque el egoísmo es algo antivital. La generosidad, por el contrario, enriquece y vitaliza. Lo diré con palabras de Felipe Brooks: «Nadie logra la verdadera grandeza, si no está más o menos convencido de que su vida pertenece a la humanidad, y que lo que Dios le da se lo da para sus semejantes».
Voy a afirmar, basado en la experiencia, algo que puede parecer sorprendente: la felicidad es cuestión de costumbre. La costumbre de pensar y obrar, de hablar y sentir de determinada manera nos lleva a ser así, porque el espíritu tiene sus leyes que siguen su camino adelante, en busca siempre de mayores profundidades.
Y es que la costumbre de hacer el bien en todos los terrenos de la personalidad, produce necesariamente la costumbre de paladear ese bien. Y eso nos hace felices y eficaces.
No podemos dejar que el pensamiento o el afecto, la palabra o la acción, vayan por sus cauces antojadizos; porque habremos de cargar entonces con las consecuencias de lo que hemos producido nosotros mismos.
Si fomentamos lo malo, tendremos lo malo. Si, como Enhamed, pensamos que a los 8 años «gané» la ceguera, viviremos abriendo puertas a la alegría constructiva a pesar de los «peros» de la vida.
Y es que, desde que el mundo es mundo, el hombre, antes o después, no ha recogido nunca más que aquello que sembró.